En estos momentos deseo que encuentre satisfacción a su nostalgia del Absoluto: más que un pensamiento estéticamente elevado, que una ética y una cultura…
Acaba de fallecer George Steiner el crítico literario y pensador, pues él mismo no se consideraba filósofo. Un hombre judío nacido francés de familia vienesa que tuvo que emigrar a Estados Unidos por el nazismo, y después en el Reino Unido. Profesor en varias universidades y escritor prolífico para defender la cultura europea. Como es sabido se resume en los tres pilares famosos: el pensamiento griego, el derecho romano, y el corazón cristiano. Entre sus obras más difundidas están: Presencias reales, Errata, Lenguaje y silencio, Después de Babel, y Nostalgia del Absoluto, a la que me refiero a continuación.
Su diagnóstico
Por muchas vueltas que le demos, la religión no es un invento humano porque antes es ya un invento divino, que ha creado el universo entero y lo ha puesto en nuestras manos para colaborar con Dios hasta la plenitud final. Lo que algunos no llegan a entender es que afirmar a Dios es afirmar al hombre, y viceversa: valorar al hombre y respetar su dignidad es camino para encontrar a Dios. Por ahí transcurre el pensamiento de Steiner: hace un buen diagnóstico de la crisis de la cultura occidental y atisba alguna solución, si bien no da en la clave última.
En Nostalgia del Absoluto, George Steiner considera que nuestra época se caracteriza por ese sentimiento de búsqueda de Dios, aunque por caminos inciertos cuando ha abandonado las grandes religiones monoteístas y se ha vuelto a las sectas y el esoterismo. Piensa que las grandes religiones, desde el judaísmo al cristianismo, han fallado en la modernidad dejando un vacío que han rellenado mitologías sustitutivas como el marxismo violento, el psicoanálisis freudiano enraizado en las pulsiones irracionales, y la antropología estructuralista de Lévy-Strauss cerrada a la trascendencia. Por eso crecen las pseudo religiones del esoterismo y las sectas milenaristas, que incluso se disfrazan de ecologismo, animalismo, o transhumanismo, podemos añadir.
Inseguro en la terapia
Steiner tiene esa apertura religiosa, siente nostalgia de Dios, piensa con libertad, defiende al hombre y la cultura occidental: conoce el cristianismo aunque le reprocha su falta de vigor para orientar a las nuevas generaciones. En peores condiciones se encuentran el judaísmo y el islam, contrario a la libertad, a los derechos humanos y a la cultura moderna. Sin embargo, Steiner no acaba de encontrar la práctica real del humanismo cristiano centrado en Jesucristo y en la mediación de la Iglesia.
En estos momentos deseo que encuentre satisfacción a su nostalgia del Absoluto: más que un pensamiento estéticamente elevado, que una ética y una cultura, pues es real como Verdad encarnada en Jesucristo, el Hijo de Dios con nosotros que ha muerto en la Cruz para la salvación de todos los hombres, de todas las razas y culturas. La fe y la caridad encarnadas han sido y siguen siendo -a pesar de las incoherencias de sus discípulos- la base de una sociedad humana que siempre está aprendiendo a convivir. Por ahí se encuentra la terapia más eficaz para la enfermedad diagnosticada por Steiner.