Tres manifestaciones de fe que impiden al dolor degenerar en tragedia
religionconfidencial.com
El ejemplo de la familia Langdon muestra que la fe no está sólo en los documentos magisteriales sino principalmente en la cabeza y el corazón de los católicos consecuentes
La muerte de Belén Langdon en ‘Madrid Arena’ podría degenerar en tragedia pero sus padres no lo ven así, dada la serenidad ante pérdida de su quinta hija, la penúltima de seis hermanos.
«Descansará para siempre, como Dios ha querido», dice su padre Nicolás Langdon. Y su madre agradece a los amigos: «Vuestras oraciones nos dan fuerza y nos están ayudando mucho». Sus compañeras del colegio repiten que «Ahora sólo podemos rezar por ella y recodar cómo era: lo mejor de lo mejor».
Tenemos así bien hiladas tres manifestaciones de fe, que impiden al dolor degenerar en tragedia. Al comienzo del Año de la Fe y al terminar el Sínodo en el que Benedicto XVI exhorta a dar razón de nuestra fe testimoniando la alegría de creer en Jesucristo, el ejemplo de la familia Langdon muestra que esa fe no está sólo en los documentos magisteriales sino principalmente en la cabeza y el corazón de los católicos consecuentes.
La fuerza de la fe es mucho más que serenidad o estoicismo ante las cornadas de la vida, pues hace que la posible tragedia sólo sea un drama, con luces y sombras: acaba bien, porque al final siempre está Dios, como ha estado al principio de la existencia de Belén y durante su corta vida en forma del amor de su familia y amigos, pequeña "Iglesia doméstica" en la denominación de Juan Pablo II.
Así ha crecido Belén, esperemos que también Katia, Rocío, Cristina y María Teresa, y así desea la Iglesia que se desarrollen los jóvenes de hoy, centinelas del mañana. Pero ese alto nivel espiritual no se improvisa.