Si dejaran a las familias sembrar la paz que tanto precisa el mundo, acababan en menos que canta un gallo con todo el egoísmo, agresividad, incomprensión y odio que algunos se empeñan en alentar y difundir
En uno de mis posts del mes de julio escribí sobre el congreso internacional de Family Enrichment de la IFFD (www.iffd.org) que íbamos a celebrar los días 18 a 20 de octubre. Ha llevado por título: La Familia, el Rostro de lo Humano, y es la feliz causa que me ha impedido escribir durante dos semanas seguidas. ¡Qué plena es la vida cuando logras olvidarte un poco de ti mismo!
Salimos de Barcelona el jueves en plena convulsión social, llegamos a Londres en plena sacudida política y, al poco de llegar, nos encontramos con nuestros amigos ecuatorianos y chilenos, que están también viviendo momentos de agitación política y popular. Después, fuimos saludando a muchos otros, hasta los 70 países de los cinco continentes que forman parte de la IFFD. Aunque no todos pudieron estar físicamente, todos lo estuvieron en espíritu.
Subiendo anoche al avión de vuelta, me puse a revisar whatsapps y me encontré con una frase de mi querida cuñada y vecina, que nos ha acompañado a Londres para presentar un precioso proyecto de acción social, Familias sin Barreras, y que definitivamente me inspira este post: “que se quiten los políticos y dejen hacer a las familias!!!”
A los políticos los dejaré en paz, pero si algo me ha quedado claro al compartir estos tres días con 1.300 personas de los cinco continentes nuestra pasión por la familia es que, en efecto, si las dejaran a ellas sembrar la paz que tanto precisa el mundo, acababan en menos que canta un gallo con todo el egoísmo, agresividad, incomprensión y odio que algunos se empeñan en alentar y difundir.
Ha estado con nosotros Renata Kaczmarska, la responsable (focal point) del programa de familia de Naciones Unidas y nos ha confirmado una vez más lo que ya sabíamos: que la familia es el lugar del ser humano y el ámbito en que mejor se afrontan y solucionan todas las lacras sociales, y que cada euro de inversión en la familia tiene un retorno social mucho mayor que cada euro destinado al individuo.
Es cierto que las familias IFFD son familias especiales. No porque tengan especiales talentos o inteligencias, no porque acumulen riqueza o poder, no porque ocupen lugares de influencia o posición social o política desde donde puedan determinar el futuro de las naciones. Tampoco porque constituyan un grupo de presión ni por ninguna de las razones que la sociedad suele elogiar y reclamar.
Las familias IFFD solo tienen una cosa en común, su pasión por la familia, las suyas propias, en primer lugar, y las de los demás, después. Por eso, después de una dura jornada de trabajo llevada con la alegría que da saber que siempre te esperan en casa, deciden llenar buena parte de su tiempo libre con las familias de los demás, para compartir y descubrir juntos la belleza de la vida de familia.
Ahí, en la familia unida que lucha cada día por amar más y mejor, no caben los egoísmos, los vandalismos ni la violencia, ni influyen las diferencias de raza, religión, nación o ideología, porque la persona enraizada en la tierra fértil de una familia que se quiere acaba siempre buscando lo que une y construyendo sobre ello.
Ese es el ambiente fuerte que hemos vivido estos días, que podría resumirse con la expresión que utilizó hace unos años nuestro buen amigo Joachim Chu, presidente del Family Enrichment en Hong Kong: Family Enrichment culture. Créanme, una cultura a expandir. Y nosotros, desde la IFFD, lo seguiremos haciendo.