Al hilo de ‘La Abolición del Hombre’, de C. S. Lewis, el autor, natural de Nigeria, propone prestar atención con urgencia a la formación de los jóvenes
Ellos son el presente y el futuro de la Iglesia y del mundo. Si no se construyen a tiempo los ideales en sus mentes, el riesgo de abandono moral y vulnerabilidad es elevado.
Como tutor, hace algunos años me llamó la atención un descubrimiento en el libro de texto de la escuela de un alumno. Una sección del texto tenía como título Las desventajas de una familia numerosa para la sociedad y la economía. Representaba a las familias numerosas como criaderos de todo tipo de vicios sociales; como una placa de Petri en la que crece el analfabetismo, la pobreza y la violencia. Vengo de una familia grande y las desventajas mencionadas en el libro de la escuela no se aplicaban en algún modo a mi experiencia. Me interesé por investigar otras familias numerosas que conozco, y con cada familia que consideré, las mentiras y la propaganda en el texto del alumno se hicieron más evidentes.
Cuando leí La Abolición del Hombre, vi con más claridad el siniestro motivo de condicionar la mente de los jóvenes por razones ideológicas. Conectando los puntos en retrospectiva, vi el efecto deseado de El Libro verde en la mente del niño de escuela y me sorprendí al encontrar que la misma anestesia general ha persistido hasta el día de hoy con el fin de realizar una operación en la mente de los jóvenes.
C.S. Lewis afirma en La Abolición del Hombre: “Ellos escriben con el fin de provocar determinadas imágenes mentales en las nuevas generaciones […]; el objetivo último de su libro es condicionar al joven lector para que comparta sus aseveraciones”. Muchos ideólogos de hoy se propusieron sembrar propaganda en las mentes de los jóvenes, aprovechando su inocencia para programar sus mentes para que actúen como los propagandistas quieren.
En La abolición del hombre, Lewis asegura: “Dudo que estemos suficientemente atentos a la importancia que tienen los libros de texto en la enseñanza primaria”, pero creo que tenemos que dudar de si somos lo suficientemente activos en la formación de los jóvenes. El efecto de la operación detrás del Libro verde y sus variedades solo podría ser posible si no hemos logrado educar a los jóvenes, si no hemos podido conseguir que afloren los deseos y los instintos nobles en ellos, dejándolos así vulnerables a las diversas propagandas.
Así como una persona sana con un sistema inmune bien desarrollado es capaz de defenderse contra cuerpos extraños que invaden su cuerpo, también un joven bien formado será capaz de rechazar ideologías extrañas que son perjudiciales para una vida sana. Para continuar la tarea de formar a un niño fuera del útero de la madre, tenemos que seguir con el hilo ya establecido por el Creador. Cualquier otro hilo no estaría de acuerdo con la verdad de la dignidad humana. No será una propagación, sino una propaganda.
“Sentenció a muerte a la palabra y así condenó al niño” (Carol). La cita, tomada del epígrafe del primer capítulo del libro de Lewis, es un extracto de un villancico que muestra la orden del Rey Herodes y la consiguiente muerte por ejecución de los Santos Inocentes. Si volvemos al contexto de esa historia, veríamos que un Niño se salvó porque una palabra fue enviada antes por un ángel a sus padres. ¿No podemos enviar una palabra antes a los jóvenes? ¿No podemos ser más proactivos con los jóvenes?
Esto nos lleva al tema de la formación de los jóvenes, ahora que tiene lugar el Sínodo en Roma. Creo firmemente que debemos prestar más atención y urgencia a la formación de los jóvenes. Ellos son el presente y el futuro de la Iglesia y el mundo. En mi trabajo con padres de niños en la escuela, les recuerdo la necesidad y la urgencia de la formación de sus hijos, porque la demora puede ser peligrosa en un mundo saturado de información; buena y no tan buena. Si los padres retrasan la formación de sus hijos, los niños se verán deformados por la información a través de otras fuentes. Si no construimos los ideales a tiempo en las mentes jóvenes, sin duda corremos un riesgo elevado de abandono moral en el que los hacemos vulnerables a los propagandistas.
“Estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas” (Amoris Laetitia, 37). Uno de los temas de los que hemos hablado mucho en estos días ha sido la conciencia. Todos conocemos el papel de la conciencia en la vida moral y su carácter sagrado, pero me pregunto cuán seriamente estamos tomando la indicación del Papa. Mucho se ha dicho sobre la juventud y, sin embargo, se ha hecho muy poco en el área de la formación de la juventud. La mayoría de los nobles ideales buscados por los jóvenes no han encontrado la respuesta adecuada en su formación, lo que les hace vulnerables a ideas distorsionadas que vuelan a su alrededor.
Gran parte de la catequesis, la apologética y la formación se estudia en el Sínodo. Estoy seguro de que escuchan el clamor por la urgencia de la formación de la juventud en las verdades eternas de Cristo enseñadas por la Iglesia. No necesitamos nuevos paradigmas o lemas. Solo una buena formación permitirá sortear las tormentas de los desafíos que nos afectan.
Vitus Ntube Botánico. Profesor. Estudiante de teología.