Pequeños gestos que ayudan a construir una cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea
Hoy oímos con frecuencia hablar de la necesidad de ser ciudadanos más solidarios y de promover los valores de la solidaridad entre la ciudadanía. Si la solidaridad es la actitud de dar sin esperar nada a cambio, no es difícil darse cuenta de que se trata de algo que no surge de manera natural y espontánea en las personas.
¿Cómo promoverla en nuestra sociedad?
No nos engañemos: a ser solidario no se aprende en esas campañas publicitarias que a menudo vemos en las calles o en los medios de transporte, promovidos por ONG o por entidades públicas. Esos reclamos, como mucho, pueden generar pequeños gestos de altruismo, que poco o nada tienen que ver con la auténtica solidaridad. Porque la solidaridad no es tanto “dar algo” a los demás, como “entregarse” uno mismo.
En el pasado Encuentro Mundial de las Familias, en Dublín, el Santo Padre recordó, entre otras ideas, que la familia es una “red de solidaridad”. Nada mueve a darse como el saberse amado. En la familia donde se nos quiere y se nos acepta sencillamente porque somos y como somos, no por nuestras habilidades y cualidades. La familia es la única forma social que surge de un “amor sin condiciones”, que es el propio de los esposos. Y de ese amor, que es entrega vivida con esfuerzo y sacrificio a lo largo del tiempo, aprenden los hijos a dar a los demás y, sobre todo a “darse”.
Las relaciones familiares contienen los ingredientes de la solidaridad: el compromiso, la confianza, la amabilidad, la empatía, el cuidado, el respeto y el perdón. Como recuerda Francisco en la encíclica Laudato si’, en la familia se aprende a pedir permiso sin avasallar, a decir gracias como expresión de una sentida valoración de las cosas que recibimos. Estos pequeños gestos ayudan a construir una cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea. Por eso la familia es el lugar donde se aprende a ser auténticamente solidarios.
Montserrat Gas Aixendri Instituto de Estudios Superiores de la Familia, UIC Barcelona.