Cada hijo necesita sentirse único
Mi marido y yo tenemos cinco hijos. Todos ellos se llevan un año y pocos meses; la mayor tiene seis años y el pequeño uno. Esto supone que la probabilidad de que las cosas salgan como uno espera sea bajísima.
Como las grandes empresas, la familia no es algo que se construya de un día para otro. Las empresas deben adaptarse a las nuevas situaciones que el mercado exige, tanto en lo económico como en el tiempo invertido. Y nadie duda del sacrificio que suponen ambas cosas. Pero no es ni terrible ni imposible como puede parecer. Es únicamente una etapa más de la vida profesional, y que al igual pasa en la vida familiar.
En este artículo me limito a contar nuestra experiencia y lo que nos ha ido bien a nosotros, aunque sé que no todas las familias funcionamos de la misma manera:
Aunque puedan parecerse físicamente, cada hijo es diferente, cada uno necesita su tiempo y sentir que es único, a pesar de tener a otros cuatro (o los que sean) a su alrededor. En ocasiones les visto iguales, pero sorprende ver que cada uno quiere ya desde pequeño vestirse a su manera.
Sabemos que lo realmente importante no son las cosas materiales que puedan heredar de uno a otro, sino el tiempo que cada uno necesita a diario y en exclusiva. Porque necesitan sentirse únicos, y no una pieza más de un engranaje. El día a día te lo va diciendo, a veces unos pocos minutos son suficientes, otras más.
Cada hijo necesita sentirse único, y no una pieza más del engranaje
Educar a un hijo no es sencillo, y esta labor multiplicada por cinco llega a parecer misión imposible. Independientemente del número de hijos, en todos los casos te “obligan” a hacer un curso acelerado de educación. A nosotros nadie nos explicó cómo educar, pero sí nos hemos dado cuenta de que, para poder hacerlo, te tienes que educar a ti primero… Los niños necesitan el ejemplo mil veces más que las palabras. A nosotros nos han ayudado mucho los centros de orientación familiar, donde te ayudan a afrontar las diversas etapas.
Por mucho que yo les diga a mis hijos que recojan sus juguetes, mientras mi mesa de trabajo sea un desastre, no conseguiré que entiendan que tienen que ser ordenados. La educación es una gran responsabilidad que puede llegar a agobiar, pero asumimos que los padres perfectos no existen, como tampoco existen las familias perfectas.
No siempre es fácil conciliar el trabajo con la familia, a pesar de las facilidades que algunas empresas dan, como el horario flexible, intensivo o reducido. En nuestro caso nos parecía casi imposible trabajar ambos fuera de casa y poder dedicarnos a nuestros hijos como nos gustaría.
Estando embarazada de mi segundo hijo, y cuando más posibilidades tenía de crecer profesionalmente, decidí abandonar el trabajo que ocupaba, para poder estar más con mis hijos. A pesar de que la elección fue libre y en consenso (cosa importante), ésta me supuso durante un tiempo sentirme un cero a la izquierda en el terreno laboral. Sin embargo, desde ese momento hasta hoy, me he dado cuenta de que la maternidad tiene un plus añadido, y es que te permite descubrir trabajos desconocidos y habilidades que no sabías que tenías. En mi caso, ha supuesto poder desarrollar mi propia empresa de una forma compatible con mi familia, lo que agradezco enormemente.
Muchas mujeres preparadas para trabajar fuera de casa, eligen renunciar a su desarrollo profesional para cuidar a sus hijos pequeños. Esta decisión, que socialmente puede considerarse errónea, para mí no es más que la propia naturaleza: somos las que llevamos al niño nueve meses en nuestro cuerpo, somos las que le damos de comer sus primeros días…y esos lazos no son fáciles de romper. Una mujer puede perfectamente realizarse en su casa con sus hijos, ya que al fin y al cabo la familia es la mayor empresa de la que somos responsables. Las elecciones de cada familia no son ni mejores ni peores, ya que cada una tiene su situación concreta que los demás desconocemos, y las decisiones se van tomando según lo que convenga en cada etapa de la vida familiar.
Hay que asumir que los padres perfectos no existen, como las familias perfectas tampoco existen
Antes de tener hijos tienes mucho tiempo para ti. No lo sabes y además no es algo que te planteas hasta que aparece un nuevo ser que te lo quita todo. Entonces ya no es tan sencillo arreglarte, salir a correr, o simplemente hacerte las uñas…cuando antes tenías horas, ahora apenas tienes minutos. Es cuando empiezas a desarrollar una habilidad especial, que antes no sabías que tenías, para hacer varias cosas al mismo tiempo. Quizá también te hace consciente de que no necesitas tanto tiempo para ti, y aprendes a la fuerza a dar tu tiempo a los demás, y eso te hace más feliz.
Se habla mucho de “tiempo de calidad”, que en definitiva significa que, si estás, estás de verdad. Asumes que el tiempo que estás con tus hijos va a ser al 100%, y que posiblemente sea el 100% de tu tiempo libre. En el parque con tu hijo, no whatsappeas o hablas por teléfono con tu jef@ pero sí podrás aprovechar para tomar el sol.
Somos conscientes de que la base para que la familia funcione son los padres. Por lo tanto, cuidar la relación de pareja es la prioridad, y esto significa buscar ese “tiempo de calidad”, no solo para los hijos, sino por encima de todo para la pareja.
Es bastante común que el tema de conversación gire en torno a lo último que ha aprendido el niño o a la trastada que ha hecho…y no está mal hablar de ello, porque los hijos son asunto de los dos, pero no se puede convertir éste en el monotema.
Todos necesitamos hablar de nuestras ilusiones y proyectos, así como de nuestras inquietudes y preocupaciones, y hasta del último cotilleo de la oficina o “no sabes lo que me dijo ayer la vecina”. Y cuando buenamente se pueda…una escapadita de fin de semana, o una cena más especial, o lo que se sea que nos sirva para alimentar nuestra intimidad.
La base para que una familia funcione son los padres, por tanto, cuidar la relación de pareja es prioritario
Una familia no es mejor por tener más o menos hijos. Tanto mi marido como yo venimos de familias numerosas, y por experiencia hemos comprobado que es una de las mejores cosas que le puedes dar a un hijo son hermanos. Necesariamente se aprende a compartir, a negociar y a tener más paciencia. Y como suelen llegar de uno en uno, es posible amoldarse poco a poco, tanto en el espacio en casa, como en el coche, como en las cuentas. No negamos que esto haya supuesto y suponga sacrificio, pero si alguien nos pregunta siempre le recomendaremos que tenga tantos hijos como pueda.
No nos consideramos ni locos ni valientes, sino inmensamente afortunados de haberlos podido tener porque los hijos te dan la vida. Cada uno de nuestros hijos ha sido realmente querido y deseado. Pese a los inoportunos comentarios tipo“no tendréis televisión” o “sabes que existen métodos anticonceptivos”, entendemos que es un tema de la intimidad de la pareja donde no es necesaria una justificación externa. Por otro lado, me parece importante que una pareja que quiere planificar la familia, tenga a su disposición la información de los distintos métodos, para que su decisión sea libre y consecuente, acorde a su estilo de vida.
Eva Corujo, en bebeymujer.com/
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