El Viernes Santo 19 de abril, en torno a las 9 de la noche, el Papa presidió la celebración del Vía Crucis en el Coliseo de Roma
Las profundas meditaciones de las XIV estaciones que recorrió Jesús desde el pretorio hasta al Monte Calvario, estuvieron a cargo de la religiosa Sor Eugenia Bonetti, italiana, misionera de la Consolata, y directora de la Asociación “Slaves no more”, que en español significa "no más esclavos" y que lucha para ayudar a las víctimas del tráfico de seres humanos.
Oración final del Santo Padre
Señor Jesús, ayúdanos a ver en tu Cruz todas las cruces del mundo: la cruz de las personas hambrientas de pan y de amor; la cruz de los solitarios y abandonados, incluso por sus propios hijos y parientes, la cruz de personas sedientas de justicia y paz, la cruz de la gente que no tiene el consuelo de la fe.
La cruz de los ancianos que se arrastran bajo el peso de los años y la soledad; la cruz de los inmigrantes que encuentran sus puertas cerradas a causa del miedo y los corazones blindados por cálculos políticos, la cruz de los pequeños, heridos en su inocencia y pureza, la cruz de la humanidad que vaga en la oscuridad de la incertidumbre y en la oscuridad de la cultura de lo provisorio, la cruz de las familias rotas por la traición, por las seducciones del maligno o por la ligereza asesina y el egoísmo, la cruz de los consagrados que buscan incansablemente llevar tu luz al mundo y se sienten rechazados, burlados y humillados.
La cruz de los consagrados que, en el camino, han olvidado su primer amor; la cruz de tus hijos que, creyendo en ti y tratando de vivir según tu Palabra, se encuentran marginados y descartados incluso por sus familias y por sus compañeros, la cruz de nuestras debilidades, de nuestras hipocresías, de nuestras traiciones, de nuestros pecados y de nuestras muchas promesas rotas; la cruz de tu Iglesia que, fiel a tu Evangelio, lucha por llevar tu amor incluso a los bautizados.
La cruz de la Iglesia, tu esposa, que se siente continuamente atacada por dentro y por fuera; la cruz de nuestra casa común que se marchita seriamente ante nuestros ojos egoístas y cegados por la codicia y el poder.
Señor Jesús, reaviva en nosotros la esperanza de la resurrección y de tu victoria definitiva contra todo mal y toda muerte. ¡Amén!