El Papa ha continuado hoy su ciclo de catequesis sobre el tema del discernimiento indicando en esta ocasión los criterios que pueden ayudarnos a comprender la bondad de una elección realizada
Catequesis del Santo Padre en español
En el proceso del discernimiento, es importante estar atentos también a la fase que sigue inmediatamente a la decisión tomada, para captar los signos que la confirman o los que la desmienten. Debo tomar una decisión, hago el discernimiento, pro o contra, sentimientos, rezo… después termina ese proceso y tomo la decisión y luego viene esa parte en la que debemos estar atentos, ver. Porque en la vida hay decisiones que no son buenas y hay signos que la desmienten, mientras que para las buenas hay signos que la confirman.
Hemos visto de hecho cómo el tiempo es un criterio fundamental para reconocer la voz de Dios en medio de otras muchas voces. Solo Él es Señor del tiempo: es una marca de garantía de su originalidad, que lo diferencia de las imitaciones que hablan en su nombre sin lograrlo. Uno de los signos distintivos del buen espíritu es que comunica una paz que dura en el tiempo. Si haces una profundización, después tomas la decisión y eso te da una paz que dura en el tiempo, es una buena señal e indica que el camino ha sido bueno. Una paz que trae armonía, unidad, fervor, celo. Sales del proceso de profundización mejor de cómo entraste.
Por ejemplo, si tomo la decisión de dedicar media hora más a la oración, y después me doy cuenta de que vivo mejor los otros momentos del día, estoy más sereno, menos ansioso, desempeño con más cuidado y gusto el trabajo, incluso las relaciones con algunas personas difíciles se vuelven más fáciles…: todos esos son signos importantes que sostienen la bondad de la decisión tomada. La vida espiritual es circular: la bondad de una elección es beneficiosa para todos los ámbitos de nuestra vida. Porque es participación en la creatividad de Dios.
Podemos reconocer algunos aspectos importantes que ayudan a leer el tiempo posterior a la decisión como posible confirmación de su bondad, porque el tiempo siguiente confirma la bondad de la decisión. Estos aspectos importantes ya los hemos visto, de alguna manera, a lo largo de estas catequesis, pero ahora encuentran una aplicación ulterior.
Un primer aspecto es si la decisión es considerada como un posible signo de respuesta al amor y a la generosidad que el Señor tiene hacia mí. No nace del miedo, no nace de un chantaje afectivo o de una obligación, sino que nace de la gratitud por el bien recibido, que mueve el corazón a vivir con liberalidad la relación con el Señor.
Otro elemento importante es la conciencia de sentirse en su sitio en la vida —esa tranquilidad: “Estoy en mi lugar”— y sentirse parte de un diseño más grande, al que se desea ofrecer la propia contribución. En la plaza de San Pedro hay dos puntos precisos —los focos de la elipse— desde donde se ven las columnas de Bernini perfectamente alineadas. De manera análoga, el hombre puede reconocer que ha encontrado lo que está buscando cuando su día se vuelve más ordenado, advierte una creciente integración entre sus múltiples intereses, establece una correcta jerarquía de importancia y logra vivir todo con facilidad, afrontando con renovada energía y fortaleza de ánimo las dificultades que se presentan. Estas son las señales de que has tomado una buena decisión.
Otro buen signo, por ejemplo, de confirmación es permanecer libres respecto a lo decidido, dispuestos a volver a cuestionarlo, también a renunciar ante posibles desmentidos, tratando de encontrar en ellos una posible enseñanza del Señor. Esto no porque Él quiera privarnos de lo que más queremos, sino para vivirlo con libertad, sin apego. Solo Dios sabe qué es verdaderamente bueno para nosotros. Ser posesivo es enemigo del bien y mata el afecto, estad atentos a esto, ser posesivo es enemigo del bien, mata el afecto: los muchos casos de violencia en ámbito doméstico, de los que por desgracia tenemos noticias frecuentes, nacen casi siempre de la pretensión de poseer el afecto del otro, de la búsqueda de una seguridad absoluta que mata la libertad y sofoca la vida, haciéndola un infierno.
Solo podemos amar con libertad, por eso el Señor nos ha creado libres, libres también de decirle que no. Nos conviene darle lo que más queremos, nos permite vivirlo de la mejor manera posible y en la verdad, como un don que nos ha hecho, como un signo de su bondad gratuita, sabiendo que nuestra vida, como toda la historia, está en sus manos benévolas. Es lo que la Biblia llama el temor de Dios, es decir, el respeto de Dios, no que Dios me asuste, no, sino un respeto, una condición indispensable para acoger el don de la Sabiduría (cfr. Sir 1,1-18). Es el temor que expulsa cualquier otro temor, porque está orientado a Aquel que es Señor de todas las cosas. Frente a Él nada puede inquietarnos. Es la experiencia asombrada de san Pablo, que decía: «He aprendido a vivir en la pobreza, he aprendido a vivir en la abundancia, estoy acostumbrado a todo en todo lugar, a la hartura y a la escasez, a la riqueza y a la pobreza. Todo lo puedo en Aquel que me conforta» (Fil 4,12-13). Ese es el hombre libre, que bendice al Señor tanto cuando vienen las cosas buenas como cuando vienen las cosas no tan buenas: ¡bendito sea y adelante!
Reconocer esto es fundamental para una buena decisión, y tranquiliza sobre lo que no podemos controlar o prever: la salud, el futuro, las personas queridas, nuestros planes. Lo que cuenta es que nuestra confianza esté puesta en el Señor del universo, que nos ama inmensamente y sabe que podemos construir con Él algo maravilloso, algo eterno. Las vidas de los santos nos lo muestran de la forma más hermosa. Vayamos siempre adelante tratando de tomar las decisiones así, en la oración y sintiendo qué sucede en nuestro corazón e ir adelante lentamente, ¡ánimo!
Saludo cordialmente a las personas de lengua francesa, en particular a os jóvenes del Colegio Saint Régis-Saint Michel de Puy-en-Velay. Hermanos y hermanas, mañana celebraremos la fiesta de la Inmaculada Concepción. Pidamos por intercesión de la Virgen María la gracia de saber tomar buenas decisiones para llevar una vida de santidad bajo la mirada de Dios y en el amor del prójimo. ¡Dios os bendiga!
Doy la bienvenida a todos los peregrinos de lengua inglesa presentes en la Audiencia de hoy, especialmente a los de Australia, India, Singapur y Estados Unidos de América. A cada uno y vuestras familias llegue el deseo de un fecundo camino de Adviento, para acoger, en Navidad, al Niño Jesús, Hijo de Dios y Príncipe de la paz. ¡Dios os bendiga!
Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua alemana. Que el temor de Dios llene nuestros corazones para que nada en este mundo nos pueda asustar o turbar. Interiormente libres, podremos reconocer cada vez mejor la voluntad del Señor en la que hallamos la verdadera paz y la alegría duradera. Bendigo de corazón a los aquí presentes y a vuestros paisanos.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Mañana celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María. Pidamos a nuestra Madre que nos ayude a tomar buenas decisiones y cumplirlas, para mayor gloria de Dios y bien de nuestro prójimo. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.
Queridos peregrinos de lengua portuguesa, ¡bienvenidos! En vísperas de la fiesta de la Inmaculada Concepción, queremos pedir la gracia de buscar la voluntad de Dios en todo y sobre todo. Mientras Eva se dejó seducir para desobedecer a Dios, la Virgen María se dejó persuadir por el Ángel para obedecer: «Hágase en mí según tu palabra». Así se convirtió en la causa de nuestra Salvación, dándonos al Salvador... ¡y fue Navidad! Como María, preparemos nuestro corazón para acoger y ofrecer a Jesús en Navidad. Estos son mis deseos y también la bendición de Dios.
Saludo a los fieles de lengua árabe. Dios quiere que le amemos, no que le temamos. Y Él también nos quiere hijos, no esclavos. Por eso el Señor nos creó libres para amarlo, porque sólo podemos amar en libertad. ¡Que el Señor os bendiga a todos y os proteja siempre de todo mal!
Saludo cordialmente a todos los peregrinos polacos. El pasado lunes, el Centro de Relaciones Católico-Judías de la Universidad Católica de Lublin conmemoró el aniversario de la “Operación Reinhardt”. Durante la Segunda Guerra Mundial provocó el exterminio de casi dos millones de víctimas, sobre todo de origen judío. Que el recuerdo de este horrible acontecimiento suscite en todos propósitos y acciones de paz. Y la historia se repite, se repite. Ahora veamos lo que pasa en Ucrania. Recemos por la paz. Bendigo de corazón a los aquí presentes y a vuestros compatriotas.
Dirijo una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana. En particular, saludo a los profesores de los Seminarios de los territorios de las Nuevas Iglesias Particulares, reunidos para un curso organizado por el Dicasterio para la Evangelización; a los participantes en la escuela de formación del Movimiento de los Focolares —¡siempre sonríen!— y los participantes en la conferencia promovida por Pax Christi Internacional. Saludo también a la asociación AVIS de Brindisi, a los fieles de Andria y a los de Pontecurone, pueblo que vio nacer a San Luigi Orione.
Por último, como de costumbre, mi pensamiento se dirige a los jóvenes, enfermos, ancianos y recién casados, ¡que son tantos! Mañana es un bonito día, se celebra la Solemnidad de la Inmaculada Concepción: con la mirada puesta en la Virgen María, sed siempre audaces en la promoción de los valores del espíritu. A Ella, dulcísima madre, le pedimos, que sea consuelo para los probados por la brutalidad de la guerra, especialmente para la atormentada Ucrania. ¡Receos por este pueblo mártir que tanto sufre!
Fuente: vatican.va / romereports.com
Traducción de Luis Montoya
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