Vamos a empezar el Año de la Fe el próximo 11 de octubre. Lo que nos muestra el Papa es un llamamiento a descubrir al ‘Protagonista’ de nuestra fe y a vivir ante Él y con Él
Puede parecer extraño que, en tiempos de "cuervos", robo de documentos de la oficina del papa y polémicas que golpean el "banco vaticano", la atención de Benedicto XVI esté concentrada en el Protagonista. La imagen mediática de la Santa Sede, y más en general de la Iglesia católica, no es la mejor en este momento de sospechas, rumores, noticias varias sobre tensiones en el interior del Vaticano.
Y por eso parece aún más significativo que el Papa se concentre en el Protagonista, como hizo el día del Corpus Christi, con una homilía dedicada al valor y al redescubrimiento de la adoración eucarística. Según cierta teología post-conciliar, el acto de adorar arrodillados pertenecería a una concepción vieja de la fe; hoy lo importante sería la participación activa del fiel, que —teorizan unos expertos de liturgia— no necesita de adoración.
Benedicto XVI, mostrando que está totalmente en la línea de sus predecesores —por ejemplo Pablo VI, en la encíclica Mysterium Fidei— habló de la importancia de adorar al Santísimo Sacramento, y de la Eucaristía como centro no solo de la vida religiosa y parroquial, sino también de la vida diaria en un territorio. Por eso, para afirmar esta fe, una vez al año los fieles siguen al Santísimo Sacramento en procesión por las calles de la ciudad.
Vamos a empezar el Año de la Fe el próximo 11 de octubre. Lo que nos muestra el Papa es un llamamiento a descubrir al Protagonista de nuestra fe y a vivir ante Él y con Él.
Levantar los ojos hacia la Belleza nos ayuda a considerar en la luz correcta todos los acontecimientos, también los menos bonitos, los que pudieran resultar un contra-sentido.