El papel de la mujer es fundamental y sin ella la Iglesia no habría llegado a donde ha llegado
Jerónimo Leal Maruri es profesor de Patrología e Historia de la Iglesia y Director del departamento de Historia de la Iglesia en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz. Nacido en Madrid y licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada, hizo un doctorado en el Instituto Patrístico Augustinianum en Roma con una tesis sobre Tertuliano. De entre sus publicaciones, La antropología de Tertuliano, Actas latinas de mártires africanos y recientemente Los primeros cristianos en Roma.
Con motivo de su última publicación, Los primeros cristianos en Roma, le entrevistamos en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz.
Tendemos a pensar que la mayor parte del tiempo, los primeros cristianos sufrían persecución, pero no es así. En su libro dedica la mayor parte del tiempo al día a día de esas comunidades ¿Cuál era el principal rasgo de la vida ordinaria de los primeros cristianos?
Yo diría que es la naturalidad, porque lo que hacían los primeros cristianos no era nada que estuviera en contradicción con lo que hacía la gente de su época. Es decir, se levantan con la salida del sol y a partir de ese momento van al trabajo.
Suponen también un reflejo perfecto de lo que es la sociedad antigua; donde hay gente pobre pero también gente de aquello que podemos denominar, aunque no existía propiamente en la antigüedad, la clase media y la clase alta.
De esto nos puede dar testimonio San Ignacio de Antioquía, que viene preso hasta Roma y escribe una carta a los romanos pidiendo que no intercedan ante ninguna autoridad porque él quiere morir mártir. Vemos que en la casa del emperador había algún cristiano con acceso directo al jefe de Estado.
Vida ordinaria es naturalidad. Trabajar durante el día, y en la noche depende de cada uno. Los ricos tenían grandes cenas, pero acompañadas de sesiones de lectura en voz alta. Hoy estamos acostumbrados a leer en voz baja, en el metro, pero en la antigüedad los libros estaban escritos para ser leídos en voz alta.
En su libro dedica un capítulo a la mujer cristiana de los primeros siglos ¿Qué impacto tiene el rol de la mujer en esas primeras comunidades?
La mujer es fundamental, porque las comunidades primitivas se organizan por casas. Es lo que técnicamente se denomina Domus Ecclesiae, las casas de la iglesia. Son propiedad de un cristiano con cierto nivel económico donde las comunidades se reúnen, no sólo con fines litúrgicos.
Y claro, en las casas era fundamental el papel de la mujer. Nos encontramos una sociedad casi matriarcal. En la antigüedad, quien mandaba en la casa era la mujer, y lo que ellas no admitían no podía ser aceptado por la comunidad.
Por otro lado, son las que empujan a sus maridos, las que hacen conocer a los hombres la fe, aunque no siempre consiguen que se conviertan.
Hay un autor del siglo tercero, Tertuliano, que tiene un tratado escrito, Ad Uxorem, dirigido a su mujer. Probablemente es ficticio, pero da una idea de las relaciones matrimoniales entre los hombres y las mujeres en la antigüedad.
Pienso que el papel de la mujer es fundamental y sin ella la Iglesia no habría llegado a donde ha llegado hoy en día.
Las comunidades primitivas tenían únicamente como fuente de doctrina las enseñanzas de Jesucristo. La tradición y los Padres de la Iglesia han ido enriqueciendo esas enseñanzas. ¿Cómo vieron los primeros cristianos la necesidad de enriquecer esa doctrina y formarse en ella? Y a día de hoy, ¿por qué es importante renovar ese sentido de formación?
No se puede decir que el cristianismo sea una nueva religión, como tampoco puede decirse que sea una religión de libro.
El cristianismo trae un completamiento de las enseñanzas del Antiguo Testamento, sin el cual, es muy difícil entender el cristianismo, porque hay grandes figuras que no solo han desarrollado un gran papel en la historia del pueblo de Israel, sino que además son figuras de Cristo, como es el caso de Jonás que pasa tres días y tres noches dentro del vientre de la ballena y sale para predicar la salvación a la ciudad de Nínive. Es figura de lo que iba a suceder en el Nuevo Testamento.
Desde la muerte de Jesús hasta que se ponen por escrito los Evangelios pasa un tiempo en el que no se puede decir que no ha pasado nada. Hay una continuidad perfecta entre la predicación de Cristo y la de los apóstoles.
Es muy importante el papel de la catequesis en las primeras comunidades. La Didajé, que es un resumen de las principales verdades morales, litúrgicas y jurídicas de los primeros momentos del cristianismo. Algunos lo quieren ver como un primer catecismo en la vida de la Iglesia, donde las primeras comunidades aprenden cómo tiene que ser la vida de un cristiano.
Para renovar la formación hoy en día, es muy importante hacer buenas lecturas. En la antigüedad se escribía a mano, lo que hace que sea casi un milagro que haya un canon de las Sagradas Escrituras. Esas dificultades en la actualidad ya no son un impedimento. Las ventajas no se limitan a la capacidad de imprimir, sino que también hay medios, como alguna web que trata sobre los primeros cristianos, que me parecen muy interesantes.
No se trata solo de leer cosas cristianas, sino cosas de cultura general y clásica. Todos los padres de la Iglesia hacen referencia a la literatura clásica pagana, porque necesitaban conocerla para poder dialogar. Sería impensable que únicamente conocieran los textos de la Revelación o de otros padres de la Iglesia.
A grandes rasgos, ¿qué podemos aprender los cristianos de hoy de los primeros cristianos?
Hay una palabra que resume todo lo que podemos aprender: la renuncia.
Los primeros cristianos tenían un gran sentido de la renuncia. Un ejemplo es el de la idolatría. Quizá hoy en día significa poco, pero en la antigüedad era un elemento presente en todos los aspectos de la vida diaria.
En el Foro Romano se tiene un altar a la diosa Venus Cloacina, que protegía la cloaca máxima para que el Foro no se inundara. Las actividades sociales, políticas y culturales conllevaban idolatría. Incluso a las carreras de caballos, que equivaldrían a la Fórmula 1, se llevaban estatuas de las divinidades y se ofrecían sacrificios, y todo el juego se dedicaba a las divinidades mayores.
También renuncian de alguna manera a los bienes, o en todo caso, hay un movimiento de generosidad para la comunidad, para los pobres, lo cual hace que los primeros cristianos piensen en los demás por encima del dinero. Son gente que renuncia a muchas cosas con tal de defender la fe.
¿Con qué primer cristiano se identifica más?
Bueno, después de todo lo que he dicho de la naturalidad y la renuncia, habría que identificarse con todos ellos. Ahora bien, si se me obliga a decir uno, diría Marco Minucio Félix. A finales del siglo segundo escribe una obra llamada El Octavio, en la que cuenta un diálogo entre tres personas: Octavio y Minucio Félix, que eran cristianos, y su amigo Cecilio, que era pagano.
Está escrita en muy buen latín, y con bastantes figuras retóricas que encontramos también en Cicerón.
En ella, Cecilio echa un beso a una estatua de Serapis, una divinidad pagana. Octavio le recrimina a Marco Minucio Félix que no haya dicho nada y le pide que le explique el cristianismo.
Me veo identificado con él porque todos tenemos nuestras debilidades y en ocasiones nos hace falta ser más osados y demostrar más palpablemente que somos cristianos sin necesidad de ocultar nada y con naturalidad, declarando nuestra fe entre aquellos que conocemos.
Entrevista de José Diego Poggio y Nacho Laguía.
Fuente: primeroscristianos.com.
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