Se avecinan tiempos quijotescos en los que la familia será nuestra mejor defensa frente a todo lo que el futuro nos depare
Entre los cafés y los dulces, que en mi opinión siempre debe haber tras una buena comida, saltó a palestra el tema de las relaciones actuales. Los temas amorosos suelen suscitar entre los más jóvenes todo tipo de esquivas, puede que el miedo o la vergüenza de parecer sensibles sean la causa de tanta filigrana para salir airosos del envite. Sin embargo, dejar a un lado los quehaceres sentimentales raramente suele ser sinónimo de éxito en lo que a conquistas se refiere. Más si cabe en los días que nos ha tocado vivir. Necesitamos, y con urgencia, familias. Lo que equivale a necesitar amor, y del bueno.
Quien nos iba a decir que la solución frente al problema demográfico que lleva años expandiéndose en nuestro país residiera en el amor. Ningún experto político ha sabido dar con la tecla. Pero es que nos ha tocado defender lo que para muchos es indefendible. El posmodernismo, también se ha llevado por delante al amor y como consecuencia a la familia. Lejos han quedado las familias numerosas. Son nuestros padres, los últimos representantes de aquellas grandes familias que antaño ocupaban las plazas y los parques de la ciudad. Donde las comidas y las cenas eran dignas rivales logísticas de la concentración de una equipo de futbol.
Se avecinan tiempos quijotescos en los que la familia será nuestra mejor defensa frente a todo lo que el futuro nos depare
El posmodernismo, abanderado de la libertad sexual y genérica de la que tanto hace gala, es el responsable. Y puede que en cierta medida todos tengamos algo de culpa por permitir que se llevase por delante el motivo de nuestra existencia, la familia. Como bien decían los presentes alrededor de la mesa, en medio de un mundo que camina de manera estrepitosa hacia las relaciones abiertas, aquellos que entre nuestros sueños se halle formar una familia y llenar el mundo de vida seremos los bichos raros de la sociedad. Se avecinan tiempos quijotescos en los que la familia será nuestra mejor defensa frente a todo lo que el futuro nos depare. Es en el seno de una familia donde se aprende lo que es el amor, que lejos está en mi opinión de todo lo que tenga que ver con lo material. Aunque muchas veces ayude a mantener viva la llama. Pero una relación significa muchas cosas. Sacrificio, comprensión, sinceridad, lealtad. En ella tienen cabida los errores que como seres humanos todos cometemos, pero sobre todo tiene lugar el perdón, la concordia, la reconciliación y la paz. Porque sin el amor que un padre puede sentir por un hijo, jamás tendrán lugar los sacrificios que este requiere. Sin el amor entre aquellos que han decidido casarse y formar una familia, jamás habrá luz cuando la oscuridad que genera un contratiempo llegue.
Todas las cosas que puede darnos una familia jamás se podrán comparar con las posmodernas relaciones que tanto se empeñan en implantar en nuestra sociedad. Es por ello por lo que debemos seguir peleando por un futuro donde las familias y sus hijos sean la base de la sociedad.