La unión con el Papa es “garantía de la fe y de continuidad de la Iglesia católica”.
Como habían anunciado, un centenar de párrocos católicos alemanes han bendecido el 10 de mayo a las parejas que así lo pidieron, con independencia de su “orientación sexual”; la acción coordinada en Twitter con el hashtag #liebegewinnt (el amor vence) se ha convertido en una protesta expresa y abierta contra la nota (Responsum) de la Congregación para la Doctrina de la Fe del pasado mes de marzo, en la que se decía: “Dios no bendice ni puede bendecir el pecado”.
“No son una señal útil”
Si bien el Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Mons. Georg Bätzing, declaró el 28 de abril que consideraba que tales acciones públicas “no son una señal útil ni marcan el camino a seguir”, pues las bendiciones litúrgicas tienen “su propio significado y su propia dignidad”, algunos obispos alemanes afirmaron que no actuarían contra los sacerdotes que quisieran celebrar tales ceremonias.
En la página web oficiosa de la Conferencia Episcopal Alemana, katholisch.de, la profesora de Dogmática en la Facultad de Teología Católica de Erfurt, Julia Knop, contestaba a Mons. Bätzing: “Por supuesto que el hecho de que se celebren a la luz del día en una fecha común y que esas acciones estén coordinadas es una señal. Una señal que no se dirige en primer lugar contra la Congregación para la Doctrina de la Fe; su negativa a bendecir uniones homosexuales proporciona, sí, la ocasión; pero la señal de hoy se dirige en primer lugar a aquellos que, por su orientación sexual, hasta ahora podían esperar de la Iglesia, como mucho, compasión y que según el Responsum no debían considerarlo como «discriminación injusta». Con su bendición y su oración, pastores y comunidades católicos dan una señal de solidaridad eclesial”. Dando la vuelta a la afirmación de la Congregación, afirmaba que dichos pastores “están convencidos de que no pueden negar la bendición de Dios”.
La unión con el Papa: garantía de fe
Si bien los principales medios de comunicación -incluyendo la primera cadena de la TV pública- se congratulan por ese acto de “desobediencia contra Roma” como si se tratara de ganarle un pulso a la Congregación, no faltan las voces críticas; por ejemplo, la Iniciativa Pontifex -un grupo de católicos jóvenes que defiende que “no se trata de cambiar la doctrina, sino de predicar la fe”- ha publicado un comunicado en el que afirma: “con estas acciones, los que la llevan a cabo ofenden al Pueblo de Dios; no olvidemos que nuestra fe es católica romana” y que eso no es algo meramente decorativo, sino que “constituye el núcleo de nuestra identidad”. Rechazar las afirmaciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe “pone en peligro la unidad y la catolicidad”, pues la unión con el Papa es “garantía de la fe y de continuidad de la Iglesia católica” y la desobediencia activa, o el consentimiento de esa desobediencia divide a la Iglesia.
La unión con el Papa es “garantía de la fe y de continuidad de la Iglesia católica”.
El autor y editor Bernhard Meuser -a cuya iniciativa se debe, por ejemplo, el catecismo juvenil YouCat- escribe al respecto: “El amor es un momento esencial en la revelación divina. Desde el Génesis y en todas las Sagradas Escrituras se describe exactamente como una unidad formada por varios elementos: que sea un asunto entre hombre y mujer, que sea exclusivo, que sea para siempre y que en ese amor (y no en otros) se produzca una unión carnal de la que procede una nueva vida. Ese amor es ‘imagen y semejanza’ del amor que es Dios mismo.
El fenómeno del amor homosexual no se menciona en ningún lugar de la Escritura. La Iglesia contempla esa realidad como expresión de una ‘amistad’ que supera un límite determinado”. La acción no trata —continúa— de “superar simbólicamente la discriminación y de demostrar litúrgicamente la bondad infinita de Dios para todas las personas.” De lo que se trata es de que se reconozcan esas uniones como matrimonio: “Desean que el ‘matrimonio para todos’ aparezca como Apartado B en el Rituale Romanum”.
La Iglesia bendice las personas
Según la conocida periodista Birgit Kelle, “por supuesto que la Iglesia bendice también a los homosexuales… a cada uno individualmente; pero no bendice todo lo que hacemos. ¿Quién necesita a una Iglesia que bendiga todo, que diga ‘amén’ a todo, independientemente de que esté en consonancia o en contraposición a sus propias reglas?” Para esta periodista, la bendición de uniones homosexuales ha de verse en un contexto más amplio: “El LGBT y el feminismo interseccional se han introducido en la Iglesia”.
¿Quién necesita a una Iglesia que bendiga todo, que diga ‘amén’ a todo, independientemente de que esté en consonancia o en contraposición a sus propias reglas?
El denominado Comité Central de los Católicos Alemanes que pretende representar a los más de 22 millones de católicos alemanes acaba de decir que a partir de ahora empleará el ‘lenguaje inclusivo’ porque quiere respetar a todos los géneros e identidades sexuales, aunque Dios solo haya creado dos. Junto al matrimonio para todos (bendición de uniones homosexuales) se busca el ministerio para todos (sacerdocio también para mujeres) y el sexo para todos (abolición del celibato): Sex Meets Church.”
Una acción clerical a un sector minoritario
Y Regina Einig, redactora de Die Tagespost, establece un paralelismo con los divorciados que han vuelto a casarse por lo civil, “que supuestamente tenían hambre de recibir la comunión”. Como entonces, “el deseo de un ritual de pertenencia a una comunidad no puede responder la pregunta de hasta qué punto la nostalgia de Cristo es el motivo para participar en dicho ritual”. Además llama la atención sobre el hecho de que en la opinión pública predominen, en este contexto, las “voces de clérigos que argumentan de modo sesgado.
De ellos se trata principalmente: de lo que piensan sobre las decisiones en conciencia, sobre el magisterio, la obediencia, la pastoral, etc. A algunos párrocos ni siquiera la baja demanda de parejas homosexuales deseosas de recibir la bendición les impidió exhibirse en los medios. En este sentido, la iniciativa «el amor vence» ha sido una acción clerical y al mismo tiempo imagen de una Iglesia autorreferencial contra la que el Papa Francisco advierte con insistencia”.