La vida intrauterina no es un amasijo de células sino nuestra descendencia
Conocí la historia de Leire en la concentración por la vida del pasado noviembre 2021. Su testimonio no podía dejar a nadie indiferente ya que era una mujer que había estado en lo que parece “el bando contrario” y ahora proclamaba sin tapujos su historia para abrir los ojos a la realidad y ayudar a otras mujeres a que no caigan en lo mismo que ella.
El ser humano es maravillosamente perfecto y tiene esa cualidad que nos diferencia de otros seres de la creación que se llama conciencia. Esa tendencia a buscar la verdad, más acentuada en unos que en otros, es la que hizo a Leire buscar para salir del hoyo en que estaba y despertar a una realidad maravillosa, abierta siempre a la vida.
Woman Essentia.- Se habla mucho de libertad de la mujer para elegir ¿Crees que la mujer que aborta es verdaderamente libre?
Leire Navaridas.- Claramente no. El aborto, tal y como lo entiendo yo ahora, es la consecuencia de una trayectoria de vida basada en el desamor y, por lo general, con bastante o mucho maltrato/violencia. Es ahí cuando el aborto se presenta como una solución, y lo preocupante es que ese engaño ha calado. Ahora se entiende como una conquista en derechos feministas. Hace años que el movimiento feminista lo abandera como una especie de liberación para la mujer, cuando en realidad es un nuevo sometimiento a una violencia que es machista. Yo tengo mis esperanzas en una nueva corriente feminista abolicionista. Ya veremos…
Volviendo a la cuestión, para decidir libremente, debemos de estar en conexión con nuestra esencia, libres de miedo y amenazas, disponer de toda la información relevante y contar con todas las alternativas existentes. Yo, como miles de mujeres, llegamos al abortorio negando la existencia de la vida intrauterina -que no es otra que la de nuestra descendencia- creyendo que eso no es más que un amasijo de células. Una ecografía nos revelaría gran parte de la verdad que se oculta en la industria abortista. Otro hecho es el de las circunstancias. Gran parte de las mujeres que se someten al aborto lo hacen amenazadas por su pareja, familia o jefe/a. Una mujer libre y empoderada podría protegerse de esas amenazas, y si no, debería responder el Estado o, mejor aún, el Ministerio de Igualdad, el mismo que ahora promueve que las niñas de 16 vayan solas a abortar o que, ante las amenazas y la casuística variada de las mujeres embarazadas en situación de vulnerabilidad, el único plan que ofrece es el aborto.
WE.- ¿Cuál es el daño más grave que el aborto causa a la mujer que lo sufre?
LN.-Si entendemos que el aborto, manipuladamente llamada IVE, es una Intervención Violenta del Embarazo (ese es el significado real tras esas siglas), no es difícil prever que ahí va a haber trauma sí o sí. Sea la víctima consciente o no. Yo tardé años en ser consciente y en conectar con el gran dolor que albergaba en lo más profundo de mi ser, y de mi cuerpo, en concreto, mi vientre. Con la IVE se produce de forma violenta una ruptura muy fuerte, ya no solo de la vida intrauterina -que por supuesto, y es un tema esencial en este desastre humanitario- sino también del vínculo natural que se establece entre la madre y el bebé que está en camino. Esa unión es real y existe desde el momento en que el óvulo ha sido fecundado. Ahí comienza un proceso, que yo califico además de natural de mágico, que prepara a la mujer, de forma integral, para el desarrollo de esa nueva vida. La ruptura de ese vínculo y la conciencia de que se ha perdido un hijo o una hija de forma violenta nos deja a las madres totalmente fuera de juego, desintegradas. A partir de ahí, si una se arma de valor, comienza un proceso muy doloroso para enfrentar y superar el trauma, la culpa y la pena por todo lo acontecido. Y aquí, cabe recordar, como mencionaba, que las mujeres que abortamos normalmente tenemos un pasado exento de relaciones de amor y que no conocemos el amor del hombre. Porque, aunque poco se habla, el amor o, en su defecto, la violencia del padre son pilares fundamentales en estas historias.
Con la IVE se produce de forma violenta una ruptura muy fuerte, ya no solo de la vida intrauterina -que por supuesto, y es un tema esencial en este desastre humanitario- sino también del vínculo natural que se establece entre la madre y el bebé que está en camino. Esa unión es real y existe desde el momento en que el óvulo ha sido fecundado. Ahí comienza un proceso, que yo califico además de natural de mágico, que prepara a la mujer, de forma integral, para el desarrollo de esa nueva vida.
WE.- ¿Por qué crees que es tan fácil caer en este adoctrinamiento a favor de eliminar una vida cómo si no tuviera valor?
LN.- Pues yo pienso que hay 4 factores fundamentales: La guerra de género, los intereses de la industria del aborto (con todos sus sub-negocios), el capitalismo-individualismo, y la falta de conexión espiritual. Las mujeres de mi edad, incluso la generación de mi madre, nos hemos revelado a tener que someternos al hombre. Esto tiene una parte positiva y otra negativa. La positiva es que nos rebelamos al sistema machista que nos condena. La negativa viene cuando se niega la bondad y el amor del hombre y se le coloca en el bando del enemigo. Ya hartas de que nos destruyan, preferimos ser nosotras las que destruyamos. En la guerra todo va de morir o matar. Ahí se puede entender que el aborto es el poder (de matar) de la mujer para liberarse de la represión machista. Muerto el hijo o la hija, muerto el vínculo con el padre (supuestamente).
Se suma a que, históricamente, el progresismo o la izquierda se ha negado la conexión espiritual. Hasta hace unos pocos años, yo he sido una atea acérrima que llegaba incluso a ridiculizar a las personas por el hecho de creer en la existencia de un Dios. Yo no solo negaba la existencia del plano espiritual, pues “lo real es solo lo que se puede ver”, sino que la misma palabra de Dios concentraba para mí lo peor del poder machista. Era un rechazo total a oír hablar de Dios. Era también una respuesta a la represión que ha supuesto la Iglesia como institución a nivel social. Lo que muchas personas no entienden es que más allá de la religión, existe el mundo espiritual. Que el ser humano, tiene una parte de Ser (espiritual) y otra de Humano (emocional, pasional, intelectual y físico).
Desconectados de lo espiritual y sin unión entre el hombre y la mujer, nos vemos inmersos en una sociedad capitalista que promueve el individualismo y la injustica como bases de las que solo sobrevive el más fuerte. Y volvemos a la ley de la selva. Yo siempre pienso en cómo reaccionaría una mujer ancestral, de hace miles de años, ante un embarazo y me cuesta imaginármela no entregándose a esa maternidad. Si bien, la violencia promueve la violencia. Y es fácil entender que una mujer violentada (abusada, maltratada,…) actúe de forma descorazonada y desesperada. Ahí es cuando se produce la Intervención Violenta del Embarazo. Y como vemos, de forma socialmente justificada.
Desconectados de lo espiritual y sin unión entre el hombre y la mujer, nos vemos inmersos en una sociedad capitalista que promueve el individualismo y la injustica como bases de las que solo sobrevive el más fuerte.
El problema a nivel humanitario viene, que es el momento en el que estamos, cuando una sociedad legitima y normaliza la violencia. Que es lo mismo que pasa en EEUU con la defensa de la libertad individual, como un derecho constitucional, para llevar armas. Y luego tenemos que ver impasivos las matanzas y la de pérdidas humanas de forma violenta que esto conlleva.
WE.- ¿Qué pasa después de un aborto? ¿La mujer es víctima también?
LN.- Sí. Y entender que las mujeres que abortamos somos víctimas fue la clave que a mí me permitió perdonarme. Porque las que hemos ido a que nos practiquen una IVE de forma “voluntaria” siempre nos quedamos con el cargo de conciencia de haber sido las responsables de la muerte de nuestros hijos, una vez tomamos conciencia de ello. Y eso las que lo encaramos, que la mayoría se quedan bloqueadas en este paso. Porque es tan dolorosa la realidad a enfrentar, que muchas veces prefieres taparlo inconscientemente o con películas socialmente aceptadas, tales como: no es el momento, soy demasiado joven, o mayor, prefiero mi carrera profesional, no quiero criar sin un padre comprometido, no es una vida humana,…etc. Yo si no llego a tener el terapeuta que tengo, Adolfo Herrero de la Escosura, que trabaja de forma integral en lo más profundo de la existencia humana, estoy segura de que hubiera llegado al lecho de muerte sin tener ni idea de todo por lo que he pasado y creyendo que eso fue una buena elección porque a ver que hubiera sido de mí con 2 hijos tan joven y sin carrera, y más sabiendo que al año del segundo aborto acabaría divorciándome.
WE.- Una vez oí a Esperanza Puente decir que una mujer que aborta no puede por sí misma perdonarse si no fuera porque encuentra el perdón de Dios. ¿Cómo puede superarse esta situación?
LN.- Como comentaba antes la conexión espiritual es fundamental para superar el trauma del postaborto, que no es otro más que la conciencia de la perdida violenta de tu bebé. Esa vida no va a volver. Nosotras nunca vamos a poder conocer a nuestros hijos ni tenerlos en nuestros brazos. Por eso a mí me resulta hasta ofensivo que le llamen Interrupción, como si luego se pudiera continuar. Ni siquiera hemos podido enterrarlos. Yo, de hecho, tuve que darles forma en barro para poder hacerlo y darles un lugar en la tierra. Muy lejos de una crema facial antiarrugas o donde sea que acaben esos cuerpecillos llenos de células madre y con gran valor farmacéutico y cosmético. Lo único que nos queda a nosotras como madres o padres es conectarnos espiritualmente con esa Vida. Y recuperar desde ahí ese vinculo afectivo, que está hecho de amor incondicional, para poder sanar esa profunda herida y recuperar el poder relacionarnos, aunque sea espiritualmente, con nuestros hijos y reactivar así ese amor de madre o padre. Yo adoro a mis hijos no nacidos y son, junto con mi tercer hijo vivo, un fuerte motor en mi vida.
Retomando el asunto del perdón, difiero un poco de lo que mi querida Esperanza dice, porque existen testimonios de curas afirmando que las mujeres vuelven una y otra vez al confesionario cuando ya han sido perdonadas en nombre de Dios. Lo que pasa es que son ellas las que no se perdonan. Es difícil perdonarse cuando te ves como única responsable de la muerte de tu hijo o hija. Por eso yo les ayudo a entender todo el contexto en el que estaban inmersas cuando fueron a abortar. Ellas necesitan entender que, si no hubieran sido violentadas y hubieran contado con una familia y un padre entregados a salvar esa vida y la de ellas mismas, no se hubieran visto abocadas al aborto. Eso es justo lo que demuestra la experiencia de la Fundación Redmadre donde 8 de cada 10 mujeres que van con dudas, deciden llevar a término su embarazo porque ya no se sienten solas y se ven acompañadas. Antes eran 9 de 10. El mensaje social de que el aborto es un derecho va, desgraciadamente, calando.
Nosotras nunca vamos a poder conocer a nuestros hijos ni tenerlos en nuestros brazos. Por eso a mí me resulta hasta ofensivo que le llamen Interrupción, como si luego se pudiera continuar.
WE.- El fallo de la Corte Suprema americana sobre el caso Roe contra Wade ha sido una esperanzadora sorpresa del triunfo del sentido común en este tema. Al fin y al cabo, aunque quieran ponerle otro disfraz, se trata de sentido común y reconocimiento de la dignidad de la persona y el valor de la vida. Sin embargo, Pelosi en unas declaraciones habla curiosamente de «hipocresía amplia y daño infinito a la mujer»… ¿qué piensas de ello?
LN.- Que el debate sigue llevándose a cabo en términos muy superficiales y erróneos. Es una gran noticia que en EEUU se haya reculado en entender el aborto como un derecho. Cuando yo me creía que abortar es un derecho femenino porque “nosotras parimos, nosotras decidimos” estaba asumiendo que el aborto es algo positivo y sin consecuencias para la mujer y negando la existencia del otro, el no nacido: mi hijo o mi hija (los innombrables). El debate se plantea además en términos muy beligerantes donde siempre se saca a colación la niña violada para seguir legitimando una violencia hacia la mujer que es machista por sus orígenes y porque, en cualquier caso, solo somete a la mujer. Aunque el hombre también puede ser víctima, nunca sufre la violencia del aborto directamente en sus carnes.
WE.- Eres madre de un niño precioso ¿Qué ha aportado a tu vida la maternidad?
LN.- Aunque solo él vive, soy madre de tres. Aclarar esto es para mí importante porque me gusta honrar la vida de mis 3 hijos. Efectivamente Lander es maravilloso. Como todos los niños y niñas, la verdad. Si bien él me tiene totalmente enamorada. Y él, como tercer hijo, y hermano pequeño de Matilda y Leo, se está llevando algo de mucho valor, toda mi conciencia del valor de la vida y del amor. Esto está haciendo que Lander sea un hijo muy respetado y querido que con 4 años tiene unas expresiones de amor que me dejan totalmente impactada. Y para mí esta es la mejor de las luchas, criar hijos sensibles, conscientes y amorosos que adoren a la mujer. Si todas las madres, en unión con los padres, nos centramos en esto, en no muchas décadas se acabarán las guerras, las estructuras enfermas de poder, y habrá paz en el mundo.
WE.- ¿Qué les dirías a las mujeres que están embarazadas y no quieren seguir con su embarazo?
LN.- Les diría que no se crean que el aborto es una solución. Que nos lo han vendido como una liberación o como una forma inocua de eliminar un problema, pero que no es así. Que una Intervención Violenta del Embarazo no hace sino multiplicar el problema, porque es traumática y te convierte en la madre de un hijo muerto y esto es muy duro y difícil de superar. Actualmente, acompaño a madres que me contactan desde todos los puntos del globo para confesarme que siguen destrozadas por ese aborto que ellas “libremente” eligieron. Muchas han intentado suicidarse varias veces pasado el estado de shock que las llevó al aborto. Las que ya tienen hijos vivos, no levantan cabeza y, sin darse cuenta, dejan a éstos de alguna forma huérfanos en vida. Las mujeres que lo hicieron por presión o amenaza del padre del no nacido, viven con un profundo odio al hombre, aunque sigan en pareja. Vamos, que detrás del aborto siempre encuentro historias de maltrato, violencia y desamor que podrían evitarse con apoyo, conciencia y mucho amor. Por eso mi máxima admiración a entidades como Redmadre que ofrecen esa oportunidad de vivir una maternidad sana que debería garantizar un, supuesto, Estado de bienestar. Y, finalmente, compartir que ser madre no solo es una experiencia maravillosa, sino toda una oportunidad vital-existencial para disfrutar del amor incondicional. !Lo más en esta vida!
Que una Intervención Violenta del Embarazo no hace sino multiplicar el problema, porque es traumática y te convierte en la madre de un hijo muerto y esto es muy duro y difícil de superar.
Pilar Castañón, en womanessentia.com/
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