El 13 de octubre será canonizado John Henry Newman, una figura sugerente para el mundo de ayer y de hoy, a la que nos acercan Jack Valero, director de comunicación de la canonización y Melissa Villalobos, la mujer del milagro, a quienes hemos entrevistado
John Henry Newman será el próximo santo de la Iglesia católica. El 13 de octubre será canonizado en una ceremonia presidida por el papa Francisco, y en la que también lo serán cuatro personas más, todas mujeres: Giuseppina Vannini, María Teresa Chiramel, Dulce Lopes Pontes y Margarita Bays.
Una vida apasionante, una conversión que conmocionó a Inglaterra, y un potente legado intelectual, sugerente para el mundo de ayer y de hoy. Grandes temas como fe y razón, conciencia, política, educación, laicado, fueron ampliamente desarrollados en sus escritos.
Newman está más vigente que nunca: los problemas actuales, en gran medida, son similares a los de la Inglaterra victoriana de su época: entre otros, la compresión racional de Dios, la necesidad de la formación del laicado y la escrupulosa búsqueda de la verdad moral. Así lo entendió Benedicto XVI, quien le beatificó en 2010.
“Diez mil dificultades no hacen una duda”, decía Newman. Pero vencerlas sí hacen un santo. Gracias, san John Henry.
Con el propósito de acercarnos a una figura no siempre conocida en el mundo actual, y en particular fuera del ámbito anglófono, ofrecemos a continuación una entrevista a Jack Valero, director de comunicación de la Canonización de Newman, realizada dos semanas antes del evento.
Newman, el primer santo del Reino Unido en 300 años. ¿Una gota en el océano británico o el nacimiento de un río?
Cuando Newman se convierte al catolicismo en 1845 pierde su trabajo, sus amigos y hasta hay miembros de su familia que ya no le hablan más. Hacerse católico en Inglaterra en ese momento significaba perder todo. Con una labor continua a lo largo de 45 años, Newman provoca un gran cambio social en el país. Para cuando fallece en 1890 ya se ve bien que alguien se haga católico. Lo consigue casi solo. Abre una puerta a través de la cual vienen muchos famosos en poco tiempo: Oscar Wilde, R. H. Benson, G. K. Chesterton, Ronald Knox, Evelyn Waugh, Graham Green… La conversión es un camino aceptable socialmente gracias a Newman. Y quien sabe si alguno de los que le siguieron en el camino a la Iglesia le seguirán en el camino a los altares.
Saltamos de la isla al continente, ¿qué puede aportar esta canonización al resto del mundo, menos familiarizado con un cardenal que proviene del anglicanismo?
Aunque vivió hace más de un siglo, Newman es una persona que tiene mucho que decir al mundo de hoy. Su libro sobre lo que es una universidad, por ejemplo, es un clásico sobre la educación que sigue discutiéndose hoy día. Y no es solo una discusión abstracta: Newman mismo comenzó una universidad en Dublín y un colegio de secundaria en Inglaterra, y ambos perduran hasta el día de hoy.
Luego está su visión sobre el papel de los laicos en la Iglesia. Newman ya vio que el futuro de la Iglesia estaba en manos de los laicos y que para eso necesitarían una formación profunda. Sin embargo en su tiempo los católicos no tenían siquiera acceso a una formación intelectual de calidad, y mucho menos a una formación doctrinal-religiosa al nivel necesario. De hecho su visión no pudo hacerse realidad hasta cien años más tarde.
Newman se pasó la mitad de su vida como anglicano y la segunda mitad como católico. En su primer periodo predicó muchos sermones como párroco de St Mary the Virgin, la iglesia anglicana universitaria de Oxford. Cuando al paso de los años, ya como sacerdote católico, publica sus sermones de la época anglicana, lo hace casi sin cambios, aduciendo que lo que creía entonces lo sigue creyendo con pocas excepciones.
Las conversiones son fruto, en primer lugar, de la acción del Espíritu Santo. El joven Newman acompañó esa gracia divina con mucho estudio, lecturas y reflexión. Esta búsqueda, que requiere tiempo, apertura de mente y una incesante búsqueda de la verdad, es hoy un bien escaso. ¿Cómo encontrarse con Dios si ese encuentro, de entrada, no fascina?
Es cierto que la búsqueda de la verdad tal como lo hizo Newman es poco común en el día de hoy y tenemos que aprender a proponerlo de una manera más conectada con la sensibilidad actual. Newman comienza esa búsqueda y se dirige a los inicios, a los Padres de la Iglesia. Los lee con avidez y a través de esa lectura de los Padres, muchas veces en el original griego, llega a la convicción de que lo que busca está en la Iglesia Católica. Lo que llama la atención en el caso de Newman es ese buscar la verdad a donde quiera que lleve, siguiendo siempre la conciencia. Esto es algo que conecta con la sensibilidad de hoy y la búsqueda de autenticidad.
¿Algún suceso de su vida, quizá menos conocido, que muestre la humanidad, la caridad con los que le rodeaban?
Aparte de su legado intelectual, Newman fue un sacerdote que vivió en una iglesia de Birmingham más de 40 años, cuidando de los feligreses de todas las esferas sociales, con una labor pastoral escondida. Tanto es así que cuando murió salieron a la calle más de 15.000 personas de Birmingham a acompañar el féretro camino del cementerio. Muchos comentaron cómo les había ayudado personalmente en tiempos de dificultad.
Hay santos a quienes enseguida se les nombra “el santo de la alegría”, de los pobres, de lo ordinario… En este caso, ¿cómo podría ser recordado, en una o dos palabras?
Newman podría ser el santo de la amistad. Tuvo muchos amigos de todos los niveles, desde primeros ministros hasta el mendigo de la esquina. Sus más de 20.000 cartas recogidas en 32 volúmenes son un testimonio de sus muchos amigos.
Por otro lado, podría también convertirse en el santo de los periodistas: siempre le gustó mucho escribir y ser director de revistas y periódicos, desde poco después de llegar a Oxford a los 16 años, hasta casi el final de su vida. Se le considera uno de los mejores escritores de lengua inglesa del siglo XIX.
Si el cardenal Newman estuviera entre nosotros, ¿qué mensaje podría transmitirnos sobre la comunión eclesial y la defensa de la fe en el mundo actual?
Una cosa curiosa sobre Newman es que es admirado por todo tipo de católicos, tanto los considerados conservadores como los de tilde más progresista. Para mí esto es un logro muy grande del cardenal, que sabe predicar y escribir de manera que le entiendan y le sigan todo tipo de personas. En la actualidad, donde la sociedad está muy polarizada, incluso en algunos ambientes dentro de la Iglesia, Newman puede ser un punto de unión de gente muy dispar, de forma que todos podamos trabajar en la evangelización sin que nuestras diferencias sean un estorbo.
Un punto muy desarrollado por Newman es el de la absoluta primacía de la conciencia; de hecho, la definición de este concepto en el Catecismo de la Iglesia Católica es suya. Si el futuro santo levantara la cabeza y observara el descrédito actual de la palabra “verdad”…
Pienso que las enseñanzas de Newman sobre la conciencia, que provienen en gran medida del capítulo V de la Carta al Duque de Norfolk y que se han hecho oficiales en la iglesia por ser citadas en el Catecismo de la Iglesia Católica de 1992, adquirirán más importancia con el paso del tiempo, dado el individualismo y la ética de la autonomía que existen hoy en día. Newman habla de la conciencia como la voz de Dios, mientras que en general ahora está de moda considerar que, de una manera u otra, es creación del hombre. Como voz de Dios, Newman describe la conciencia como el vicario original de Cristo.
La buena formación de los laicos para mejorar la sociedad, el papel de los cristianos en la política o la universidad, fueron temas tratados con fuerza por el futuro santo. Parece que su mensaje conserva la validez en 2019.
Exacto. San John Henry Newman será un santo que nos va a ayudar mucho a ser cristianos consecuentes en nuestro propio ambiente en el siglo XXI. Yo animaría a la gente a leer primero una biografía y luego sus escritos: algunas meditaciones y sermones, su autobiografía espiritual Apologia Pro Vita Sua, la Carta al Duque de Norfolk, la Idea de la Universidad, los discursos sobre la Situación Actual de los Católicos en Inglaterra, etc.
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La vida de John Henry Newman abarca casi por completo el siglo XIX. Nació en Londres en 1801, y falleció en 1890. La primera parte de su vida fue anglicano, la segunda, católico. Su madre le enseñó, a él y a sus hermanos, a manejar la Biblia desde muy pequeño, pero no con el objetivo de prender en él la llama de la fe, de afianzar su creencia, sino más bien, para desarrollar el sentimiento religioso. Este dato será importante para entender el desarrollo filosófico en torno al asentimiento.
El joven Newman no contaba con ninguna base realmente religiosa. Era un estudiante brillante y muy activo que no se interesaba demasiado por los temas religiosos pues no había aprendido el sentido de amar a Dios. Pero en plena adolescencia, a la edad de quince años, enferma y tiene lugar, según sus propias palabras, su “conversión”. Tiene mucho tiempo para pensar y modificar ideas y se produce un encuentro personal con Dios, hasta entonces, inexistente. Durante la larga convalecencia y obligado -por motivos económicos- a quedarse en un internado durante varios meses, tuvo posibilidad de adentrarse en lecturas religiosas como The force of true, del calvinista Thomas Scott, lecturas que le mostraron cómo creer en un Dios vivo y a reconocer lo caduco de la vida terrenal.
Pronto decidió mantener el celibato y hacerse pastor anglicano para poder entregarse con mayor dedicación a los estudios. Entró en Oxford, primero como estudiante, convirtiéndose en docente más adelante y haciéndose muy conocido por sus sermones, en los que trata de encontrar un modo de regenerar la iglesia anglicana. Para ello, se interesa profundamente por el estudio objetivo de la historia del cristianismo, desde los Padre de la Iglesia, empresa que comienza en el año 1845, tras un par de años de retiro, vida cuasi monástica en la localidad de Littlemore -donde construyó una iglesia y donde yace enterrada su madre- y de estudio intenso sobre todo en torno a la fe católica, que cada vez le interesa más, y en la que descubre la continuidad de la Iglesia primigenia. En ese año, y mientras escribía ese trabajo acerca del desarrollo de la doctrina cristiana, toma la decisión de convertirse al catolicismo.
El 3 de octubre de 1845 es una fecha importante en su biografía. Escribe al director de su College de Oxford para comunicarle que abandona su puesto de tutor y docente. El mismo día fue recibido en la iglesia católica. Newman ha descrito en más de una ocasión la dificultad que entrañó ese paso. Lo ningunearon, dejaron de enviarle invitaciones a eventos, no era bien recibido en los círculos que frecuentaba, era centro de maledicencias... todo ello, por haber cometido el terrible crimen de ser católico entre protestantes. Poco después de su conversión, recibe la confirmación en Birmingham.
Un año después abandona los lugares en los que ha pasado 30 años y en septiembre viaja a Roma junto con un amigo, Ambrose St. John, igualmente converso. Allí es ordenado sacerdote de la iglesia católica. Poco después fue admitido como novicio de los oratorianos de Roma. De regreso a Inglaterra (Maryvale) funda en 1848 un oratorio junto con un grupo de jóvenes conversos. Dos años más tarde, en 1850, se dio vía libre al establecimiento de la jerarquía de la iglesia católica en Inglaterra. Newman intenta luchar contra los prejuicios y hace hincapié en la necesidad de que haya laicos católicos bien preparados, capaces de explicar su fe en todo momento, ya que siempre hubo periodos en la historia de la Iglesia en los que fue precisamente la comunidad de los creyentes los que preservaron la fe, más que ciertos papas u obispos.
Newman, no solo tiene que luchar contra los enemigos que le han surgido en el interior de la iglesia anglicana. Tras la publicación de la Apologia Pro Vita Sua (1864), en la que vuelve a exponer que la iglesia católica y romana es la iglesia que contiene la revelación sin aditivos falseados, también tiene que soportar fuertes críticas internas por la fundación del oratorio de Oxford el año 1859. Se trata de la cuestión de la preparación de los laicos, tan importante para Newman, y que era entendida como excesivamente progresista dentro de la iglesia católica.
El 15 de mayo de 1879 es creado cardenal por el Papa León XIII. Falleció en 1890 y fue beatificado en el 2010 por el Papa Benedicto XVI, en Inglaterra. El 13 de octubre de 2019 será canonizado, en Roma, por el Papa Francisco.
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Melissa Villalobos, abogada norteamericana, vive en Chicago. Madre de siete hijos. Al mes del quinto embarazo comienza a sufrir unas fuertes hemorragias internas. Los médicos le aconsejan reposo casi absoluto, como única manera de afrontar los meses siguientes. Era el año 2013. En un nuevo episodio de pérdida de sangre, pide con fuerza “Newman, haz que pare”. Y así fue: al instante cesó la hemorragia. Al poco tiempo nació Gemma, una niña normal, con buena salud, que hoy día tiene 6 años.
Ofrecemos una entrevista a Melissa, en la que nos habla de su devoción a Newman y de la importancia de la fe, que siempre puede crecer. En la web oficial de la canonización se puede ver un vídeo en el que Melissa cuenta los detalles del milagro.
¿Por qué acudiste a Newman? ¿Cómo arranca tu devoción por él?
Comencé mi devoción al cardenal Newman en 2011, después de que mi esposo, David, trajera a casa dos estampitas con su imagen. Puse una de ellas en el salón y la otra en nuestra habitación. Pasaba delante de ellas durante todo el día y me dirigía a él con frecuencia. Cada día le sentía más amigo, más cercano. Su rostro se veía tan santo y hermoso que me sentí atraída por él. Parecía tener una expresión en su rostro que coincidía con el ánimo de mis oraciones, y parecía como si realmente estuviera escuchando cada una de mis palabras. A partir de entonces, decidí buscar su vida y su trabajo porque iba teniendo más curiosidad por conocerle, y encontré un sitio web llamado newmanreader.org en Internet.
Yo soy una de las personas comunes a las que tanto quería, igual que aquellos, con quienes se intercambiaba cartas a lo largo de su vida
Comencé a leer sus obras, especialmente sus cartas a la gente común y corriente, y descubrí que no solo era un grandísimo intelectual, sino también una persona extremadamente amorosa y santa. ¡Leer sus palabras fue como encontrar un tesoro! Creía firmemente que él estaba en el cielo porque hacía mucho por los demás, los llevaba a la Iglesia y también visitaba a los enfermos y a los pobres. Nunca se jactó de todo el trabajo que hizo por la gente normal. Pedí su ayuda en mi momento de necesidad porque sabía que estaba en el cielo y que llevaría mi oración a Dios. Yo soy una de las personas comunes a las que tanto quería, igual que aquellos, con quienes se intercambiaba cartas a lo largo de su vida.
De entrada, se podría pensar que las prioridades de Newman podrían ir por la defensa de la fe, el diálogo entre las confesiones religiosas, etc. Es decir, un santo intelectual y serio, poco inclinado a atender los ruegos de una mujer embarazada…
El cardenal Newman era un hombre humilde y muchos desconocen cuánto ha hecho por la gente normal y sencilla, incluidos los enfermos y los pobres. En su primera misión en la iglesia, visitó a todos los feligreses que no le esperaban ni le necesitaban. También visitó a todas las personas enfermas, y muchas tenían enfermedades contagiosas como el cólera. Nunca se preocupó por contraer la enfermedad de otra persona. Siempre tuvo tiempo para los demás. También apoyó mucho a las familias, a las madres, y a sus hijos: estaba muy interesado en una esmerada educación de los niños. Todos los problemas de los demás le importaban. Curarme como una mujer embarazada es acorde con su amor por la gente común y también con su inmenso amor por la Virgen María, la mujer más grande.
¿Se puede medir la fe con que uno pide un milagro así? Es decir, a veces hay milagros, otras no. ¿Qué hacer para no cansarse de pedir?
La fe es una creencia que está no solo en la mente sino también en el corazón. Es saber que eres escuchado y amado, incluso cuando no obtienes lo que quieres. También hay que darse cuenta de que no obtener lo que uno quiere es para su bien mayor porque siempre estamos bajo el cuidado de Dios como nuestro padre. Es difícil de aceptar porque siempre pensamos que sabemos mejor lo que necesitamos, pero si confiamos en Dios como el Padre amoroso, sabemos que nunca nos abandona. Recomiendo que las personas recen al cardenal Newman para que nos aumente la fe. Nunca se tiene demasiada.
En español, “estar como una rosa” significa estar bien, con buena salud. Su hija Gemma, por ese agradable olor a rosas que apareció el día del milagro, se puede decir que Newman la conservará siempre “como una rosa”.
Newman siempre mantendrá a Gemma en sus manos amorosas y, de hecho, creo que guiará y cuidará a toda nuestra familia. Al curarme en mi embarazo con Gemma, él ha traído su amor a toda mi familia, y haremos todo lo posible para mostrarle nuestra gran gratitud, viviendo como lo hizo con una vida de oración preocupada por las necesidades de los demás.
Recomiendo que las personas recen al cardenal Newman para que nos aumente la fe
¿Le pedirás otro milagro el próximo día 13 de octubre?
Desde que se publicó la noticia de mi milagro, muchas personas me han pedido que rece por ellas al cardenal Newman. Estas oraciones por otros incluyen principalmente necesidades físicas y espirituales. Estaré rezando por todas estas personas, por mi familia, por el Santo Padre y la Iglesia en la misa de canonización. También rezaré por el Opus Dei. ¡Espero también que las personas del Opus Dei nos mantengan a mí y a mi familia en sus oraciones!
Fuente: opusdei.org
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