Durante la Audiencia general de este miércoles, 5 de junio, en su catequesis semanal el Papa ha recordado su reciente viaje, marcado profundamente por el ecumenismo
Queridos hermanos y hermanas:
El fin de semana pasado realicé un viaje apostólico a Rumanía, bajo el lema: “caminando juntos”. Tenemos la gracia de vivir un tiempo de relación fraterna entre las diferentes iglesias cristianas. En Rumanía, la mayoría de los fieles pertenece a la Iglesia Ortodoxa; y la comunidad católica, tanto griega como latina, es viva y activa.
La unidad entre todos los cristianos, aun no siendo plena, se basa en el único bautismo y está sellada por el sufrimiento y la sangre derramada durante la persecución bajo un régimen ateo.
Tuve un encuentro cordial con el Patriarca y el Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rumana, y reafirmé la voluntad de la Iglesia Católica de caminar juntos hacia la plena unidad con la memoria reconciliada del pasado. La dimensión ecuménica del viaje culminó con la oración del Padrenuestro, tan llena de simbolismo, al ser la oración común de todos los bautizados.
Con la comunidad católica celebré la eucaristía en tres lugares significativos de aquel país. En la última celebración, beatifiqué a siete obispos mártires greco-católicos. Además, tuve un encuentro con los jóvenes y las familias, y otro con la comunidad gitana, ante los que renové mi llamado para que se respeten a todas las personas sin mirar la etnia, lengua o religión.
El pasado fin de semana realicé un viaje apostólico a Rumanía, invitado por el Señor Presidente y la Señora Primer Ministro. Renuevo a ellos mi agradecimiento y lo extiendo a las demás Autoridades civiles y eclesiásticas y a todos los que han colaborado en la realización de esta visita. Sobre todo doy gracias a Dios que ha permitido al Sucesor de Pedro volver a aquel país, veinte años después de la visita de San Juan Pablo II. En síntesis, como anunciaba el lema del viaje, he animado a “caminar juntos”. Y mi alegría ha sido poderlo hacer no de lejos, o desde lo alto, sino caminando yo mismo en medio del pueblo rumano, como peregrino en su tierra.
Los diversos encuentros han demostrado el valor y la exigencia de caminar juntos tanto entre cristianos, a nivel de la fe y la caridad, como entre ciudadanos, a nivel del compromiso civil. Como cristianos, tenemos la gracia de vivir una época de relaciones fraternas entre las diversas Iglesia. En Rumanía la gran parte de los fieles pertenece a la Iglesia Ortodoxa, presidida actualmente por el Patriarca Daniel, a quien va mi fraterno y agradecido pensamiento. La Comunidad católica, tanto “griega” como “latina”, está viva y activa. La unión entre todos los cristianos, aunque incompleta, se basa en el único Bautismo y está sellada por la sangre y el sufrimiento padecido juntos en los tiempos oscuros de la persecución, en particular en el siglo pasado bajo el régimen ateo. Hay incluso otra comunidad luterana que profesa también la fe en Jesucristo, y está en buenas relaciones con los ortodoxos y con los católicos.
Con el Patriarca y el Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rumana tuvimos un encuentro muy cordial, en el que repetí la voluntad de la Iglesia Católica de caminar juntos en la memoria reconciliada y hacia una más plena unidad, que precisamente el pueblo rumano invocó proféticamente durante la visita de San Juan Pablo II. Esta importante dimensión ecuménica del viaje culminó en la solemne Oración del Padrenuestro, en la nueva e imponente catedral Ortodoxa de Bucarest. Fue un momento de fuerte valor simbólico, porque el Padrenuestro es la oración cristiana por excelencia, patrimonio común de todos los bautizados. Nadie puede decir “Padre mío” y “Padre vuestro”; no: “Padre nuestro”, patrimonio común de todos los bautizados. Hemos manifestado que la unidad no quita las legítimas diferencias. Que el Espíritu Santo nos lleve a vivir cada vez más como hijos de Dios y hermanos entre nosotros.
Como Comunidad católica celebramos tres Liturgias eucarísticas. La primera en la Catedral de Bucarest, el 31 de mayo, fiesta de la Visitación de la Virgen María, imagen de la Iglesia en camino en la fe y en la caridad. La segunda Eucaristía en el Santuario die Șumuleu Ciuc, meta de muchísimos peregrinos. Allí, la Santa Madre de Dios reúne al pueblo fiel en la variedad de las lenguas, de las culturas y de las tradiciones. Y la tercera celebración fue la Divina Liturgia en Blaj, centro de la Iglesia Greco-Católica en Rumanía, con la Beatificación de siete Obispos Mártires greco-católicos, testigos de la libertad y de la misericordia que vienen del Evangelio. Uno de esos nuevos Beatos, Mons. Iuliu Hossu, durante su prisión escribió: «Dios nos mandó a estas tinieblas del sufrimiento para dar el perdón y rezar por la conversión de todos». Pensando en las tremendas torturas a las que eran sometidos, estas palabras son un testimonio de misericordia.
Particularmente intenso y festivo fue el encuentro con los jóvenes y las familias, en Iaşi, antigua ciudad e importante centro cultural, encrucijada entre occidente y oriente. Un lugar que invita a abrir caminos por los que caminar juntos, con la riqueza de las diferencias, con una libertad que no corta las raíces sino que de ellas obtiene de creativo. También este encuentro tuvo carácter mariano y concluyó con la entrega de jóvenes y familias a la Santa Madre de Dios.
La última etapa del viaje fue la visita a la comunidad gitana de Blaj. En aquella ciudad los gitanos son muy numerosos, y por eso quise saludarlos y renovar el llamamiento contra toda discriminación y por el respeto de las personas de cualquier etnia, lengua y religión.
Queridos hermanos y hermanas, demos gracias a Dios por este viaje apostólico, y pidámosle, por intercesión de la Virgen María, que dé frutos abundantes para Rumanía y par la Iglesia en aquellas tierras.
Recibo cordialmente a los peregrinos venidos de Francia, en particular a los jóvenes de Colmar, de Paris, de Vabre, a los peregrinos de la diócesis de Besançon y a los miembros de la pastoral de discapacitados de la diócesis de Vannes. Unos días antes de la fiesta de Pentecostés, os invito también a caminar juntos por los caminos de la fe y a acoger la venida del Espíritu Santo, de modo que os ayude a ser auténticos testigos del amor del Señor para todos. Dios os bendiga.
Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en la Audiencia de hoy, especialmente a los provenientes de Inglaterra, Escocia, Malta, China, Japón, Malasia, Corea, Canadá y Estados Unidos de América. Dirijo un saludo especial a los miembros de la asociación de mujeres de las Naciones Unidas de Roma y las felicito por su 50º aniversario. En la inminencia de Pentecostés, invoco sobre todos vosotros y vuestras familias una abundante efusión de los dones del Espíritu Santo.
Saludo cordialmente a los hermanos y hermanas de lengua alemana, en particular al grupo de la asociación RollOn Austria, junto a los peregrinos de la diócesis de Innsbruck, acompañados por su obispo, Mons. Hermann Glettler. Que el Espíritu Santo, que nos hace hermanos de Cristo e hijos del único Padre, descienda sobre vosotros y permanezca con vosotros siempre.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. Ante la proximidad de la fiesta de Pentecostés, pidamos a Dios el don del Espíritu Santo para que sea Él quien nos impulse a “caminar juntos” como hermanos en la construcción de una sociedad más fraterna y en la búsqueda de la unidad plena de todos los cristianos. Que Dios los bendiga.
Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua portuguesa, en particular a los fieles de Lisboa y al grupo de magistrados brasileños. Queridos amigos, al prepararnos para la fiesta de Pentecostés, recordemos que es con la fuerza que recibimos del Espíritu Santo como podemos ser verdaderos testigos del Evangelio en el mundo. Que descienda sobre vosotros y vuestras familias la bendición de Dios.
Dirijo una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua árabe, en particular a los que vienen del Medio Oriente. Queridos hermanos y hermanas, sed promotores de una cultura del encuentro, que niegue la indiferencia, niegue la división, y permita cantar con fuerza las misericordias del Señor. El Señor os bendiga.
Saludo a los peregrinos polacos. Queridos hermanos y hermanas, os agradezco vuestro espiritual acompañamiento y la oración durante mi viaje a Rumanía. Se acerca la solemnidad de Pentecostés. Abramos nuestras mentes y nuestros corazones a la acción del Espíritu Santo en nosotros, para que nos santifique y nos haga testigos de Cristo ante el mundo en que vivimos. Procuremos server a los hermanos, aprovechando los dones espirituales que hemos recibido. ¡La luz y el poder del Espíritu Paráclito os acompañe siempre! Os bendigo de corazón.
Dirijo una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana. Me alegra acoger a los sacerdotes de la diócesis de Padua; a los miembros de la Obra Don Calabria; y a las Siervas de María Ministras de los Enfermos. Saludo a las Parroquias, especialmente a la de Irsina; a los fieles de la zona pastoral Fortore, de la diócesis de Benevento; a las Parejas de esposos, acompañadas por el Obispo, Mons. Andrea Turazzi; a la delegación del Peregrinaje a pie desde Macerata a Loreto que será el sábado próximo; a los participantes en el Torneo de las Parroquias: Copa San Juan Pablo II; a la Asociación profesional de Policía local da Italia; y a los Institutos de Enseñanza, en particular al de Serracapriola.
Un pensamiento particular para los jóvenes, ancianos, enfermos y recién casados. El próximo domingo celebraremos la solemnidad de Pentecostés. Que el Señor os encuentre a todos preparados para acoger la abundante efusión del Espíritu Santo. Que la gracia de sus dones infunda en vosotros nueva vitalidad a la fe, vigorice la esperanza y dé fuerza operativa a la caridad.
* * *
El sábado próximo, 8 de junio, se celebrará el quinto aniversario del encuentro, aquí en el Vaticano, de los Presidentes de Israel y de Palestina conmigo y el Patriarca Bartolomé. A las 13 estamos invitados a dedicar “un minuto por la paz” −de oración, para los creyentes; de reflexión, para quien no cree−: todos juntos por un mundo más fraterno. Gracias a la Acción Católica internacional que promueve esta iniciativa.
Fuente: vatican.va / romereports.com.
Traducción de Luis Montoya.
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