El Debate se traslada hasta el Hospital Laguna, para conocer a fondo los cuidados paliativos, que acompañan a los enfermos en sus últimos momentos de vida
La vida está en crisis. Pese a las numerosas leyes que hoy en día avalan la eutanasia, con el eufemismo de «muerte digna», en diferentes países, todavía hay personas que siguen luchando por la dignidad real de la vida hasta el final. «Nadie decide cuando nacer por lo que no es natural decidir cuándo morir» sentencia la doctora Yolanda Zuriarrain, médico del Hospital Laguna.
El edificio no tiene ese olor característico que a todos nos traslada hasta centros sanitarios. Las paredes son de madera y el color reina en las salas. En el Hospital Laguna, los médicos, enfermeros y auxiliares se encargan del cuidado integral de las personas en los últimos momentos de la vida, haciendo de ellos una experiencia lo más digna y placentera posible. El responsable de Psicología del centro, Alonso García de la Puente nos explica que los enfermos terminales también tienen sueños, últimos deseos que cumplir. Cuenta cómo el último deseo de una enferma terminal era bañarse en el agua. Como un hada madrina, Alonso movió cielo y tierra para poder meter a la paciente en una bañera grande que tienen adaptada a las necesidades de los enfermos, y así poder cumplir el último sueño de esta mujer.
Ensanchar cada día
«Cuando a la gente le hablan de paliativos se cree que va a morir. Es todo lo contrario. Aquí lo que hacemos es acompañar a la persona a vivir en esta situación de su vida, que es otra más, como la infancia o la edad adulta. Nosotros en vez de alargar o acortar la vida, lo que hacemos es ensanchar cada día de las personas que están aquí con nosotros» declara el doctor Alonso García de la Puente.
El jefe de Psicología del centro describe el trato con el paciente como «integral». «Muchas veces nos centramos solo en la parte física, en quitar el dolor, pero la persona es mucho más. Cuidamos los detalles para que esto parezca un hogar. Hay un tablón para que puedan colgar las fotos de sus nietos. Hay una nevera, porque el gazpacho a todos nos gusta el de nuestra madre. Hay una terraza pensada precisamente para recobrar una parte muy importante del ser humano, que es el contacto con la naturaleza» nos cuenta el doctor García de la Puente.
En la planta alta del edificio sorprende una terraza sensorial, con colores, olores y diferentes objetos que generan sensaciones positivas en los pacientes. «Poder escuchar el ruido de una fuente, el agua corriendo, poder oler de nuevo el romero, la menta, ver el color de las flores. Todo esto transporta a la persona normalmente a su infancia, a los viajes, a su pueblo y le hace que de nuevo pueda tener esa sensación de cuando tuvo esa felicidad y recobrar de nuevo esa felicidad y dar sentido a su vida», relata el doctor García de la Puente.
«¿Por qué sigues cuidando de ella si ya no se entera, si ella ya no te conoce?» preguntan a un familiar de un paciente. «Ella no me conoce, pero yo sí la conozco a ella» responde. Esta viñeta va estrechamente ligada a lo que explica el psicólogo de Laguna: «Los pacientes se van a olvidar, no van a recordar. Da igual. Nosotros seguimos ahí. Es impresionante ver como las auxiliares que profesionalmente se dedican a la limpieza, dedican ratos a ponerse de rodillas delante del paciente, agarrarle la mano y decir ´te veo la cara triste, ¿qué te pasa?`. Ser familia es mirar la cara a los pacientes y ver lo que necesitan, acompañar en cada momento y de manera individual a cada paciente, dignificando su vida y dando la importancia que tiene esa persona, al margen de que pueda percibir o no percibir la realidad que le rodea».
«¿Por qué sigues cuidando de ella si ya no se entera, si ella ya no te conoce?» preguntan a un familiar de un paciente. «Ella no me conoce, pero yo sí la conozco a ella» responde.
Pepe lleva cinco semanas ingresado en el Hospital Laguna. Su mujer, Lola, nos recibe con una sonrisa y bromea diciendo que su Pepe «nunca ha sido muy hablador y ahora ya para qué te cuento». Lola es muy clara con su opinión: «Merece la pena aguantar la vida hasta el final. ¿Quién quita que tenga unos días de mejora y sepa que estamos aquí?». Cuenta que aunque a veces parece que no la conoce, Pepe sabe que su mujer está allí y, con una vaga expresión, sonríe. «Yo lo veo tranquilo, relajado y con una asistencia exquisita por parte de todo el mundo» afirma Lola.
«La eutanasia solo es la opción barata»
En numerosos medios, organizaciones e instituciones definen la eutanasia como la «muerte digna». La doctora Yolanda Zuriarrain, médico del Hospital Laguna y especialista en cuidados paliativos ha expuesto a El Debate su visión sobre el final de la vida, ligada a la dignidad intrínseca del ser humano. «La persona, por el hecho de estar enferma no es menos digna porque sigue siendo esa persona con todo su ser. Es digna por el hecho de ser humana. Y ese sufrimiento que acompaña a la enfermedad merece ser acompañado de forma digna por otro ser humano» explica la doctora.
La persona por el hecho de estar enferma no es menos digna
Yolanda Zuriarrain define la vida como un don, un regalo. Es por esto que afirma que «tendríamos que acompañar el final de la vida con todo el cariño que merece». Además, acompañar a alguien en esos momentos de dolor es una forma de «demostrarle que estamos con él y que va a quedarse siempre en nuestro corazón».
Respecto a la eutanasia, la doctora Zuriarrain es clara: «La eutanasia no es la mejor opción, sino la más barata». Para explicarlo, nos pone un ejemplo muy gráfico de cómo la sociedad de hoy en día no quiere arreglar el problema, sino eliminar a quién lo causa: «La eutanasia es como querer erradicar la pobreza poniendo una bomba atómica en los países pobres».
Existen opciones más dignas que la eutanasia para el final de la vida. Las personas enfermas no quieren morir, simplemente quieren dejar de sufrir. Es por esto que los cuidados paliativos los acompañan en los momentos finales de su estancia en este mundo, haciendo de su muerte la más digna de todas.
Carmina Martínez y Maria Curiel, en eldebate.com/
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