El Papa atendió, como ya es costumbre, a los periodistas que le acompañaron en su viaje a Ginebra (Suiza), con motivo del 70 aniversario de la fundación del Consejo mundial de las iglesias
Con la ceremonia de despedida en el Aeropuerto Internacional, el Papa dejó Suiza. Estaban presentes el Presidente de la Confederación Suiza, la Consejera Federal y el Embajador ante la Santa Sede. El avión despegó a las 19.55 hora local.
Concluida su Peregrinación ecuménica a Ginebra, con motivo del 70° aniversario de la fundación de Consejo Mundial de las Iglesias, tuvo lugar, en el avión de regreso a Roma, la acostumbrada rueda de prensa con los periodistas que han acompañado al Santo Padre en este viaje.
Greg Burke: Muchas gracias. “Caminar, rezar, trabajar juntos”. Hemos caminado, hemos rezado, varias veces, y ahora nos toca trabajar un poco −y también cenar, después. Pero, se ve que caminar juntos da fruto: hoy, el recibimiento. Hemos visto que, tras tantos años de diálogo, hay respeto mutuo y algo más: hay también amistad. Pero aún queda tanto trabajo por hacer y tantos desafíos, y esto nos interesa normalmente: los desafíos. Quizá Usted quiera decir algo antes…
Gracias por vuestro trabajo. Ha sido una jornada un poco pesada, al menos para mí. Pero estoy contento. Estoy contento porque las diversas cosas que hemos hecho, tanto la oración al inicio, luego el diálogo durante el almuerzo, que ha sido bellísimo, y después la Misa, son cosas que me han hecho feliz. Cansan, pero son cosas buenas. Muchas gracias. Y ahora estoy a vuestra disposición.
Arnaud Bédat, suizo, de la revista “L’Illustre”: Santo Padre, estuvo en Ginebra, pero también en Suiza. ¿Qué imágenes, qué momentos importantes, fuertes, le han marcado durante esta jornada?
Gracias. Creo que −diría− hay una palabra común: encuentro. Ha sido una jornada de encuentros. Variados. La palabra correcta de la jornada es encuentro, y cuando una persona encuentra a otra y siente gusto por el encuentro, eso siempre toca el corazón. Han sido encuentros positivos, incluso bonitos, comenzando por el diálogo con el Presidente, al principio, que ha sido no solo un diálogo de cortesía, normal, sino un diálogo profundo, sobre temas mundiales profundos y con una inteligencia que me ha llamado la atención. Comenzando por eso.
Luego, los encuentros que todos habéis visto. Y el que no habéis visto es el encuentro del almuerzo, que ha sido muy profundo en el modo de tocar tantos argumentos. Quizá el tema del que hemos hablado más tiempo ha sido el de los jóvenes, porque todas las Confesiones están preocupadas, en el buen sentido, por los jóvenes. Y el pre-Sínodo que hubo en Roma, del 19 de marzo en adelante, ha atraído bastante la atención, porque había jóvenes de todas las Confesiones, incluso agnósticos, y de todos los países. Pensad: 315 jóvenes presentes y 15 mil conectados en red que “entraban y salían”. Eso quizá despertó un interés especial.
Pero la palabra que a mí me da tal vez el resumen del viaje es que ha sido un viaje de encuentro. La experiencia del encuentro. No mera cortesía, nada puramente formal, sino encuentro humano. Y eso, entre protestantes y católicos, es mucho decir… Gracias.
Roland Juchem, alemán, de la agencia católica alemana CIC: Gracias, Santo Padre. Usted habla a menudo de pasos concretos que dar en el ecumenismo. Hoy, por ejemplo, lo ha recordado de nuevo diciendo: “Veamos lo que es posible hacer concretamente, en vez de desanimarnos por lo que no lo es”. Los obispos alemanes, últimamente, han decidido dar un paso, y nos preguntamos por qué el arzobispo Ladaria ha escrito una carta que parece un poco como un frenazo de emergencia. Después del encuentro del pasado 3 de mayo se había afirmado que los obispos alemanes deberían hallar una solución, a ser posible por unanimidad. ¿Cuáles serán los próximos pasos? ¿Será necesaria una intervención por parte del Vaticano, para aclararlo, o los obispos alemanes deberán encontrar un acuerdo?
Bueno. Eso no es una novedad, porque en el Código de Derecho canónico está previsto lo que dicen los obispos alemanes: la Comunión en casos especiales. Y ellos veían el problema de los matrimonios mixtos: si es posible o no. Pero, el Código dice que el obispo de la Iglesia particular −esta palabra es importante: particular, si es de una diócesis− debe gestionarlo: está en sus manos. Eso está en el Código. Los obispos alemanes, como habían visto que el caso no estaba claro, y también que algunos sacerdotes hacían cosas en desacuerdo con el obispo, han querido estudiar ese tema y han hecho ese estudio que −no quiero exagerar− ha sido un estudio de más de un año, no sé bien, pero más de un año, bien hecho, bien hecho.
Y el estudio es restrictivo: lo que los obispos querían es decir claramente lo que está en el Código. Y yo también, que le he leído, digo: este es un documento restrictivo. No era un “abrir a todos”. No. Era una cosa bien pensada, con espíritu eclesial. Y han querido hacerlo para la Iglesia local: no para la particular. No han querido. Y la cosa acabó así, es decir, diciendo que era para la Conferencia episcopal alemana. Y ahí hay un problema, porque el Código no prevé esto. Prevé la competencia del obispo diocesano, pero no de la Conferencia episcopal. ¿Por qué? Porque una cosa aprobada en una Conferencia episcopal, en seguida se convierte en universal. Y esa es la dificultad de la discusión: no tanto el contenido, sino esto.
Enviaron el documento y luego hubo dos o tres encuentros de diálogo y de aclaración, y el arzobispo Ladaria envió esa carta, pero con mi permiso, no lo ha hecho él solo. Le dije: “Sí, es mejor dar un paso adelante y decir que el documento todavía no está maduro −eso decía la carta− y que se debía estudiar más el tema”. Luego hubo otra reunión, y al final estudiarán el asunto. Creo que será un documento orientativo, para que cada obispo diocesano pueda gestionar lo que ya el Derecho canónico permite.
No ha habido ningún frenazo, no. Ha sido gestionar el tema para que fuese por buen camino. Cuando visité la Iglesia luterana de Roma, se hizo una pregunta de ese tipo y yo respondí según el espíritu del Código de Derecho Canónico, ese espíritu que ellos buscan ahora. Quizá no ha habido una información correcta en los momentos correctos, hay un poco de confusión, pero eso es lo que hay. En la Iglesia particular, el Código lo permite; en la Iglesia local, no puede, porque sería universal. Eso es.
Roland Juchem: ¿La Iglesia local es la Conferencia?
…es la Conferencia. Pero la Conferencia puede estudiar y dar líneas orientativas para ayudar a los obispos a gestionar los casos particulares. Gracias.
Eva Fernández, española, de la Cadena Cope: Gracias, Santo Padre. Hemos visto que también el Secretario General del Consejo ecuménico de las Iglesias ha hablado de la ayuda a los refugiados. Últimamente hemos visto el incidente de la nave “Aquarius” y otros casos, así como la separación de las familias en los Estados Unidos. ¿Piensa que algunos gobiernos instrumentalizan el drama de los refugiados? Gracias.
He hablado tanto de los refugiados y los criterios están en lo que he dicho: “acoger, proteger, promover, integrar”. Son criterios para todos los refugiados. Luego dije que cada país debe hacer esto con la virtud del gobierno que es la prudencia, porque un país debe acoger a tantos refugiados como pueda y a cuantos pueda integrar: integrar, es decir, educar, dar trabajo… Esto, diría, es el plan tranquilo, sereno de los refugiados. Aquí estamos viviendo una oleada de refugiados que huyen de las guerras y del hambre. Guerra y hambre en tantos países de África, guerras y persecuciones en Medio Oriente. Italia y Grecia han sido generosísimas en acoger. Para Medio Oriente –respecto a Siria−, Turquía ha recibido muchos; el Líbano, tantos: el Líbano tiene tantos sirios como libaneses; y luego Jordania y otros países. También España los había recibido.
Está el problema del tráfico de inmigrantes. Y está también el problema de los casos en que vuelven, porque deben volver: está ese caso… No conozco bien los términos del acuerdo, pero si están en las aguas de Libia deben volver… Y ahí he visto las fotografías de las cárceles de los traficantes. Los traficantes en seguida separan mujeres de hombres: mujeres y niños van Dios sabe dónde… Eso hacen los traficantes. Está también el caso, que conozco, en que los traficantes se han acercado a una nave que había acogido prófugos de las pasteras y han dicho: “Dadnos las mujeres y los niños y llevaos a los varones”. Eso hacen los traficantes. Y las cárceles de los traficantes, para los que han vuelto, son terribles, son terribles. En los lager de la II guerra mundial se veían esas cosas. Incluso mutilaciones, torturas…. Y luego los arrojan en fosas comunes, a los hombres.
Por eso los gobiernos se preocupan de que no vuelvan y caigan en manos de esa gente. Hay una preocupación mundial. Sé que los gobiernos hablan de esto y quieren hallar un acuerdo, incluso modificar el Acuerdo de Dublín. En España habéis tenido el caso de esa nave que ha llegado a Valencia. Pero todo este fenómeno es un desorden. El problema de las guerras es difícil de resolver; el problema de la persecución de cristianos también, en Medio Oriente y también en Nigeria.
Pero el problema del hambre se puede resolver. Y tantos gobiernos europeos están pensando en un plan de urgencia para invertir en esos países, invertir inteligentemente, para dar trabajo y educación, estas dos cosas. En los países de los que provienen estas personas. Porque −sin ofender, pero es la verdad− en el inconsciente colectivo hay un lema feo: “África es para ser explotada”. Esto está en el inconsciente: “¡Eh, son africanos!…”. Tierra de esclavos. Y esto debe cambiar con ese plan de inversiones, de educación, de desarrollo, porque el pueblo africano tiene tantas riquezas culturales, muchas. Y tienen una inteligencia grande: los niños son inteligentísimos y pueden, con una buena educación, llegar lejos. Esa será la senda a medio plazo. Pero por ahora deben ponerse de acuerdo los gobiernos para ir adelante con esta emergencia. Eso, aquí en Europa.
Vayamos a América. En América hay un problema migratorio grande, en América Latina, y también está el problema migratorio interno. En mi patria hay un problema migratorio de norte a sur; la gente deja el campo porque no hay trabajo y va a las grandes ciudades, y están esas megalópolis, las villas miseria, y todas esas cosas… Pero hay también una migración externa a otros países que dan trabajo, en concreto a los Estados Unidos. Estoy de acuerdo con lo que dicen los Obispos de aquel país. Me alineo con ellos. Gracias.
Deborah Castellano Lubov, inglesa, de la agencia Zenit: Gracias, Santidad. En su discurso de hoy en el Encuentro ecuménico, ha hecho referencia a la enorme fuerza del Evangelio. Sabemos que algunas de las Iglesias del World Council of Churches son llamadas “Iglesias de la paz”, que creen que un cristiano no puede usar la violencia. Recordemos que hace dos años, en el Vaticano, hubo una conferencia organizada para reconsiderar la doctrina de la “guerra justa”. Santidad, la pregunta es si Usted piensa que es el momento para la Iglesia Católica de unirse a esas llamadas “Iglesias de la paz” y dejar de lado la teoría de la “guerra justa”. Gracias.
Una aclaración: ¿por qué dice usted que hay “Iglesias de la paz”?
Deborah Castellano Lubov: Se consideran “Iglesias de la paz” porque tienen esa concepción, que si una persona utiliza la violencia ya no puede ser considerada cristiana.
Gracias, ya entiendo. Usted ha puesto el dedo en la llaga… Hoy, en el almuerzo, un Pastor ha dicho que quizá el primer derecho humano es el derecho a la esperanza, y eso me ha gustado, y entra un poco en este tema. Hemos hablado de la crisis de los derechos humanos hoy. Creo que debo comenzar por esto para llegar a su pregunta. La crisis de los derechos humanos parece clara. Se habla un poco de derechos humanos, pero muchos grupos o algunos países toman distancia. Sí, tenemos los derechos humanos, pero… no hay la fuerza, el entusiasmo, la convicción no digo de hace 70 años, sino de hace 20 años. Y eso es grave, porque debemos ver las causas.
¿Cuáles son las causas por las que hemos llegado a esto? Que hoy los derechos humanos son relativos. Hasta el derecho a la paz es relativo. Es una crisis de los derechos humanos. Esto creo que debemos pensarlo a fondo. Luego, las llamadas “Iglesias de la paz”. Creo que todas las Iglesias que tienen ese espíritu de paz deben reunirse y trabajar juntas, como hemos dicho en los discursos de hoy, tanto yo como las otras persone que han hablado, y a la hora de comer también se ha hablado. La unidad por la paz. Hoy la paz es una exigencia, porque existe el riesgo de una guerra. Alguno ha dicho: esta tercera guerra mundial, si se hace, sabemos con qué armas se hará, pero, si hubiese una cuarta, se hará con palos, porque la humanidad estará destruida.
El compromiso por la paz es una cosa seria. ¡Cuando se piensa en el dinero que se gasta en armamento! Por eso, las “Iglesias de la paz”: ¡pero es el mandato de Dios! La paz, la hermandad, la humanidad unida… Y todos los conflictos, no hay que resolverlos como Caín, sino resolverlos con la negociación, con el diálogo, con las mediaciones. Por ejemplo, ¡estamos en crisis de mediaciones! La mediación, que es una figura jurídica tan valiosa, hoy está en crisis. Crisis de esperanza, crisis de derechos humanos, crisis de mediaciones, crisis de paz.
Pero luego, si usted dice que hay “Iglesias de la paz”, yo me pregunto: ¿pero hay “Iglesias de la guerra”? Es difícil entender esto, es difícil, pero hay ciertamente algunos grupos, y yo diría en casi todas las religiones, grupos pequeños, simplificando un poco diré “fundamentalistas”, que buscan las guerras. Incluso los católicos tenemos alguno, que siempre busca la destrucción. Y esto es muy importante tenerlo claro. No sé si he respondido…
Me dicen que la gente pide la cena, que hay el tiempo justo para llegar con el estómago lleno…
Solo una palabra quiero decir claramente: que hoy ha sida una jornada ecuménica, precisamente ecuménica. Y en la comida hemos dicho algo muy bonito, que yo os dejo a vosotros para que la penséis y reflexionéis y hagáis una buena consideración sobre esto: en el movimiento ecuménico debemos quitar del diccionario una palabra: proselitismo. ¿Está claro? No puede haber ecumenismo con proselitismo, hay que elegir: o eres de espíritu ecuménico, o eres un “proselitista”. Gracias. Yo seguiría hablando porque me gusta, pero…
Y ahora, llamemos al Sustituto porque es el último viaje que hace con nosotros, porque ahora cambiará de “color”: ¡pero no por vergüenza! Queremos despedirlo y habrá una tarta de Cerdeña para celebrarlo.
Mons. Becciu: Gracias. Es una sorpresa doble, llamarme aquí y darme las gracias ante vosotros. Y además con una tarta sarda… ¡qué bien!, la probaremos con mucho gusto. Yo agradezco de verdad al Santo Padre esta ocasión, y por todo, por todo, porque me ha hecho tener esta experiencia magnífica de viajar tanto con él. Al principio, me asustaba, decía: “No, yo haré pocos viajes”, ¿se acuerda? Y luego, detrás de uno se sumaba otro, y otro, y nos dijimos: “¡Menos mal que dije que serían pocos!”, y han sido muchos. Una experiencia magnífica: ver al Santo Padre con valor difundir la Palabra de Dios. Mi servicio ha sido solo eso: ayudarlo en eso. Gracias a todos y a quien nos ha ayudado. Gracias.
Buen provecho, buena cena y muchas gracias. Y rezad por mí, por favor. Gracias.
Fuente: vatican.va.
Traducción de Luis Montoya.
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