Nunca antes se había intentado asesinar a un Papa de este modo. En el Vaticano y ante una multitud.
La corresponsal de Televisa, Valentina Alazraki, estaba en Roma por aquel entonces.
“Desde el punto de vista humano yo creo que fue un shock. Fue un trauma porque ahí descubrimos que el Papa era una persona vulnerable”.
Y desde el punto de vista profesional tuvo que afrontar el reto de llenar programación hasta que se supieran más detalles.
“Bueno, yo salí disparada, llegué a la Stampa Estera, la oficina de la Stampa Estera para coger un teléfono. En ese momento mi empresa, Televisa, abrió el canal, interrumpió todas las transmisiones y yo estuve 5 horas al aire con mi jefe Jacobo Zabludovsky, en esta transmisión especial en la que él no hacía más que preguntarme: '¿y cómo está el Papa?'. Y sabíamos que el Papa estaba en el quirófano por más de 5 horas pero no había Internet, no había celulares, no había tuits, no había nada”.
Y después de saber que había sobrevivido tocó seguir con la segunda parte de la historia: el Papa que se deja fotografiar en el hospital durante su convalecencia.
“Ahí descubrimos la inmensa humanidad de Juan Pablo II que quería que su vida fuera una caja de cristal y quería compartirlo a todos. Sus momentos buenos, momentos malos, alegrías y sufrimientos. Esa fue la primera imagen de lo que sería un largo Via Crucis que todos compartimos con él porque él lo quiso así”.
Juan Pablo II atribuyó su supervivencia al atentado a la intercesión de la Virgen de Fátima, pues ese día era 13 de mayo. De hecho, en la corona de esta advocación, que está en Portugal, descansa la bala que por por poco se cobra su vida.