Inmediatamente después de la elección, el Papa eligió residir en la ‘Domus Sanctae Marthae’, en cuya capilla comenzó a celebrar misas invitando a grupos de fieles
El 22 marzo de hace seis años, la Radio Vaticana y el Osservatore Romano daban noticia de la primera Misa celebrada por el Papa Francisco en la capilla de la Casa Santa Marta. A la celebración habían sido invitados, con gran sorpresa para ellos, los barrenderos y jardineros que aquel día trabajaban en el Vaticano, en total unas 30 personas. Desde entonces, las homilías de Santa Marta se han convertido en una de las características de este pontificado.
La emoción de los jardineros y barrenderos vaticanos
“Nosotros somos los invisibles”, afirmaba Luciano Cecchetti, responsable del servicio de jardines y limpieza vaticana. “Encontrarse ante el Santo Padre, en una Misa para nosotros, es algo que no pasa todos los días. Miraba a mi alrededor y veía las caras de los empleados: salimos todos un poco con los ojos llorosos. Fue una Misa muy sencilla, en contacto directo con quien desde hacía pocos días había sido elegido Pontífice. Se lo agradecimos mucho, especialmente cuando nos saludó al final: fuimos presentados uno a uno y para cada uno tuvo unas palabras. Lo que nos decía a todos era: rezad por mí”.
La primera homilía
El Papa comentó el pasaje del Evangelio del día (Jn 10,31-42): Los judíos recogieron otra vez piedras para lapidarle. Jesús les replicó: Os he mostrado muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas queréis lapidarme? “Si tenemos el corazón cerrado −dijo el Papa−, si tenemos el corazón de piedra, las piedras llegan a las manos y somos capaces de lanzarlas”: por eso hay que abrir el corazón al amor.
Acción de gracias después de la Misa
Al término de la Misa, el Santo Padre fue un momento a la sacristía para quitarse los ornamentos, y luego regresó a la capilla para sentarse entre los fieles. Es un primer mensaje que da el Papa: después de Misa no hay que dispersarse enseguida, sino que se pasan unos minutos de oración personal en un profundo silencio.
Las homilías “espontáneas” de Santa Marta
El Papa ha predicado en seis años 678 homilías en Santa Marta: 150 en 2013, 136 en 2014, 90 en 2015, 96 en 2016, 102 en 2017, 89 en 2018, y de momento 15 en 2019. Siempre son “sin papeles”, breves, sencillas y claras, con un lenguaje concreto y vívido. Contienen tres elementos: una idea, una imagen, un sentimiento. Concluyen con una síntesis, que pretende recoger y fijar en los corazones lo que la Palabra quiere decir ese día, y con una petición al Señor para que esa Palabra transforme la vida.
En el centro está Jesús
En cada homilía, el Papa quiere destacar el anuncio principal del Evangelio, el kerygma: la buena nueva de que Jesús nos ama, dio la vida por nosotros y vive junto a nosotros cada día para liberarnos y comunicarnos la infinita misericordia del Padre. Son homilías que procuran tocar los corazones: el Papa recuerda que “la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que una espada de doble filo: entra hasta la división del alma y del espíritu…” (Hb 4,12). La Palabra, si es escuchada y acogida de verdad, cambia la vida, nos desafía, nos mueve y nos empuja a lo esencial: la caridad.
Un lenguaje positivo que abre a la esperanza
Otra característica de estas homilías es el lenguaje positivo. Aunque a veces pueden parecer fuertes y duras en las expresiones o señalen algo negativo, pretenden siempre abrir a la esperanza, sin caer nunca prisioneros de la negatividad. El Evangelio es buena noticia porque expresa cercanía, paciencia, acogida cordial que no condena (cfr. Evangelii gaudium, 165).
La Palabra que da vida vence las palabras venenosas
Ya en las primeras homilías, el Papa presenta un tema recurrente de su predicación: cuidado con lanzar palabras como piedras. La Palabra da vida, pero muchas de nuestras palabras matan, dividen, acusan. Las murmuraciones son una bomba −repite a menudo−, son como actos de terrorismo. En la Misa de Santa Marta del 27 de marzo de 2013 comentó la traición de Judas, que habla mal de Jesús y lo vende como si fuese una mercancía. Quien habla mal tiene el corazón cerrado, no tiene comprensión, no tiene amor, no tiene amistad. Hay que extinguir el veneno de las palabras para encontrar la Palabra que cura.
La nota de la Santa Sede
Muchos han pedido la posibilidad de acceder a las homilías completas de Santa Marta, y no solo a la síntesis publicada en los medios vaticanos. En nota del 29 de mayo de 2013, explicando el carácter que el mismo Papa Francisco atribuye a la celebración matutina de la Misa de Santa Marta, se dice: “Se trata de una Misa con presencia de un grupo no pequeño de fieles (en general más de 50 personas), pero a los que el Papa pretende dar un carácter de familiaridad. Por eso, a pesar de las peticiones, explícitamente ha deseado que no se trasmita en directo ni el vídeo ni el audio. En cuanto a las homilías, no son pronunciadas leyendo un texto escrito, sino espontáneamente, en italiano, lengua que el Papa habla muy bien, pero no es su lengua materna. Una publicación íntegra comportaría necesariamente una transcripción y una reescritura del texto en varios puntos, pues la forma escrita es diferente a la oral, que en este caso es la forma original elegida intencionalmente por el Santo Padre. En definitiva, necesitaría una revisión del mismo Santo Padre, pero el resultado sería claramente otra cosa, que no es la que el Santo Padre pretende hacer cada mañana. Tras atenta reflexión se consideró que el modo mejor para hacer accesible a un amplio público la riqueza de las homilías del Papa sin alterar su naturaleza es el de publicar una amplia síntesis, llena de frases originales entrecomilladas que reflejan el sabor genuino de las expresiones del Papa (…). La solución respeta en primer lugar la voluntad del Papa y la naturaleza de la celebración matutina, y al mismo tiempo permite a un gran público acceder a los mensajes principales que el Santo Padre ofrece a los fieles en dicha circunstancia”.