La cautividad se refiere también a otros tipos de “cárceles” que aprisionan la libertad y la dignidad del ser humano, cada época de manera diferente
El próximo 23 de septiembre de 2018, en la catedral de Barcelona, (víspera de la Fiesta de la Virgen de la Merced, patrona de la ciudad) los miembros de la Orden de la Merced renovarán las promesas de fidelidad que hace 800 años hizo el barcelonés SanPedro Nolasco ante Berenguer de Bou, obispo de Barcelona, en presencia de Jaime I el Conquistador,rey de Aragón. Así fue la fundación de la nueva orden religiosa, inspirada por la aparición de la Virgen que pidió la “redención de los cautivos”. Hace un año escribí sobre ello en “Mi vida por tu libertad”.
El pasado 6 de mayo, fiesta del fundador, la Hermandad de la Virgen de la Merced me invitó a su asamblea anual, precedida de misa con imposición de medallas a nuevos hermanos, y seguida de cena de gala. Este año, además, se celebra que la orden de la Merced vuelve a ocuparse de la Basílica, tras 200 años de ausencia, por la Desamortización de Mendizábal. Después pasó a ser parroquia y, durante la Guerra Civil, la iglesia fue quemada y la estatua de bronce de la Virgen que estaba situada sobre la cúpula, demolida. Fue repuesta en 1959. Ahora, gracias a la labor de la Hermandad de la Merced, los padres mercedarios han vuelto a hacerse cargo de la Basílica, en la persona de un consiliario que espera, en breve, ser nombrado párroco.
La Hermandad de la Merced tiene su origen en una “Pía Asociación de Devotos de la Virgen de la Merced, Patrona de Barcelona” fundada en octubre de 1956. Como hermandad existe desde 1964 y, como podéis leer en su página web:
“Tiene como objetivo principal el fomento de la devoción a la Virgen de la Merced, promoviendo al mismo tiempo el esplendor del culto que desde siglos viene dedicándose al templo Santuario de la Ciudad Condal y obras de redención social de acuerdo con las necesidades de nuestro tiempo y el espíritu mercedario”.
Una de las iniciativas más importantes que la Hermandad ha acometido es la construcción de un nuevo órgano,con la ayuda de subvenciones de la Generalitat y de la Fundación La Caixa. La Basílica de la Merced se merece un órgano de primera categoría, pero para llevar su sonido hasta la máxima excelencia, y que sea un referente, no solo en la Ciudad Condal, sino en el resto de España e internacionalmente, se necesita más ayuda económica. Por ello, la Hermandad ha presentado un proyecto de apadrinamiento de uno (o varios) de los 3.000 tubos del órgano. Aquí podéis informaros y colaborar.
Durante la cena, el padre mercedario Joaquín Millán, escritor, resumió los hechos históricos de la fundación de la Orden y resumió sus principales labores en estas tres:
Prevenir la cautividad.
Cuidar de aquellos que ya están presos.
Reinsertar a los que han estado cautivos.
La cautividad, hoy en día, además de la de aquellos que cumplen condena de privación de libertad en las cárceles, se refiere también a otros tipos de “cárceles” que aprisionan la libertad y la dignidad del ser humano, cada época de manera diferente:
“La acción social de la Orden de la Merced se concentra en ofrecer una herramienta rehabilitadora y preventiva de colectivos desfavorecidos. Ofrece atención a personas que tienen problemas con la justicia, así como servicios destinados a cubrir las necesidades básicas (alimentación, ropa, etc.), servicio de acogida y de orientación y habilidades laborales. También hace proyectos para el desarrollo.
Su acción educativa y asistencial se centra en los jóvenes abandonados, marginados o desfavorecidos, así como en la reinserción de los presos, refugiados y jóvenes explotados de los países en vías de desarrollo, las personas enfermas, con problemas de drogadicción, malos tratos y los mayores en situación de desamparo”.
En su homilía, el obispo auxiliar de Barcelona se refirió a una moderna cautividad: la esclavitud de la autorreferencialidad,que consiste en poner al propio “yo” como referencia de todo lo que hacemos, pensamos, decimos; medirlo todo en función de mis gustos, mis intereses, mis experiencias, volviendo continuamente a mí mismo como referente, sin admitir otros.
El propio San Pablo advertía contra esa tentación en la liturgia de ese día. Contra el individualismo y egocentrismo actual, la Hermandad de la Merced es un sólido pilar para nuestra sociedad que nos enseña a vivir también fuera de nosotros mismos y de nuestros propios intereses.