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El acto de amor de haber acogido, amado y criado a ese hijo, curó completamente las secuelas psíquicas de la violación
Ofrecemos un artículo de Jorge Scala, abogado argentino especialista en derechos humanos y bioderecho, en el que ofrece su experiencia en una asociación de ayuda a madres solas, y sus respuestas al debate existente en Argentina tras una polémica sentencia que despenaliza el aborto en caso de violación.
Mucho se ha debatido en estos días sobre los tres sustantivos que titulan esta nota. Como tesorero y apoderado de Portal de Belén quisiera hacer un breve aporte a esas tres palabras, concatenándolas del mejor modo posible.
En EE.UU. decidieron investigar seriamente el problema de las violaciones en todos sus aspectos. Se hizo un protocolo de investigación y se designó al Hospital San Pablo de Minneapolis para efectuar el estudio. Los trabajos duraron 10 años, durante los cuales fueron derivados a dicho centro sanitario todas las mujeres violadas de la región. En total se investigaron más de 3.500 violaciones.
Entre las cuestiones estudiadas se incluyó la relación entre violación y embarazo. Muy pocas de las mujeres violadas presentaron embarazos. Todos esos embarazos fueron estudiados, tanto sea en los casos en que las mujeres abortaron como en los que continuaron sus embarazos. Se hicieron las pruebas genéticas pertinentes —tanto en los bebés abortados como en los nacidos—, y se determinó, científicamente, que todos los embarazos habían sido fruto de relaciones consentidas, con sus esposos o algún otro varón. En pocas palabras: las 3.500 violaciones no habían causado ningún embarazo (David C. Reardon, Aborted Women: Silent No More).
En Portal de Belén tenemos la experiencia de campo, que por la obvia falta de medios no ha podido verificarse con validez científica. La comparto: entre las muchas mujeres que hemos ayudado en estos más de 20 años de servicio al bien común, nos hemos encontrado con algunas mujeres violadas y embarazadas. Vienen a nosotros mujeres embarazadas en situación de conflicto y, ¿qué duda cabe?, la violación es uno de los conflictos más penosos que nos ha tocado acompañar.
Desde el comienzo de nuestra Asociación, intuimos que el mejor modo que tiene una mujer embarazada para superar su conflicto —cualquiera que sea—, es darle las herramientas que necesite para poder continuar con su embarazo y, más adelante, para que pueda criar amorosamente a ese hijo que lleva en su seno. En la generalidad de los casos esto parece muy obvio. Y lo es.
Ahora bien ¿qué sería lo mejor para una mujer encinta cuyo conflicto fuera el haber sido víctima de una violación? En realidad no lo sabíamos. Ni lo supimos hasta que se nos fueron presentando los primeros casos. Era evidente que la ayudaríamos a continuar con su embarazo: a fin de cuentas, ese es nuestro fin asociativo. Pero lo que no era nada obvio es que criar a ese hijo —en lugar de darlo en adopción—, fuera la mejor opción para la mujer violada.
Como no podíamos resolver la duda, pues había tantos y tan buenos argumentos para una u otra opción, decidimos obrar con esas mujeres igual que con las demás: procurar ayudarlas a aceptar, amar y criar a ese hijo que venía al mundo de ese modo trágico. El resultado superó todas nuestras mejores expectativas. Se lo comparto.
En Portal de Belén no solo damos alojamiento y comida, sino también atención médica, jurídica, psicológica, etc. a las mujeres que lo necesitan. Todas las mujeres violadas recibieron atención psíquica. Con ese acompañamiento y el nuestro, decidieron no solo continuar sus embarazos, sino también criar a sus hijos. En todos los casos, en un tiempo relativamente breve, los informes psicológicos concluyeron del mismo modo: el acto de amor de haber acogido, amado y criado a ese hijo, curó completamente las secuelas psíquicas de la violación. Para nosotros fue una de las sorpresas más hermosas que tuvimos, en estos años de trabajo silencioso y fecundo.
Ante estas realidades que nos enseña la ciencia y nos muestra el trabajo de campo con quienes padecen la problemática, me pregunto: ¿Puede ser razonable matar por las dudas que el hijo fuera producto de una violación, cuando se sabe que esto casi nunca sucede? También me pregunto: ¿es bueno para la mujer violada quitarle la posibilidad de la curación total, del trauma que le produjo esa brutalidad?
A los caballos que circulan por la ciudad hay que ponerles anteojeras, para que no vean la realidad; puesto que si la percibieran se asustarían y provocarían un desastre movidos por el miedo. Me vuelvo a preguntar: ¿qué clase de “anteojeras” tienen algunos de nuestros jueces, gobernantes y médicos, que parecen impedirles reconocer la realidad?
En un rato se mata a una persona por nacer. Nosotros preferimos acompañar a sus mamás durante meses, ayudándolas a crecer y superar por sí mismas todos sus obstáculos. Nos parece lo mejor para todos, también para nosotros que crecemos en humanidad…
Jorge Scala
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