Diccionario Bergoglio: las palabras clave de un Pontificado
Está prevista para las 18:00 de esta tarde la presentación online, en Youtube y Facebook de las Ediciones Tierra Santa, del libro “Diccionario Bergoglio: las palabras clave de un Pontificado”, último trabajo de Francesc Torralba, docente de filosofía y antropología en la Universidad Ramón Llull de Barcelona, consultor del Pontificio Consejo de la Cultura. Un viaje a las palabras para captar su profundidad e iluminarlas, un itinerario por las expresiones acuñadas por Francisco que se convierten en ejes de su magisterio, síntesis de conceptos altos y fácilmente accesibles a todos. Un recorrido que parte de entrevistas, discursos, encíclicas, homilías y documentos oficiales. Analizando los neologismos del Papa Francisco, aclara expresiones y frases a veces mal interpretadas. “Las palabras muestran una realidad −explica− que cambia y en el caso del Papa ofrecen al mundo la esperanza”.
“Muchas de esas palabras −escribe el autor− forman parte de la forma mentis de Jorge Mario Bergoglio. Ya las utilizaba, en su magisterio oral y escrito, mucho antes de subir al solio pontificio, cuando era sacerdote en Buenos Aires”.
¿De ahí la decisión de hacer el “Diccionario de Bergoglio”?
Mi libro nace con las ganas de captar cuáles son las palabras, las categorías, los conceptos fundamentales de este Pontificado. Veo que hay una unidad de pensamiento, una grandísima originalidad en el modo de representar y entender aspectos de la condición humana, del mundo. Me parece que esta es la clave de comprensión, incluso para quien no forma parte activa de la Iglesia, porque ve en el Papa Francisco un mensaje de esperanza positivo. Un mensaje que se puede entender porque es un lenguaje poco intraeclesial y más extraeclesial, para quien está alejado, y esto me parece muy interesante. Por ejemplo, cuando Francisco habla de la globalización de la indiferencia subraya el problema de la indiferencia respecto a la tierra, respecto al otro, respecto al extranjero, respecto a Dios, o bien toda la reflexión sobre las periferias del mundo, las periferias existenciales. Son palabras, expresiones que no tienen una sola lectura teológica sino también una lectura desde el punto de vista laico y eso hace llegar el mensaje hacia fuera. Para mí ese es el deseo de este Papa; salir de sí mismo para llegar al otro y hacer llegar la buena nueva, el Evangelio.
En la historia de Bergoglio esta propensión a crear neologismos no es nueva.
Cierto, hay categorías y palabras en español, pero en un español con acento argentino que es muy difícil de traducir. Por esa razón en el Diccionario Bergoglio hay dos voces que están en español, por ejemplo “balconear”, la actitud de estar en la ventana y observar al otro pero sin hacer nada. Es esa actitud pasiva de ver las tragedias del mundo y quedarse tan tranquilo. Luego está “primerear” que quiere decir ser el primero en hacer algo, no estar pasivo, no ser una persona que espera, tener la fuerza y las ganas de hacer algo. Me parece interesante.
¿Cómo ha logrado explicar las palabras sin tener la posibilidad de mostrar el gesto que acompaña los neologismos del Papa Bergoglio? A menudo son precisamente los gestos los que mejor explican el sentido de un término, de una palabra...
Ciertamente esa es una gran dificultad porque el Papa habla también con gestos, con las manos, y habla con los ojos, habla con su ropa, habla con la disposición de su cuerpo en el espacio. El Papa habla más con los gestos que con las palabras, dice más cosas con lo que hace. Esto se ha dicho muchas veces pero también en el mensaje verbal, en las palabras, hay una fuerza innovadora, a nivel filosófico y teológico que alguna vez no se ha destacado. El Alzheimer espiritual es un término que no existía en el Pontificado de Benedicto XVI o de san Juan Pablo II. Es evidente que hay una innovación, un crecimiento, una complejidad, y que cada Papa aporta su originalidad, su singularidad como don a la Iglesia y en la historia de la Iglesia.
En su camino de descubrir neologismos, ¿hay términos que, para usted, han sido malentendidos por la opinión pública?
Sí, eso es muy fácil porque para entender bien un concepto necesitamos tiempo, por ejemplo, para comprender la globalización de la indiferencia o la mundanidad espiritual. Son palabras que a priori parecen muy fáciles, pero hay un fondo, un substrato que si uno va rápido no entiende bien. Creo que esa es la dificultad, porque se lee la frase pero no se lee el contexto donde se encuentra, y entonces se llega a falsas conclusiones.
¿Hay una palabra que haya descubierto en estos neologismos y que haya apreciado especialmente? ¿Una palabra preferida en el diccionario Bergoglio?
A mí me gusta “uscire da se stessi” que en la lengua materna del Papa es salir de uno mismo, es una Iglesia en salida, un creyente en salida, porque para mí es la expresión de la esencia de la vida del cristiano, que es salir para ir a encontrar al otro y sobre todo al otro vulnerable y frágil. Es salir para comunicar aquello en lo que se cree y para cuidar al otro, contra la tendencia a quedarse quieto, a estar cómodamente en casa, en su propio mundo.
Las palabras son el espejo de una sociedad que cambia. ¿A través de las palabras de Bergoglio hay una nueva mirada a la realidad de hoy?
Sí, creo que nos ayuda a entender que hay un nuevo mundo que surge y que otro está acabando, todos estamos en esa transición. Creo que la misión de este Papa es sobre todo la de entender este mundo, lograr comunicar un mensaje de esperanza. Porque cuando todo está en crisis, crisis sanitaria, crisis económica, crisis social, cultural, crisis antropológica es muy fácil caer en la desesperación. Pensemos en la Laudato si’, el objeto central es el de reflexionar sobre las transformaciones ecológicas del mundo, sobre la crisis climática, y es muy fácil llegar a la conclusión de que estamos en el punto de no retorno, pero en el Papa Francisco quiere decir que todavía hay una posibilidad, que si hacemos una conversión ecológica podemos cambiar. Creo que la virtud más fundamental que el Papa quiere comunicar a los demás es la esperanza.
Fuente: vatican.news
Traducción de Luis Montoya
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