El Cardenal Julián Herranz asegura que hay más mártires ahora que en cualquier momento de la historia
El Presidente Emérito del Pontificio Consejo para los Textos legislativos, Cardenal Julián Herranz Casado, está seguro de que en este momento hay más mártires que en cualquier otra etapa de la historia de la Iglesia.
En entrevista con ACI Prensa, el Cardenal Herranz explicó que tiene muy presente los países donde la Iglesia es perseguida, y en especial guarda un precioso recuerdo de la Iglesia en China, «pobre y perseguida, pero llena de vida».
«Hace ya unos 10 años, le escribí una carta a Juan Pablo II desde China, en la que le decía que estaba emocionado de ver una Iglesia pobre y perseguida, pero llena de vida, una Iglesia en la cual la vida de fe se notaba continuamente en la forma de comportarse ante las cruces, ante las dificultades, ante la profesión de la propia fe sin ningún temor, y la vida sacramental muy intensa».
Luego de celebrar la Santa Misa con motivo de la Jornada de Oración por la Iglesia en China junto a algunos miembros de la China Prayer Group —un grupo nacido para la seguir el llamado del Papa Benedicto XVI a orar por la evangelización y la unidad de la Iglesia del país—, el Cardenal Herranz indicó que esta oración es una respuesta al llamado del Papa para «pedir por los cristianos, los católicos que están siendo perseguidos en muchas naciones del mundo».
«Es un momento en el cual están habiendo más mártires que en cualquier momento de la historia de la Iglesia, mártires de quienes muchas veces ni siquiera su nombre es conocido. Delante del Señor están muy presentes, ellos han recibido la corona de la gloria en el Cielo, y sobre todo están dando un testimonio de fortaleza en la fe», explicó.
El Cardenal Herranz señaló que es verdad que la Iglesia en China está pasando por momentos difíciles, «pero ¿cuándo la Iglesia no ha pasado por momentos difíciles de un tipo o de otro? Pensando en la Iglesia de los primeros tiempos, cuando estaba más acosada por tantas dificultades, allí lo que hacían los cristianos era ser unánimes en la oración, en la comunión —participación del cuerpo del Señor—, y en la doctrina de los apóstoles», animó.
La autoridad vaticana indicó que Benedicto XVI fundamentalmente desea ayudar a crecer en la fe a la población china. «Si Cristo es camino, verdad y vida, camino de la Iglesia en China, la vida, la fuerza de la vida misionera y apostólica que tengan los católicos en China depende mucho de la amistad que tengan con Cristo, es decir, como crezcan ellos por dentro».
Finalmente, el Purpurado consideró que la situación de los católicos en China está mejorando, «es bueno todo lo que tiene vida, todo lo que crece, todo lo que se expansiona, y los católicos están en un momento de gran crecimiento por dentro y por fuera, por dentro porque se les procura mucho mejorar la formación en la fe, y por fuera porque tienen todos, y especialmente los laicos —y me da mucha alegría—, un gran fervor laico y misionero».
China es un país hostil para los católicos, el estado solo permite el culto católico únicamente a la Asociación Patriótica Católica China, subalterna del Partido Comunista de China, y en numerosas ocasiones ha rechazado la autoridad del Vaticano. La Iglesia Católica, fiel al Papa y clandestina en China, es perseguida permanentemente.
Las relaciones diplomáticas entre China y el Vaticano se rompieron en 1951, dos años después de la llegada al poder de los comunistas que expulsaron a los clérigos extranjeros. Anteriormente, la Iglesia Patriótica nombró algunos obispos sin el beneplácito del Santo Padre.
En el año 2007, Benedicto XVI escribió una Carta a los obispos, presbíteros, personas consagradas y fieles laicos de la Iglesia Católica de China. A través de ella, animó a la unidad, el perdón y la reconciliación, el diálogo respetuoso y constructivo entre los fieles, y exhortó a las comunidades eclesiales y organismos estatales a vivir sus relaciones «en la verdad y la caridad».
«Las autoridades civiles son muy conscientes de que la Iglesia, en su enseñanza, invita a los fieles a ser buenos ciudadanos, colaboradores respetuosos y activos del bien común en su País, pero también está claro que ella pide al Estado que garantice a los mismos ciudadanos católicos el pleno ejercicio de su fe, en el respeto de una auténtica libertad religiosa», expresó en aquella ocasión.