El Santo Padre recibió en audiencia a una Delegación del Premio de Periodismo internacional ‘Biagio Agnes’ a quienes exhortó a no caer en la trampa de las lógicas de contraposición por intereses o ideologías
Discurso del Santo Padre
Queridos amigos, sed bienvenidos. Saludo y agradezco a la Dra. Simona Agnes, a los miembros del Jurado y a todos los presentes, que por varios títulos ocupáis puestos importantes en el ámbito de la comunicación. La Fundación que promueve el Premio lleva el nombre de Biagio Agnes, uno de los más conocidos periodistas italianos, defensor del servicio público, que tantas veces intervino en su papel de periodista como garante de la información correcta, confiable, auténtica y puntual.
Atesorando su enseñanza, todos vosotros os comprometéis, sobre todo personalmente, en una comunicación que sepa anteponer la verdad a los intereses personales o corporativos. Además, observando lo que produce la industria cultural, con este Premio señaláis a la sociedad periodistas que se distinguen por responsabilidad en el ejercicio de la profesión. Pues ser periodista tiene que ver con la formación de las personas, de su visión del mundo y de sus actitudes ante los eventos. Es un trabajo exigente, que en este momento está viviendo una estación caracterizada, por una parte, por la convergencia digital y, por otra, por la transformación de los mismos medios.
A menudo me toca ver, con ocasión de viajes apostólicos o de otros encuentros, una diferencia de modalidades productivas: desde los clásicos equipos televisivos hasta los chicos y chicas que con un móvil saben hacer una noticia para algún portal. O también desde las radios tradicionales a verdaderas y auténticas entrevistas hechas también con el móvil. Todo esto dice que ciertamente estamos viviendo una transformación urgente de las formas y lenguajes de la información. Cuesta entrar en ese proceso de transformación, pero es cada vez más necesario si queremos continuar siendo educadores de las nuevas generaciones. Decía que es costoso, y añadiría que es necesaria una sabia vigilancia. Pues, «las dinámicas de los medios del mundo digital, […] cuando se convierten en omnipresentes, no favorecen el desarrollo de una capacidad de vivir sabiamente, de pensar en profundidad, de amar con generosidad. Los grandes sabios del pasado, en este contexto, correrían el riesgo de apagar su sabiduría en medio del ruido dispersivo de la información» (Laudato si’, 47).
No hay recetas, pero querría subrayar tres palabras: periferias, verdad y esperanza.
Periferias. Muy a menudo, los lugares neurálgicos de la producción de noticias se hallan en los grandes centros. Pero esto no debe hacernos olvidar nunca las historias de las personas que viven distantes, lejanas, en las periferias. Son historias a veces de sufrimiento y de degradación; otras veces son historias de gran solidaridad que pueden ayudar a todos a mirar de modo renovado la realidad.
Verdad. Todos sabemos que un periodista está llamado a escribir lo que piensa, lo que corresponde a su consciente y responsable comprensión de un hecho. Es necesario ser muy exigentes consigo mismos para no caer en la trampa de las lógicas de contraposición por intereses o por ideologías. Hoy, en un mundo donde todo es veloz, es cada vez más urgente apelas a la sufrida y costos ley de la búsqueda profunda, del confronto y, si es necesario, incluso de callar antes que herir a una persona o a un grupo de personas o deslegitimar un evento. Sé que es difícil, pero la historia de una vida se comprende al final, y eso debe ayudarnos a ser valientes y también, diría, proféticos.
Esperanza. No se trata de contar un mundo sin problemas: sería una ilusión. Se trata de abrir espacios de esperanza mientras se denuncian situaciones de degrado y de desesperación. Un periodista no debería sentirse a gusto por el solo hecho de haber contado, según su libre y consciente responsabilidad, un evento. Está llamado a mantener abierto un lugar de salida, de sentido, de esperanza.
Concluyo recordando una de las iniciativas que la Fundación Biagio Agnes, gracias a la tenacidad de su Presidenta, lleva adelante: el Fórum de divulgación científica “Check-Up para Italia”, proyecto nacido de una idea de Biagio Agnes, que tiene el objetivo de profundizar temas médico-científicos a través de una información cuidada que contraste el proliferar de las informaciones “inventadas” y de las noticias aproximadas, que cada vez más frecuentemente se pueden encontrar en la red y que atraen la atención del público mucho más que de la ciencia.
El Pontificio Consejo de la Cultura hace pocas semanas terminó un congreso internacional precisamente sobre esos temas. A ese propósito quisiera recordar que «hay que asegurar una discusión científica y social que sea responsable y amplia, capaz de considerar toda la información disponible y de llamar a las cosas por su nombre. A veces no se pone sobre la mesa la totalidad de la información, que se selecciona de acuerdo con los propios intereses, sean políticos, económicos o ideológicos» (Laudato si’, 135).
Os agradezco de nuevo y felicito a los Premiados. Y, por favor, acordaos de rezar por mí. Gracias.