La profesora Roca Varea manifiesta en su obra y en entrevistas posteriores su despego respecto a la Iglesia católica, que servirá a algunos para reconocer su imparcialidad
Leo Imperiofobia y leyenda negra de María Elvira Roca Varea que está llegando a mucha gente interesada en conocer esa faceta de nuestra historia, gentes hartas de mentiras, o fake news como se dice ahora. Y me gusta, aunque lo principal es que investiga con rigor ese aspecto de nuestra historia tergiversada, para desmontar las mentiras y conveniencias del poder extranjero, durante siglos, así como el complejo cainita de muchos españoles −hoy día exacerbado en el mundillo cultureta− que ha generado y transmitido esa leyenda negra.
Una parte de su investigación coincide con la famosa obra de Julián Juderías publicada en 1914, La leyenda negra, un verdadero fenómeno polifacético, políglota y diplomático que luchó para lavar la cara de España ya en el siglo XX y antes. Precisamente se cumplen ahora los cien años de su muerte: una vida plena en sí misma, y de servicio a su patria.
La profesora Roca Varea manifiesta en su obra y en entrevistas posteriores su despego respecto a la Iglesia católica, que servirá a algunos para reconocer su imparcialidad. Desde su postura agnóstica dice que no le gustan algunas cosas de los Evangelios, de la moral católica, o de la Jerarquía incluido el Papa. Comprensible y razonable.
Aunque es una mujer culta reconoce que no ha recibido educación religiosa, en la tradición de su familia agnóstica. De todos modos, me parece que tiene un conocimiento práctico y ambiental suficiente del mundo católico con el que coincide en bastantes cosas, como le pasa a tanta gente entre nosotros, muchos no bautizados que después se bautizan cada año, especialmente en Pascua. Son varios cientos en España, varios miles en Francia y otros países europeos, o más de veinte mil en Estados Unidos. También son muchos los bautizados que vuelven a la comunión de fe y de vida en la Iglesia, porque han encontrado ayudas y testimonios que les han ayudado a superar prejuicios. Y pasividades.
Regreso a Ítaca
Estos días circula un reportaje multimedia, Regreso a Ítaca, con el testimonio de seis historias de mujeres y hombres que han vuelto a la fe católica después de años duros sin práctica religiosa, y han encontrado a la Madre Iglesia. También la película documental Converso asombra a miles de personas y curiosos que asisten al testimonio de una familia que ha transitado el camino de la mayoría de los agnósticos y no practicantes españoles. Primero creyeron, después se fueron, y después vuelven a la Iglesia real, no a las caricaturas que se habían hecho o les habían hecho, y que se pueden llamar eclesiofobia y cristianofobia. Roca Varea puede conocer con mentalidad abierta estos valiosos testimonios y esperar a ver qué ocurre.
Algo parecido declaraba el actor malagueño Antonio Banderas, que creció en una familia católica con educación cristiana, y después se alejó como otros, aunque volvió a rezar a Dios para que un hermano saliera de una grave intervención quirúrgica; recuperó también la tradición de Semana Santa como costalero en un paso; y se dio cuenta de que no tenía que buscar demasiado ni recurrir a Buda o figuras de otras tradiciones orientales, porque había tenido siempre «delante de mis narices y en mi barrio» la fe cristiana vivida en su infancia.
Porque, en efecto, en cada barrio, pueblo o ciudad española encontramos una iglesia, unos párrocos, unos sacerdotes, unos fieles, unas Cáritas, que viven de verdad el evangelio. Es aquello de la sal de preserva de la corrupción y la luz del mundo: que ilumina y da calor.