Desde España un estudio sobre el impacto de los medios de comunicación en la vida familiar
Cada vez más las familias se convierten en entornos multipantalla, donde conviven, al menos un televisor, un teléfono inteligente, una tableta, un ordenador y una consola de videojuegos. Este hecho está transformando aspectos importantes de la vida familiar. Las pantallas contribuyen significativamente a facilitar la gestión de la vida cotidiana, pero al mismo tiempo se han convertido en una fuente de conflicto y preocupación para los padres.
Estos y otros aspectos de la presencia y el uso de pantallas en la vida cotidiana fueron abordados en una reciente investigación española realizada en junio de 2018 sobre una muestra de 1.400 familias con hijos menores de 18 años. La encuesta fue encargada por empantallados.com, una plataforma para padres y madres, creada para promover el acompañamiento educativo en el mundo digital.
A través de una encuesta anónima realizada por GAD3, una empresa española de sondeos, se tomó una fotografía de familias con niños pequeños en su relación con la tecnología, y con las “pantallas” en particular. El estudio se enriquece con la reflexión de un experto que ayuda a contextualizar los datos y con algunos consejos de padres a padres, para ayudarles a comprender mejor esta nueva dinámica familiar. Los datos, comentarios, entrevistas y consejos se ponen al servicio de un propósito educativo razonable y razonado.
Ahora es común una escena familiar en la que cada miembro está consumiendo contenidos en una pantalla diferente, mientras que quizás alguien más está ocupado comprando en línea, y el niño habla con su abuela lejana, mostrándole sus notas en la escuela. Las nuevas tecnologías reducen las distancias. Pero, ¿qué está pasando con los más cercanos? ¿Las pantallas ayudan a la gestión familiar, a la relación con la pareja o con los hijos? La investigación española parte de estas preguntas para llegar a un diagnóstico de la situación actual y ofrecer una reflexión en profundidad sobre el tema.
La relación de las familias con la tecnología y las pantallas es paradójica. Las pantallas facilitan la gestión y la comunicación en el hogar, pero han introducido elementos de conflicto sin precedentes en su seno y, consecuentemente, desafíos educativos para los padres.
En la mayoría de los casos, el 66% de los encuestados encontraron el potencial positivo de utilizar pantallas para gestionar la vida familiar diaria, lo que no significa, sin embargo, que no se adviertan los elementos de conflicto. Dos, por lo menos, son las situaciones problemáticas: una exposición prolongada a las pantallas por parte de los hijos y contenidos e imágenes inadecuadas. “La necesidad de establecer límites claros a la tecnología y asegurar el equilibrio en las actividades de nuestros hijos −se destaca en la investigación− añade la importante tarea de saber lo que hacen en Internet. Los padres tienen un nuevo papel: la mediación entre sus hijos y la tecnología. Este acompañamiento debe basarse en la confianza y seguridad de quienes tienen criterios claros de actuación, lo que implica alertarlos sobre los riesgos de Internet, aprovechando las oportunidades que ofrece la propia tecnología. Estar cerca de ellos en sus conexiones a Internet, ver ciertas señales de alarma o hablar a menudo de lo que visitan en la web, son algunas sugerencias para convertir los temores de los padres en motores de acción.
Y así, cuando el uso de pantallas es excesivo, una forma de "desintoxicarse" podría ser dejar los dispositivos lejos de la mesa del comedor, fomentar el diálogo en la mesa; en el dormitorio, evitar quedarse dormido hasta tarde y con el teléfono móvil en las manos; en el coche evitar el wifi, para aprovechar el viaje como un momento de intercambio y discusión; dejar el teléfono móvil “aparcado” fuera de la habitación durante el periodo de estudio, para evitar distracciones, etc.
La investigación, a través de una serie de preguntas específicas, también ha analizado este tema percibido como urgente por muchos.
Los padres son conscientes de que han asumido un papel esencial en la protección de sus hijos, y esto también se extiende a su protección en Internet. Esto supone una mediación parental eficaz que eduque usuarios digitales responsables y sensatos.
El enfoque de la tarea de mediación parental se basa esencialmente en tres ejes de acción: acciones de control, como la instalación de controles parentales en los dispositivos; acciones de acompañamiento, es decir, estar cerca cuando navegan, saber qué consumen en Internet y generar conversaciones al respecto; y, finalmente, acciones de compromiso familiar, es decir, crear una cultura familiar digital, con límites y reglas de uso claras, que permitan ser revisadas cuando algo no funciona.
Las familias entrevistadas piensan que la edad promedio para poder usar una tableta es de 10 años. Más tarde, a los 13 años, el primer teléfono inteligente. Pero la mayoría ya lo ha recibido entre los 11 y 12 años. Es decir, antes de la edad que los mismos encuestados consideren apropiada. Para la mayoría de los padres no hay recetas mágicas, ya que muchos factores motivan la entrega de la primera pantalla. Tal vez lo más importante, el carácter y la situación de cada niño.
Pero con el acceso a las pantallas también vienen los “primeros perfiles” y el uso individual de Internet, y los problemas aumentan, o al menos podrían aumentar. Las principales preocupaciones de los padres entrevistados son: el ciberacoso, la relación con extraños, el acceso a contenidos inapropiados, la pérdida de tiempo y la sobreexposición de su imagen. Una solución, propuesta por el experto, es la referencia a ciertas reglas, casi a la creación de una especie de negociación con los niños sobre el uso de dispositivos tecnológicos, esto es con referencia al tiempo de uso, lugares, contenidos. Llegar a un acuerdo en este sentido puede servir para limitar las situaciones de conflicto y, en cualquier caso, para fomentar el diálogo y el intercambio. Como señala el estudio, debe haber también una propuesta constante y periódica de lo que se define como “alternativas”, es decir, un viaje al parque, una excursión en contacto con la naturaleza, es decir, todas aquellas ocasiones que nos permitan no perder completamente el contacto con la realidad circundante, la realidad “física”.
Los padres, siendo el modelo a imitar para sus hijos, deben ser los primeros en practicar el autocontrol de las pantallas en casa.
El uso correcto de la tecnología es también, simultáneamente, una “batalla personal” para los padres, y esto tanto en lo que se refiere a la educación digital, como en lo que se refiere al uso adecuado de los distintos dispositivos, empezando por el teléfono móvil. Para todos, hoy el uso de las pantallas no está relegado al tiempo libre, sino que es una herramienta esencial para la gestión del trabajo y de la familia.
Así, aunque más de la mitad piensa que usa correctamente las pantallas y, por lo tanto, se presenta como una buena referencia para los niños, 3 de cada 10 padres admiten hacer un uso excesivo de ellas, incluso más intenso que el de los propios niños. Sólo el 8% de los padres encuestados dijeron que casi nunca usan pantallas en casa. La conclusión es que a través de su comportamiento, los padres ofrecen numerosas oportunidades para presentar modelos equilibrados de relación con la tecnología. Si pedimos a nuestros hijos que respeten ciertas reglas, tal vez deberíamos empezar con nosotros como padres...
Y así, entre las sugerencias propuestas hay una muy inmediata: “no vuelvas a casa con el móvil pegado a la oreja sin saludar siquiera a los que están en casa”. También, “crea una separación entre el tiempo de trabajo y el tiempo de familia”. A veces, un simple gesto, como no dejar su teléfono móvil a la vista, puede contribuir a la desconexión. Establezca momentos exclusivos de atención para su familia: por ejemplo, esperar al hijo a la salida de la escuela sin mirar el teléfono o entrar a la casa sin encender inmediatamente los electrodomésticos; sea el primero en liberar su mesa del comedor de los teléfonos móviles y otros dispositivos; intente “olvidar su teléfono” durante los eventos familiares y las excursiones.
A la pregunta “cuánto los padres se sienten preparados a afrontar el reto de la gestión de nuevas tecnologías?”, el 60% respondió que les gustaría saber más sobre la educación digital de sus hijos. Pero también hay un 9% que reconoce que está abrumado por el problema y dice que ha tirado la toalla.
La conclusión del estudio es que la educación digital debe ser un medio para el desarrollo personal y no una razón para discutir y luchar en casa. Por esta razón, es necesario comenzar muy temprano, con pautas claras establecidas desde el principio, con sentido común y orientadas a la formación humana de los niños. De esta manera, la tecnología puede ser verdaderamente experimentada como una oportunidad educativa y de crecimiento para toda la familia.
Lucrezia Scotellaro, en familyandmedia.eu/es.
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