Y decía: «El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega». (Mc 4, 26-29)
“Tu hijo es como una semilla. Dentro ya tiene lo que le hace falta para convertirse en aquello que es en potencia. Simplemente crea las condiciones para que el talento que ya está dentro brote por sí solo. Confía en tu hijo, él lo lleva dentro”.
¿Cómo descubrir y potenciar el talento de nuestros hijos? Esta es la interesante y trascendente pregunta que Jaume Roset (coach experto en talento que forma a ejecutivos y managers en el desarrollo del liderazgo, el talento y las habilidades directivas) quiere contestar con esta ponencia en la que nos cuenta la historia de Marc, un padre, que acude a un maestro muy poco ortodoxo para que le ayude a descubrir y potenciar el talento de su hijo.
Jaume Roset nos contó una historia sobre talento y niños. Un padre, Marc, se preocupaba muchísimo por los niños: por llevarlos a un buen colegio, darles mucho cariño pero tenía un hijo que no sabía cómo acompañarle para que encontrara su camino. Habló con su mejor amigo, Francesc, sobre este tema y este le dijo que conocía a un maestro.
Marc, confiando en su amigo, fue a ver al maestro a una zona entre montañas apartada de la ciudad. Era un señor de pelo blanco y ropa austera. El maestro lo llevó a una estancia diáfana y amplia donde solo había un sofá. Marc le contó: “Tengo un hijo de casi 14 años y no tengo ni idea de qué quiere hacer con su vida y no sé cómo acompañarlo para que pueda descubrir aquello que le apasiona”. El maestro le dijo que disculpase, que tenía que ocuparse un momento de algo urgente, y se fue. Marc, cada vez más nervioso después de un tiempo, quiso irse. Y justo cuando se disponía a hacerlo llegó el maestro, que le contó que hacía unos días había llegado un señor misterioso y le había dado una semilla. “No tengo ni idea de qué es”, le dijo el maestro a Marc mostrándole la semilla. “¿A ti se te ocurre qué podríamos hacer para descubrirlo?”, le preguntó el maestro. Marc empezaba a cabrearse y le contestó: “Podríamos plantar la semilla, regarla y con un poco de suerte eso empezará a brotar y descubriremos qué es”. El maestro dijo: “Claro, si la semilla tiene agua se sentirá a gusto para poder crecer. Podemos ponerle abono para que la semilla coja fuerza y crezca”. Marc se ennfadó mucho con el maestro: “He pedido permiso en el trabajo, he conducido 45 km, te comparto una gran preocupación y ¿me hablas de una semilla?”. El maestro, “a su bola: “Y un foco de luz, claro, las plantas necesitan luz”. El maestro dijo que se iba porque era su hora de meditación y le dejó su número de teléfono: “Un día de estos me cuentas cómo va todo”, le dijo. Marc estaba muy enfadado. Por la tarde quedó con Francesc y le transmitió que aquella visita al maestro le parecía una tomadura de pelo. Pero Franncesc le dijo: “Marc, te ha contestado”.
“Tu hijo es como una semilla. Dentro ya está el talento, dentro ya tiene lo que le hace falta para convertirse en aquello que es en potencia. Lo que quiere el maestro es que tú seas como un jardinero. Simplemente crea las condiciones para que el talento que ya está dentro brote por sí solo. Confía en tu hijo, él lo lleva dentro”.
Francesc le contó que él era curioso con sus hijos, les preguntaba: “¿Cómo te sientes con esto que te gusta?”. “La curiosidad es el agua para la semilla”, nos dice Jaume. Francesc le contó que a su hijo que le apasionaba la música lo llevó a una escuela para potenciar ese talento. “Potenciarlo, crear las condiciones para que se pueda desarrollar, eso es el abono”, nos dice Jaume. Francesc le contó que al principio tocando la batería fue mal, pero de nuevo, con curiosidad, le preguntó que otro instrumento quería tocar “y me enfoqué en lo que sí tenía”. Marc se acordó del maestro: “Pusiste el foco de luz en aquello que sí tiene”.
“Vuestros hijos son una semilla y vosotros sois los jardineros”, concluye Jaume.