Valiente discurso en defensa de la Iglesia de Nikki Haley, embajadora de EEUU en la ONU
Por las cenas benéficas que organiza cada año la fundación católica Al Smith, dependiente del Arzobispado de Nueva York, han pasado presidentes de Estados Unidos, candidatos, gobernadores o grandes empresarios. Es un momento en el que el humor sustituye a la contienda política e incluso ha llegado a unir en la misma mesa a adversarios casi irreconciliables como Donald Trump y Hillary Clinton. El objetivo no es otro que recaudar fondos para los niños más desfavorecidos de la archidiócesis
En esta 73ª edición la invitada estrella ha sido Nikki Haley, hasta ahora embajadora de Estados Unidos en Naciones Unidas y que hace apenas dos semanas anunció que a finales de año dejará el cargo. Con apenas 46 años y habiendo sido ya gobernadora en Carolina del Sur, los analistas políticos apuntan a un importante futuro político al más alto nivel a corto o medio plazo.
En su cargo como embajadora ante la ONU ha mostrado el carácter provida y profamilia que ya mostró siendo la gobernadora más joven del país. Y además, ha destacado en el organismo internacional por su férrea defensa de una libertad religiosa real, y especialmente de las minorías perseguidas como los cristianos en Oriente Medio.
En su discurso en la cena benéfica de Al Smith, una vez realizadas las bromas de rigor que se realizan en este tipo de eventos, hizo una alabanza del papel que realiza la Iglesia Católica cada día lejos de los focos mediáticos. Y lo hizo desde su experiencia que ha atesorado como embajadora en estos casi dos años.
Haley lo definió como los “milagros cotidianos” de la Iglesia a través de un “trabajo increíble” que ayuda a “millones de personas desesperadas” en todo el mundo”.
La todavía embajadora aseguró que durante su trabajo diplomático ha estado en algunos “lugares verdaderamente oscuros” donde el sufrimiento sufrido por muchas personas sería “difícil de imaginar para la mayoría de los estadounidenses”.
“He estado en la frontera entre Colombia y Venezuela, donde las personas caminan tres horas bajo el sol abrasador para obtener la única comida que tendrán ese día. ¿Quién está dando esa comida? La Iglesia Católica”, dijo Nikki Haley a los presentes.
Prosiguiendo con su discurso afirmaba: “He estado en campamentos de refugiados en África Central donde secuestran a niños y los obligan a convertirse en niños soldados y violan a las niñas de manera rutinaria. ¿Quién estaba a la vanguardia para cambiar esta cultura de corrupción y violencia? La Iglesia Católica”.
Nikki Haley no rehuyó la polémica sobre los abusos sexuales que está sacudiendo a la Iglesia, especialmente en Estados Unidos. Recalcó que “el lugar de la Iglesia debe estar con las víctimas para llevar el dolor con ellas. Sé que los líderes de la Iglesia reconocen su profunda responsabilidad a la hora de abordar esta falla moral, y está tomando medidas”.
Pero a la vez, la embajadora ante la ONU insistió en que sería “trágico” si estos escándalos hicieran al mundo ciego para ver “las increíbles buenas obras que la Iglesia Católica hace todos los días”.
Además habló, tal y como recoge Catholic News Agency, de las obras globales de caridad, educación y atención médica de la Iglesia como “milagros cotidianos”, que son para ella el verdadero “camino de la Iglesia”.
Nikki Haley fue elegida embajadora de EEUU ante la ONU por Trump a pesar de que esta joven política republicana se había convertido en uno de sus grandes críticos dentro del partido. Sin embargo, el presidente valoró de ella su claridad de ideas en cuanto a la defensa de la vida, la familia y la libertad religiosa, pilares en los que ha basado su trabajo en Naciones Unidas.
Esta mujer de 46 años es hija de emigrantes indios procedentes de la región de Punjab que llegaron a Carolina del Sur en 1969. Ella ya nació en Estados Unidos y aunque sus padres eran de la religión Sihk, se convirtió al cristianismo ya como adulta.
En un discurso que pronunció en la Cumbre de Libertad Religiosa, Haley hablaba también de su fe al asegurar que “tengo la suerte de beneficiarme de la tolerancia religiosa. Mis padres emigraron a una pequeña ciudad en Carolina del Sur desde la India en 1969 como miembros de la fe sikh. Mi padre llevaba un turbante y todavía lo lleva a día de hoy. Fuimos la primera familia indo-americana en nuestra pequeña ciudad”.
“Hace veinte años, mi viaje de fe me llevó a cristianismo”, aseguró, concretamente a la iglesia metodista. En ella, agregó, “he encontrado una gran fortaleza en mi fe y confianza en mi corazón, pero soy una persona humilde en mi fe. No pretendo tener la sabiduría para saber lo que Dios tiene reservado para mí o para otras personas”.
Sin embargo, Halley indicó que lo que sí sabe es que “hay muchos lugares en el mundo en los que mi viaje de fe hubiera sido imposible, lugares donde los gobiernos les niegan a sus habitantes el derecho a elegir su fe, o el derecho a tener una fe”.
“Aquí no sólo protegemos nuestro derecho inalienable de conocer la gracia de Dios, también sabemos que la verdadera gracia no puede ser impuesta por el gobierno. Debe ser abrazada libremente desde dentro”, explicó.
Su intervención sobre el papel de la Iglesia puede verse a partir del minuto 13:15
Para acabar aquel discurso, la todavía embajadora avisó que “la negación de la libertad religiosa es el autoritarismo último. Limitar o negar la libertad religiosa es una forma clave para que los gobiernos ejerzan el control sobre su gente”.
“Donde hay tolerancia religiosa, hay tolerancia política. Y donde hay tolerancia política, hay paz, seguridad y prosperidad”, concluyó.
Javier Lozano, en religionenlibertad.com.
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