Con ocasión del 90 aniversario de la fundación del Opus Dei, acaba de publicarse “El último romántico. San Josemaría en el siglo XXI”
Una serie de reflexiones sobre el fundador, escritas por Mariano Fazio.
Lea el primer capítulo de "El último romántico" (Ed. Rialp)
Mons. Mariano Fazio (Buenos Aires, 1960) ha publicado “El último romántico”. No es una biografía sobre el fundador del Opus Dei, ni un estudio teológico, ni una recopilación de textos. “Se trata −explica el autor− de presentar en forma ordenada algunas de las consecuencias de la luz recibida por san Josemaría hace noventa años, y que hoy cobran relevante actualidad”.
Conoció a san Josemaría en Argentina. ¿Qué recuerda de aquel encuentro?
Recuerdo a un sacerdote que lucía una sonrisa de oreja a oreja, y que transmitía con naturalidad una gran alegría; sus palabras eran positivas, animantes, comprensivas, y, a la vez, amablemente exigentes. La sonrisa de su rostro quedó grabada en mi memoria y en mi imaginación, y ha supuesto un aliciente para procurar sonreír, también cuando aparentemente no hay motivos para hacerlo.
Yo tenía apenas catorce años y sabía muy poco del Opus Dei. Allí había muchos estudiantes y universitarios, todos con ganas de grandes ideales. Tengo que reconocer que recuerdo pocas cosas de las que nos dijo san Josemaría, pero una frase me quedó grabada en el corazón: «Buenos Aires tiene que ser la ciudad de las almas felices». Regresé a casa con un horizonte existencial distinto del que tenía antes de mi encuentro con él.
“El último romántico”: así se definía san Josemaría. ¿Por qué?
Él se consideraba un continuador de los románticos del siglo XIX que luchaban por la libertad personal. «Amo la libertad de los demás −explicaba−, la vuestra, la del que pasa ahora mismo por la calle, porque si no la amara, no podría defender la mía. Pero esa no es la razón principal. La razón principal es otra: que Cristo murió en la Cruz para darnos la libertad, para que nos quedáramos in libertatem gloriae filiorum Dei» (en la libertad y la gloria de los hijos de Dios).
En efecto, sin libertad no podemos amar. Por eso, consideraba que en el orden natural el mayor regalo que Dios hizo al hombre era precisamente el habernos creado libres: Dios ha querido correr el “riesgo” de nuestra libertad, para que correspondamos libremente con nuestro amor a su amor infinito. San Josemaría se lamentaba de que, en tiempos más recientes, mucha gente exigía la libertad para manejarse él y destruir a los otros, sujetarlos, pisarlos. Por el contrario, defendía “el romanticismo cristiano”: amar la libertad de los demás, con cariño.
El próximo 2 de octubre se cumplen 90 años de la fundación del Opus Dei. ¿Qué mensaje propone su fundador para el siglo XXI?
Hace 90 años san Josemaría recibió una luz de Dios que dio un nuevo sentido a su vida, en donde el amor −con su ingrediente de locura− y la libertad ocupan un lugar central. Los corazones de los hombres y las mujeres de todas las épocas y lugares vibran con el amor y la libertad. Estamos hechos para amar y ser amados. Por eso es tan fácil sintonizar con su espíritu. Su mensaje ha cambiado la vida de muchas personas a lo largo de estas décadas, y contiene una potencialidad destinada a expandirse. Los aniversarios, en sí mismos, son simples fechas, pero a mí, personalmente, me ha servido como ocasión para meditar algunos aspectos de su mensaje, especialmente iluminantes en las circunstancias de la cultura contemporánea.
Nietzsche, Dovtoiesky, Perez Galdós, Tolkien, Chesterton... su libro hace muchas referencias a autores clásicos y modernos.
Los autores clásicos tienen la capacidad de iluminar de manera especial algunas de las cuestiones que nos afectan a todos. Al preocuparse por la libertad del hombre, san Josemaría ha tratado sobre muchas de esas ideas y por eso me gusta ponerlo en relación con otros. Son mensajes que atraviesan la historia y resultan actuales en el siglo XXI y en los futuros siglos. Por ejemplo, Gogol y Tolkien agradecían a Dios que hiciera al hombre partícipe de su poder creador; Kafka o Kierkegaard abordaron la relación de cada hombre con su padre; Chesterton reflexiona sobre el amor hacia el mundo; Machado nos provoca sobre el verdadero amor… Como intento mostrar en el libro, el trabajo, el amor, la filiación o el mundo son algunos de los temas sobre los que san Josemaría hace sugerencias muy valiosas que también encontramos en el discurso de los clásicos.
En la introducción, Mons. Ocáriz habla de la capacidad rejuvenecedora del cristianismo…
Efectivamente, el prelado del Opus Dei compara el actual agotamiento de ideas y valores con el que, veinte siglos atrás, afectaba a la sociedad en el que enraizó el cristianismo. La vida de los discípulos de Jesús empezó a rejuvenecer desde muy pronto la vida de una sociedad envejecida: la renovó con la juventud y la novedad de Dios. Las propuestas de san Josemaría proceden del Evangelio, por eso son tan necesarias para el siglo XXI: la alegría de ser hijos de Dios, el trabajo como lugar de santidad, el carácter positivo de la secularidad, la importancia de la vida familiar y del amor, el valor de la pluralidad, la repercusión social de la vida de cada cristiano.
Fuente: opusdei.org.
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