La sencillez no es simpleza en el razonamiento, al contrario, es la aptitud propia de la objetividad, de ver las cosas tal cual son, sin barroquismos innecesarios, aceptándolas aunque no gusten
Desde diversos ángulos y con múltiples opiniones, me han llegado impactos acerca del tema de la sencillez. Uno de ellos, procede de una periodista de raza a quien conozco desde hace más de veinticinco años. Pienso que siendo muy distintos congeniamos por la transparencia. Ahora está jubilada y quizá tiene aun más soltura para abordar las cuestiones. Muchas son temas políticos, que no voy referir aquí, pero se puede poner un ejemplo porque es un asunto con carga humana: Zaplana está seriamente enfermo en la cárcel (prisión preventiva) y los etarras (condenados) enfermos en sus casas. Le duele la falta de garantías jurídicas y la práctica supresión de la presunción de inocencia. Destaca en ella la enorme sencillez con que se expresa en asuntos incluso delicados: claridad, franqueza.
Quizá es también franco el nuevo presidente del Gobierno: lisa y llanamente se proclama ateo, tan sencillamente que no da explicación alguna de su posición. No voy ahora a declararme partidario del ateísmo pero sí de que lo confiese justamente. Para decirlo todo, calculo que yerra cuando niega estatuto propio a la Religión, afirmando que no debe de estar en la escuela porque es un asunto privado. No es novedoso, pero la simplicidad ha destruido la libertad de padres y alumnos para elegir el modelo educativo que desean para sus hijos o los estudiantes por sí mismos. También derriba la idea de que la Fe (la que sea) tiene una dimensión pública, aunque consistiera solamente en el comportamiento vivido por los que la poseen, como sucede igualmente con el ateísmo.
Porque la sencillez no es simpleza en el razonamiento, al contrario, es la aptitud propia de la objetividad, de ver las cosas tal cual son, sin barroquismos innecesarios, aceptándolas aunque no gusten. Algo tan simple como verlas con limpieza y objetividad permite actuar con mayor aplomo y acierto. Es una virtud muy saludable que deberíamos buscar y practicar. Algo sencillo no tiene artificio ni excesiva elaboración, algo que en contra de los que pudiera parecer requiere un pensamiento fuerte, claro, argumentado para no rodar hacia lo anodino, que no es lo mismo que sencillo. Lo políticamente correcto suele caer en la simpleza de aceptar la moda sin saber cómo ni por qué. No es sencillez, es copia barata. No en vano, sencillo procede del latín singulus que puede traducirse uno por uno, y con la suma del prefijo ex equivale a cualidad: la virtud del sencillo.
Salvador de Madariaga escribió sobre la quijotización de Sancho Panza, que lleva a su mujer a decirle: desde que os hicisteis miembro de la caballería andante, habláis de tan rebuscada manera que no hay quien os entienda. El maestro Madariaga escribe de la también magistral escritura cervantina a la que basta esa conversación de Sancho y Teresa para visualizar el cambio operado en el escudero. Él responderá a su esposa: mujer mía, si Dios quisiera, bien me holgara yo de no estar tan contento como muestro. Su asombrada esposa lo que observa desde su simplicidad es que se ha modelado con Don Quijote, lo que hace estragos en Sancho. No hay espacio pero bien vale la pena percibir, desde el ángulo opuesto, cómo Quijano se va asemejando progresivamente a Sancho. En ambos personajes la ambición de gloria encoge su sencillez. Sancho va de la realidad a la ficción, mientras que Don Quijote se encamina desde la ficción a la realidad. La aventura del Caballero de los Espejos asustará a Sancho y lo encontraremos cogido entre el miedo y la simplicidad. Y hallaremos a Don Quijote sumido en una tranquila desilusión propicia para no alborotarse como antaño.
Se efectúa un cambio a la sencillez no sin coscorrones, como debería suceder con nuestros personajes públicos, que frecuentemente elaboran su discurso dirigidos por el marketing más provechoso a sus intereses. No se trata de hablar en vulgar para que el necio entienda, sino que razonadamente se explica la realidad de modo lógico y sin complicaciones que distraigan del argumento central. Pero tampoco se puede diseñar la realidad y el ser humano perfecto de modo abstracto para obligar rígidamente después al objeto a que adapte al modelo teórico. Escribió mi maestro Millán Puelles que se hace preciso motivar, convencer y hacer feliz a la gente para que esta obre como debe y le conviene. Fue el humanismo clásico quien diseñó el camino a través de la armonía ética. Y abrió espacios inmensos y serenos donde todo era simple, porque era el ser.
La belleza de la poesía es buen camino para hallar la sencillez y también la complicación. Buscamos de la mano de Lorenzo Gomis. Desde arriba, / desde la piedra donde canta el frío / y duerme el sol cubierto de margaritas blancas, / desde la celda donde el monje juega, / lloroso de alegría, con el balón de trapo, / desde el tiesto de geranios, desde el viento / yo contemplaba el mundo... / Yo contemplaba el mundo, / el caballo de circo que giraba armonioso / en el patio redondo con un árbol en medio, / todo estaba allí / y todo era sencillo, el tren que llegaba enfadado de humo / y el otro que salía silbando alegremente; / todo estaba allí, / y todo era sencillo.