“Sembrador/ que has puesto en la besana/ tu amor:/ la espiga de mañana/ será tu recompensa mejor” -canción del sembrador- La rosa del azafrán. Francisco Guerrero
Plantemos cada día las semillas de la educación. Acompañamiento y valores. Educar es amar, cuidar con ternura y dedicación una semilla, con la ilusión que un día dará sus frutos.
Cuando era una niña, en casa me decían que para plantar una semilla y verla crecer bonita y esbelta hay que preparar bien la tierra donde la depositaremos, trabajándola y abonándola. Una vez la tierra está preparada y los factores ambientales acompañan, llega el momento de plantar la semilla. La semilla se convertirá en una planta y es necesario que esta planta crezca, eche raíces y sea fuerte. Debe ser capaz de hacerlo sola, pero necesita que alguien la dirija si se tuerce y que la alimente cuando lo necesite, ayudándola en este proceso de crecimiento. Finalmente, esta planta, pasados unos años, se convertirá en un árbol bonito y hermoso cargado de frutos y de energía positiva que le han ido aportando los diferentes factores que la han acompañado durante este tiempo.
Con el vino pasa algo parecido. Depende de donde hayan crecido las cepas, un vino puede ser áspero, dulce, amargo o incluso tener un toque salino. Y nos parecerá más o menos agradable, voluptuoso o ligero para que las condiciones de la tierra donde ha crecido, los factores ambientales que le han acompañado en su proceso de crecimiento y los aromas de las plantas que la han acompañado han sido aquellas y no otras.
Plantemos cada día las semillas de la educación. Acompañamiento y valoresSi leemos la historia del bambú, como explica María Teresa Abellán, encontraremos un símil entre esta especie y los humanos. Para plantar una semilla de bambú hay amor para que crezca con constancia, paciencia y perseverancia, y hay también no perder la esperanza ni desanimarse porque su crecimiento es lento y sus brotes no son visibles hasta que no han pasado 7 años. Con las personas pasa algo parecido.
Cuando los padres y madres queremos crear una familia y tener descendencia lo hacemos con un objetivo: verlos crecer y acompañarlos y acompañarlas para que nuestros hijos e hijas tengan su propia personalidad y sepan tomar sus propias decisiones. Los acompañamos educando con amor porque sabemos que esta es la base y los cimientos de lo que estamos construyendo, y lo hacemos con una actitud abierta y receptiva porque este es el reflejo de los valores que queremos transmitir, cuidando de las palabras y de las acciones de nuestro día a día. Trabajamos en equipo y nos complementamos con los diferentes agentes educativos, que nos ayudan a educar a nuestros hijos e hijas, sin contradecirnos y construyendo conjuntamente, porque queremos que el mensaje que llegue sea claro y no presente confusión. Hacemos de modelos porque sabemos que podemos ser un referente y nos mostramos flexibles ante las situaciones que aparecen en el día a día, porque sabemos que en un futuro los niños y jóvenes tendrán que saber adaptarse a las nuevas situaciones y experiencias que la vida les ofrecerá. Tener un hijo o una hija y verlo crecer significa crecer a su lado, madurar, equivocarse sin darse cuenta, pero corrigiendo con argumentos y acciones, porque somos personas humanas y la perfección no existe.
¿Qué valores podemos transmitir y a través de qué acciones podemos hacer este acompañamiento de nuestros hijos e hijas, día tras día?
Plantemos cada día las semillas de la educación. Acompañamiento y valores
Constancia: repitiendo las cosas las veces que sea necesario, aunque nos parezca que lo hemos dicho muchas veces.
Paciencia: bebiendo muchos vasos de agua y contando hasta mil antes de responder, midiendo las palabras que utilizamos a la hora de comunicarnos con ellos y ellas.
Amor: expresando qué sentimos y cómo nos gustaría estar porque somos PERSONAS con sentimientos.
Esfuerzo: trabajando un poco cada día, porque educar es un proceso, ya menudo el trabajo que hay detrás de este concepto parece invisible pero aparece con el paso del tiempo.
Perseverancia: insistiendo aunque pueda llegar a parecer que somos unos pesados y unas pesadas… Hay que seguir, no plegar velas, insistir y confiar en nosotros.
Valentía: haciendo frente a situaciones desconocidas o conocidas que nos hacen respecto de trabajar hablando y poniendo límites.
Vínculo significativo: creando lo esencial para que haya aprendizaje real con unas buenas reflexiones, si es necesario.
Coherencia: actuando y haciendo lo que decimos para no dar pie a la confusión, acompañando las palabras con hechos.
Respeto: dialogando de manera fluida y adaptando este diálogo a la edad de los niños y jóvenes, y haciéndolo en todos los ámbitos donde nos movemos.
Consciencia: conociéndonos a nosotros mismos y mismas y teniendo claro que queremos transmitir y cómo lo queremos hacer.
Sólo con plantar una semilla no es suficiente. Hay que regarla, podarle las hojas dañadas que interfieren en su crecimiento, abonar la tierra para que coja fuerza, dirigirse hacia el sol si vemos que se tuerce, pero sobre todo, hay que confiar en ella y dejarla crecer, permitiéndole seguir su camino porque es el camino que ella ha elegido y esto hace que sea única.
Fuentes: criatures.ara.cat/escola/; blocs.xtec.cat/eduquemjunts/
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