Podemos hacer una aportación a Cáritas, a Manos Unidas. Regalar una palabra de afecto
La sabiduría popular utiliza el refrán "ande o no ande, caballo grande" para ridiculizar a aquellos que, en sus elecciones, solo se fijan en el tamaño de las cosas en lugar de hacerlo por su calidad. Nos deslumbran muchas veces las apariencias, las grandes obras, la palabrería, el hacer por hacer, la imagen, cuando lo definitivo está en los detalles, en lo pequeño.
Estoy viendo un reportaje sobre la selección que se hace para entrar en el Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía Nacional. Hay que tener muchas ganas y cualidades para superar las pruebas. El motivo de esta fuerte selección es que tienen que estar preparados para todo, para superar situaciones que nos desbordan. Me llamó la atención un comentario de uno de los instructores: “estoy atento a todo, a los pequeños gestos, una mirada, un comentario, una actitud; son reveladores de lo que uno es realmente”. Lo que más define a una persona son los pequeños detalles.
El acabado de una obra, la calidad de los materiales, los detalles, la técnica usada distinguen una obra de arte de una imagen de bulto. Pero las prisas, la búsqueda de la eficacia, la falta de preparación o de espíritu de sacrificio nos pueden gastar malas pasadas.
Hace unos años me abordó un señor en el autobús y con desparpajo y respeto a la vez me dijo: “Padre, llevar esos zapatos no es vivir la pobreza. Le recomiendo que la próxima vez compré unos de buena marca, serán más caros, pero le durarán mucho más, y además no le dañarán los pies”. Buen consejo de un observador, de uno que se fija en los detalles. Un médico puede diagnosticar una enfermedad simplemente por un pequeño síntoma, al igual que un buen marchante distingue una obra de arte de una imitación. Hay que saber y fijarse, dar importancia a lo menudo.
Leemos: “Sentado Jesús frente al gazofilacio, miraba cómo la gente echaba en él monedas de cobre, y bastantes ricos echaban mucho. Y al llegar una viuda pobre, echó dos monedas pequeñas, que hacen la cuarta parte del as. Llamando a sus discípulos, les dijo: En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos los que han echado en el gazofilacio, pues todos han echado algo de lo que les sobra; ella, en cambio, en su necesidad, ha echado todo lo que tenía, todo su sustento”. La cantidad, el ruido de lo mucho no llama la atención al Maestro, valora la generosidad de la viuda, su magnanimidad con Dios.
Hay muchos campos para ser cuidadosos, para llenar de detalles la vida diaria. En el ámbito de las relaciones familiares es fundamental para que los nuestros capten el amor que les tenemos: dar las gracias por un pequeño servicio, una camisa bien planchada, una buena comida…; pedir las cosas por favor, con educación; regalarles una sonrisa, una palabra de cariño; reconocer las cosas que hacen bien; pedir perdón todas las veces que sea; contar con ellos en las pequeñas decisiones, pedir su parecer.
En el mundo laboral intentar hacer los trabajos bien acabados, de calidad, sin conformarse con que tengan una buena apariencia. Hay que formarse, estar bien capacitados. Debemos dar un buen servicio. También mimar las relaciones laborales, trabajamos con personas que tienen sentimientos. Vivir el orden y la puntualidad, cumplir los plazos previstos. Hay todo un entramado de detalles que, si los cuidamos, elevan a niveles de excelencia tanto el producto como los factores humanos.
Volviendo al Evangelio nos dice san Josemaría: “¿No has visto las lumbres de la mirada de Jesús cuando la pobre viuda deja en el templo su pequeña limosna? Dale tú lo que puedas dar: no está el mérito en lo poco o en lo mucho, sino en la voluntad con que lo des”.
También el Señor espera nuestros detalles de atención, no es indiferente a nuestro cariño. Si creemos en Dios debemos dedicarle tiempo, mirarle y escucharle, acompañarle con la oración y la asistencia a la Eucaristía dominical. Siempre podemos encontrar unos minutos para estar con Él. Cuando las familias le tienen presente, le dedican un tiempo, reciben de su parte el ciento por uno en bendiciones y gracias.
Y la limosna, la solidaridad con los necesitados de cuerpo y de alma. Compartir con ellos los recursos, aunque sean escasos. Podemos hacer una aportación a Cáritas, a Manos Unidas. Regalar una palabra de interés, de afecto. Acompañar a los enfermos y a los ancianos, visitarles y prestarles pequeños servicios.
Todos somos conscientes de que un pequeño gesto nos puede alegrar la vida. Si estuviéramos más atentos, si prestáramos atención a los que nos rodean, si cuidáramos los detalles haríamos mucho más hermoso el mundo y grata la convivencia. Y esto está al alcance de todos los bolsillos.