IN MEMORIAM. Mónica Herrero glosa la figura de María Teresa La Porte, exdecana de Comunicación de la Universidad de Navarra
En septiembre de 2005, Teresa La Porte estrenaba en la Universidad de Navarra una palabra que en la Facultad de Comunicación, nadie había usado hasta entonces: decana. Además, teniendo en cuenta que el decano anterior de nuestra Facultad había estado 9 años en el puesto, durante varios meses, mientras nos hacíamos al cambio, convivieron “el decano” y “la decana” en las conversaciones. Sin embargo, todos teníamos muy claro, desde el primer momento, quién estaba al mando. Por aquel entonces yo era Vicedecana de Alumnos y continué en ese puesto durante los tres años de gobierno de Teresa (para todos, Mateye), para después sustituirla como decana de la Facultad, en junio de 2008.
Con la ilusión de quien empieza a pilotar la nave, siendo más o menos consciente de que hacía historia, Mateye nos compartía en septiembre de 2005 a los colegas de la Junta Directiva, las prioridades para los tres años de gobierno que tenía por delante. Eran tiempos difíciles, con un incremento notable del número de Facultades en España, la amenaza de Bolonia, y los 50 años de la creación del Instituto de Periodismo, precedente de la Facultad, en el horizonte. Al rescatar el correo electrónico, ante el doloroso motivo de escribir estas letras, y leerlo en el horizonte del recién estrenado 2020, puedo decir, con la distancia de quien también ha dejado el decanato, que esas prioridades son ya realidades: carrera profesional del profesorado y acreditaciones; adaptación a Bolonia; oferta internacional de estudios; y mejora en la calidad y el número de nuevos alumnos.
A Mateye le gustaba mucho la palabra prioridades, pero creo que más allá de la sintonía con la palabra, vivía de y por las prioridades que ella tenía en la vida. Aunque las que fueran sus prioridades de gobierno para la Facultad sean hoy una realidad, en la última etapa de su enfermedad han brillado de modo especial las verdaderas prioridades de Mateye, que son con las que me quedo. Ahora resido en Roma durante la mayor parte del año, pero he tenido oportunidad de visitarla siempre que he ido a Pamplona, y de seguir muy de cerca su enfermedad gracias a sus personas más cercanas.
Me atrevería a señalar tres prioridades que han brillado especialmente. En primer lugar, una capacidad organizativa especialmente orientada al servicio. Si durante sus años de trabajo y gobierno, su orientación a la organización y la planificación era una cualidad a veces difícil de seguir, en estos últimos meses, Mateye nos ha regalado una extraordinaria capacidad para no dejar de contestar ningún mensaje; preocuparse por cómo organizar sus actividades durante sus bajas, e incluso en sus últimos días, querer salir de la Clínica para pasar una tarde en su casa dejando todo organizado. Y todo para hacer la vida más fácil a los que nos quedamos.
En segundo lugar, su familia (padres, hermanos, sobrinos y su familia del Opus Dei) y sus amigos, ante los que se ha sobrepuesto, sacado fortaleza de donde no la había, agradecido, escrito, etc. Estoy segura de que su última conexión al wapp habrá sido unos segundos escasos antes de morir, y eso más allá de su pasión por la comunicación y la relación, refleja la prioridad por un amor que es agradecido. Un colega, entonces Vicedecano, la calificó en su última reunión al frente de la Facultad, con un brillante juego de palabras, como la decana con Porte. Efectivamente, su elegancia, delicadeza, autoridad y firmeza la hacían valer el apellido. Sin embargo, yo diría que el porte de La Porte en estas últimas semanas, ha sido un reflejo de un amor comprometido.
Y finalmente, su amor a Dios en su vida, que ha brillado de un modo especial, con la luz de la Navidad, en esta etapa final. El 1 de enero, para arrancar el 2020, recibí una serena nota de voz de despedida de su parte, que el pudor me impide compartir. Sólo diré que me gustaría acabar también así mis días: agradeciendo, pidiendo perdón, acogiéndome a la ayuda y al cariño de los que quiero. Y sobre todo, esperando, como decía en el último mensaje que he recibido, tenernos presente cuando abrazara a Jesús por primera vez.
Como decana, abrió un camino en la historia del gobierno de la mujer en la Universidad, no solo de Navarra, sino española; como amiga, sé que me ayuda desde el Cielo para el camino de la vida. Y sé que esa será una prioridad.
Mónica Herrero Subías Profesora titular. Facultad de Comunicación. Universidad de Navarra.