Es innegable que entre los sacerdotes es fácil encontrar ejemplos de servicio a la sociedad hasta el heroísmo
Desde hace varios años, rara es la semana en la que no se hace público algún escándalo protagonizado por un clérigo. Desgraciadamente (salvo algunas excepciones) lo que se difunde son hechos ciertos, no son invenciones de un periodista enrevesado. Un lector de la prensa desprevenido podría sacar la impresión de que los sacerdotes constituyen el sector social más perverso de la humanidad.
Vaya por delante que no pretendo justificar a ningún sacerdote que comete un acto gravemente reprobable. Condeno cualquier acto inmoral cometido por cualquier persona, sea sacerdote o no, y apruebo que la justicia (civil y eclesiástica) intervenga con toda la fuerza de la ley, sin mirar si el culpable es sacerdote o no.
Sin embargo, pienso que cualquier sacerdote debería estar orgulloso de la talla humana de sus hermanos en el sacerdocio y de su entrega a los demás y su amor a Dios y al prójimo.
Otros han resaltado que la incidencia de los delitos entre el clero es muy baja. Estoy de acuerdo con ello, pero como sacerdote esta argumentación no me basta. El hecho es que entre los sacerdotes se encuentran seguramente los ciudadanos más ejemplares en cualquier país.
¿Qué sector de la sociedad puede ofrecer un elenco de ciudadanos tan entregado al servicio de los demás como el clero? Algunos dieron su vida por el prójimo como San Maximiliano Kolbe, o recogieron ancianos y pobres desamparados como San Luis Orione, denunciaron las atrocidades del régimen nazi y dieron su vida por ello como el Beato Jacobo Gapp, o las del régimen stalinista como el Beato Vicente Eugenio Bossilkov o el genocidio turco con los armenios como el Beato Ignacio Maloyan. San Carlos de Foucauld vivió entre los tuaregs haciéndose uno entre ellos, San Ezequiel Moreno fue misionero en Filipinas.
¿Quiere inspirarse en un activista sindicalista? El jesuita chileno San Alberto Hurtado puede ser su modelo. ¿Conoce a alguien que se haya enfrentado a las tropas soviéticas? El Beato ucraniano Andrés Iscak lo hizo y dio su vida. ¿Y alguien que se haya enfrentado a las tropas nazis? El Beato polaco Francisco Rogaczewski acabó fusilado por ello. ¿Luchó usted alguna vez por la libertad de su nación? El beato Jerzy Popiełuszko fue asesinado por los servicios secretos polacos por apoyar al sindicato clandestino Solidaridad. ¿Hasta dónde está usted dispuesto a llegar para denunciar las violaciones a los derechos humanos? El beato Oscar Romero, arzobispo de San Salvador, fue asesinado a tiros en el altar porque era demasiado molesto para los poderosos. ¿Ha defendido Ud. a alguna chica de sus abusadores sexuales? San Luis Versiglia y San Calixto Caravario defendieron a tres chicas en China que iban a ser violadas y encontraron la muerte por ello. ¿Considera admirable unir pueblos y culturas? San José Freinademetz, de origen tirolés, se hizo chino entre los chinos para dar a conocer a Cristo. ¿Le gustaría pertenecer a la nobleza? El beato Marcelo Spínola, arzobispo de Sevilla, era hijo de un marqués y se dedicó tanto al servicio de los pobres que le llamaban el arzobispo mendigo. ¿Ha consolado alguna vez a un moribundo gravemente contagioso? San José Gabriel Brochero, el cura gaucho, contrajo la lepra por frecuentar las cabañas de leprosos, donde iba a consolarlos. Son solo unos pocos ejemplos y eso sin salir del siglo XX, pero se podrían multiplicar por mucho.
¿Hay algún sector profesional tan entregado al servicio a los demás como el de los clérigos? Los sacerdotes han fundado escuelas, universidades y hospitales, han ido a selvas impenetrables, están presentes donde ni Médicos sin Fronteras se arriesga a ir, se ha enfrentado a tiranos de todas las épocas sin más armas que su palabra, han defendido a desvalidos (los descartados de la sociedad, que diría el Papa Francisco), se atreven a ir a favelas y viillas miserias a las que ni la policía entra. Y todo ello sin esperar nada a cambio, e incluso llevándose algún que otro insulto en la prensa.
Soy sacerdote y estoy orgulloso de serlo, en primer lugar porque he meditado muchas veces en la dignidad que tenemos por la gracia de Dios, y también porque me emociona pensar en los ejemplos de mis hermanos sacerdotes. San Josemaría Escrivá de Balaguer −otro sacerdote santo del siglo XX− predicó que la santidad no es un privilegio exclusivo de sacerdotes y religiosos y yo me hago eco de sus enseñanzas, pero es innegable que entre los sacerdotes es fácil encontrar ejemplos de servicio a la sociedad hasta el heroísmo.