El rojiblanco es fuente de alegría de los niños ingresados en el hospital de Cruces, a los que visita cada viernes. Sin cámaras ni eco. Puro corazón
El fútbol muchas veces aparta de la realidad. Otras, en cambio, vincula a sus protagonistas con el destino más íntimo de los que cada semana suspiran por verles hacer algo grande en un terreno de juego. Oscar de Marcos es uno de los que se esfuerza por no perder el asidero de la vida real. Y si está en su mano, procurar algo mejor a los que tiene alrededor.
Las Redes Sociales han descubierto estos días uno de los secretos del futbolista rojiblanco: cada viernes, siempre que no tenga viaje o partido, De Marcos saca unas horas de su tiempo para visitar a los niños ingresados en la planta de oncología de Cruces. No es el único hospital por el que ha pasado. Lo hace con la única intención de dar cariño y alegría. Utiliza su condición de futbolista para que los niños, que le ven por televisión, en cromos y en fotos de periódicos le tengan a su lado como un amigo.
Esta es la historia, compartida por una persona que llegó a ella por casualidad:
«Ayer estuvimos en el Hospital de Cruces visitando al hijo de unos amigos (tiene 8 años) al que han diagnosticado leucemia. Entrando en la habitación, vimos una foto del jugador del Athletic Óscar de Marcos que estaba dedicada y preguntamos: “Hombre, ¿ha venido De Marcos? Qué majo, ¿no?” Entonces, la enfermera nos explicó que suele ir todos los viernes cuando los compromisos futbolísticos se lo permiten y que se pasa horas hablando con las familias y los niños y niñas. Hay días que incluso le tienen que echar de la unidad. Admiro la actitud de este jugador y su valor porque no tiene que ser sencillo ir continuamente a Oncología infantil. Todo mi respeto. ¡Grande! Para las familias tiene que ser un gran apoyo en un momento tan duro».
La constatación a través de las RRSS de sus gestos solidarios −desde el lunes son muchos los que han recordado alguna anécdota con el futbolista en la planta− no le habrá hecho mucha gracia. De Marcos es más de guardarse sus pequeñas gestas sociales. ¡Casi hay que arrancárselas!
Es habitual en acciones de compromiso y durante varios veranos ha acudido a lugares de dificultad. Estuvo dos años seguidos viajando a África Central para compartir con los más desfavorecidos. En uno de esos viajes le organizaron un partido de fútbol que seguro quedará como el que en peores condiciones ha jugado nunca. La última vez que estuvo en África lo hizo en compañía de su padre. De Marcos y el factor humano.
El de Laguardia también ha viajado a Perú, donde trabaja una ONG vinculada a Gurpegui, y uno de sus próximos proyectos pasa por hacer tarea en Ghana, donde irá junto a Williams. Rebosa compromiso y pulcritud en el anonimato y la defensa de unas acciones que no considera especiales.
Las redes que todo lo ven, las mismas que en la boda de Balenziaga le sacaron en el escenario con una guitarra mientras cantaba una conocida canción de Fito, han descubierto su perfil más terrenal. No es el único león que tiene esas vinculaciones solidarias, pero sí uno de los más activos y también un motor para que sus compañeros tomen el mismo camino.