El autor reflexiona sobre la“alianza entre ciencia y ética para la solidaridad postpandemia”. A su juicio, el coronavirus nos interpela, con Francisco, a rescatar el humanismo solidario frente a los riesgos del“virus todavía peor del egoísmo indiferente”
En el baúl de los recuerdos de algunas élites ilustradas duerme una leyenda que enfrenta a la Iglesia con la ciencia y el progreso. El contraste con ese mito escurridizo −que tenazmente evade su erradicación, especialmente entre los desatentos o los hiperseguros− se hacía notorio en los llamados de Benedicto XVI a “ampliar la razón” e introducir la lógica científico-instrumental en el marco más abarcador del conocimiento sapiencial, filosófico y teológico, como fuentes válidas de conocimiento y sentido para la vida en común.
En esta línea, la expansión del Covid-19 encuentra a la Iglesia rezando a Dios por “el fin de esta prueba” desde la cercanía con los que sufren; pero, también, por agentes sanitarios, políticos, economistas y especialistas de todo tipo que buscan ofrecer soluciones a los múltiples problemas profundizados por el virus, todos a la espera del desarrollo de una vacuna.
La encíclica Laudato Si’ –el documento más citado de la Paris Climate Conference 2015−, cumplió cinco años el 24 de mayo. Hoy, entre las cifras estremecedoras de la pandemia, se perciben con mayor nitidez las contradicciones y desbalances del autosuficiente paradigma tecnocrático criticado por el Papa. Sin embargo, “como la niebla que se filtra bajo la puerta cerrada”, argumenta poéticamente, “la auténtica humanidad, que invita a una síntesis, parece habitar en medio de la civilización tecnológica”. Así, la bruma del coronavirus nos interpela, con Francisco, a rescatar el humanismo solidario frente a los riesgos del “virus todavía peor del egoísmo indiferente”.
Como respuesta para llevar a la práctica el espíritu de la encíclica en los desafíos que tiñen el horizonte, el Dicasterio para la promoción del desarrollo humano integral anunció el 16 de mayo, en conferencia de prensa, su respuesta a la crisis a alimentaria y ecológica del Covid-19. El cardenal Turkson recordó que el Papa los había convocado a superar un mero “prepararse para el futuro” para trabajar en “preparar el futuro”: el desarrollo de una interconexión ética y científica en busca del progreso multidimensional. Así nació la Vatican Covid-19 Commission, a partir de la colaboración de la Santa Sede y Cáritas Internacional, para brindar −como explicó Mons. Duffé− propuestas concretas y reflexión sobre “las relaciones entre las dimensiones sanitaria, ecológica, económica y social de la crisis”, en el acompañamiento de los que sufren, el apoyo a nuevas formas de cuidado de la naturaleza y los seres humanos, y en la apertura de nuestras puertas para ofrecer ayuda.