Amor y fecundidad. Fuera de estas ideas la unión entre un hombre y una mujer no deja de ser un juego, el producto de unos sentimientos, con frecuencia la conjunción de egoísmos
En los tiempos que corren probablemente uno de los conceptos más difíciles de explicar es el de matrimonio. Parece una tontería, parece una obviedad, pero hablando con los jóvenes, no solo críos de bachillerato o apuestos universitarios, es fácil darse cuenta de que no se entiende, casi nunca, el porqué de una unión indisoluble. Hay que explicar muchas cosas, hasta el punto de que uno puede darse por vencido cuando en una reunión de amigos o de colegas intenta dar unas cuantas ideas sobre el tema. No se entiende. Hay demasiado egoísmo en el ambiente como para entender el amor.
En este clima surge un libro de gran utilidad. Publicado este año, “Cuerpos de gloria”, de José Brage, es un librito breve y tremendamente claro, aún cuando el mismo autor sugiera que hay que leerlo despacio. Recoge un tesoro poco aprovechado como son las catequesis de San Juan Pablo II sobre “La teología del cuerpo”. En 129 Audiencias, durante cinco años, el papa expuso lo que llevaba trabajando desde mucho antes, consciente de la importancia de esas enseñanzas de la Iglesia.
El título −Teología del cuerpo− que el Pontífice da a esas enseñanzas resulta ya un poco provocador. Seguro que más de uno se escandalizó pensando en cómo se puede hacer teología de algo “tan bajo”. Y quizá ese título estaba calculado para incitar a un interés que siempre es grande. Muy pocas veces, a lo largo de toda la historia de la Iglesia −ya no digamos de la Humanidad− se ha comprendido tan bien el valor del cuerpo, la santidad de las relaciones matrimoniales, la maravilla del amor humano.
Y toda esta teología se ha resumido de modo magistral en este librito de poco más de 150 páginas. Claro, detallado, erudito, sin perderse en circunloquios innecesarios, citando prácticamente solo la Sagrada Escritura, las enseñanzas del Papa y la Humanae Vitae, el autor va llevando al lector hacia los conceptos más importantes para entender el valor de la sexualidad humana y la maravilla del matrimonio.
¡Qué difícil es hoy explicar lo que significa castidad conyugal! Empieza exponiendo brevemente, pero de manera exhaustiva, la enseñanza de la Sagrada Escritura sobre el tema. Es de gran interés, sobre todo para el creyente, ser consciente de que todo lo que enseña la Iglesia está suficientemente explayado a lo largo del Antiguo y del Nuevo Testamento. Es un apoyo esencial. Y de esa enseñanza surge la idea fundamental del matrimonio como sacramento. La importancia de la Gracia para poder vivir la unión matrimonial.
El resumen sería: amor y fecundidad. Fuera de estas ideas la unión entre un hombre y una mujer no deja de ser un juego, el producto de unos sentimientos, con frecuencia la conjunción de egoísmos. “La castidad conyugal se manifiesta, en primer lugar, como esta capacidad de resistir la concupiscencia de la carne, pero luego, gradualmente se revela como capacidad singular de percibir, amar y realizar los significados del lenguaje del cuerpo, que progresivamente enriquecen el diálogo nupcial de los cónyuges, purificándolo, profundizándolo y, a la vez simplificándolo” (p. 150).
Ir al fondo, explorar los conceptos, entender lo que nos dice la Iglesia, comprender por qué es tan importante la castidad en el noviazgo −para entender el sentido del matrimonio−, son ideas que se manifiestan con claridad, leyendo despacio, meditando los conceptos. Es muy de agradecer el esfuerzo realizado por el autor por mostrarnos con tanta claridad la enseñanza de la Iglesia.