En la carta correspondiente al mes de octubre, el Prelado del Opus Dei medita sobre el momento de la fundación de la Obra y la canonización de san Josemaría
Son muchos los acontecimientos que le llevan a Mons. Javier Echevarría a dar gracias —Grátias tibi, Deus, grátias tibi!, como lo hacía san Josemaría—, porque al recorrer los días de este mes, volverán a nuestra memoria tantos aniversarios, tantos hitos de la historia del Opus Dei, que –como escribió muchas veces san Josemaría– es verdaderamente la “historia de las misericordias de Dios”, que ahora nos toca hacer a nosotros.
Cita en primer lugar el reciente 2 de octubre, 84º aniversario de la fundación del Opus Dei en que lo quenuestro Padre ‘vio’ (…) después de haber celebrado la Santa Misa, se contempla ya como una realidad universal, una luminaria que guía a innumerables personas del mundo entero, enseñándoles a convertir todas las tareas honradas –las de cada jornada– en caminos que conducen derechamente a la santidad; caminos que el mismo Dios ofrece a mujeres y a los hombres, y recuerda las palabras que hace diez años proclamo el beato Juan Pablo II con motivo de la canonización de san Josemaría, el 6 de octubre de 2002: «Su vida y su mensaje han enseñado a una inmensa multitud de fieles —sobre todo laicos que trabajan en las más diversas profesiones— a convertir las tareas más comunes en oración, en servicio al prójimo y en camino de santidad». Por eso, añadía este gran Pontífice, «con razón se le puede definir como "el santo de la vida ordinaria"».
Recuerda el Prelado cómo afloraba muchas veces su confianza en sus hijas y en sus hijos, de entonces y de todos los tiempos futuros. A la vez, añadía que no cesaba de insistir al Señor que cundiera entre ellos una ‘idea madre’, de modo que fuese una constante en el alma de cada mujer y de cada hombre del Opus Dei: que no estamos haciendo una tarea buena, de mayor o menor categoría, sino que Dios nos ha metido en un designio divino de entero servicio a la Iglesia, a las almas, a la humanidad (…), y asegura que hemos de avanzar siempre por las sendas que abrió nuestro Fundador con plena fidelidad al querer divino, sin apartarnos en nada del camino que nos marcó con sus enseñanzas y su vida santa.
En referencia a la peregrinación de Benedicto XVI al santuario de Loreto, el pasado día 4, insiste: acompañémosle pidiendo la intercesión de la Santísima Virgen por los frutos de esa Asamblea y del Año de la fe, que se inaugurará el 11 de octubre. Os he enviado, hace pocos días, una larga carta sugiriendo modos concretos de participar en este Año; por eso, no me detengo más en este punto. Sólo os insisto en que recorramos estos meses muy cerca de nuestra Madre la Virgen, cobijados bajo su manto (…).
Al final de su Carta pide a todos que de cara al nuevo año de la historia del Opus Dei, os encarezco que renovéis el afán apostólico en cada jornada. Lancémonos con optimismo a sembrar la doctrina de Cristo a nuestro alrededor, entre las personas con quienes tratamos más o menos directamente; y en todo el mundo, con ansias de difundir la fe católica y el espíritu de la Obra por todas partes, mediante la oración y el trabajo santificante y santificado. ¡Cuántas personas nos esperan, en los lugares donde ya trabajamos establemente y en muchos otros!, y sugiere que la convocatoria del Papa con la Carta apostólica Porta fídei, ha de traducirse en un tiempo especial que informe la vida de todos los hijos de Dios, por el robustecimiento de nuestros deseos de santidad y por la expansión apostólica que el Señor desea que se lleve a cabo. Os sugiero que encomendéis estas intenciones a la intercesión del beato Juan Pablo II, cuya memoria litúrgica se celebra el próximo día 22.