Y 23 años después se ordena sacerdote: “Soy feliz, pero esa felicidad es porque he intentado hacer siempre lo que Dios quiere. La felicidad es la consecuencia”
El 22 de mayo de 1995, Jorge hizo su primera comunión en la parroquia castellonense de San Cristóbal. Aunque formaba parte de una familia con una fe viva y comprometida, nada hacía sospechar que 23 años después ese niño sería el sacerdote que “in persona Christi” diría: “Esto es mi cuerpo”. Lo repite cada día desde que el cinco de mayo fue ordenado junto con 30 nuevos sacerdotes más de la Prelatura del Opus Dei. En la ceremonia, celebrada en Roma y presidida por el Cardenal Robert Sarah, estuvo acompañado por sus padres y cinco hermanos con sus respectivas familias.
Cuando se recibe la primera comunión, no se sabe dónde puede llevar. Tampoco lo imaginaba Jorge Segarra. “Creo que mucha culpa la tiene la familia”, admite con humor. “Desde pequeño me ha dado una educación cristiana. Íbamos a Misa juntos, me apuntaron a catequesis… Recuerdo que antes de salir para el colegio rezábamos un ofrecimiento a la Virgen. Son cosas sencillas, pero con las que comienzas a tratar a Jesucristo con confianza y a pedirle ayuda”.
Desde los 9-10 años participó en el Club Moreres de Castellón, donde también aprendió a “tratar al Señor de cerca y a ser un cristiano normal: buena persona, buen estudiante, buen amigo”. Conoce el Opus Dei, y con naturalidad y trato con Dios pide la incorporación como numerario: “Vi que era mi camino, que soy feliz y que me ayuda un montón”.
Entonces comenzó una etapa en su vida que hubiera podido ser determinante: la carrera de medicina. Desde que le operaron de apendicitis de pequeño, había querido ser médico. Sin embargo, en el último curso toma conciencia que es un buen momento para “estar disponible al Señor”. Escribe al Prelado, entonces mons. Javier Echevarría, manifestando su disponibilidad para ser enviado a cualquier país, o para comenzar los estudios de teología en Roma. Cuando le contestaron solo dos semanas después, tomó consciencia que el sacerdocio se convertía en una posibilidad concreta. “Lo pensé en serio, lo recé, y adelante”. El 11 de septiembre de 2009 hizo el último examen de medicina y el 1 de octubre aterrizaba en Roma.
Lo que da la felicidad
Jorge Segarra asegura que ha sido feliz en cada etapa de su vida, pero que llega un momento en que se plantea la vida desde el punto de vista de la fe: “Soy feliz, pero esa felicidad es porque he intentado hacer siempre lo que Dios quiere. La felicidad es la consecuencia. Por tanto, Señor haz lo que quieras, y esto me hará feliz. Y en efecto, hubo un cambio de planes pero me fio de Dios y que seguirá dándome la felicidad”.
Así ha llegado hasta el sábado 5 de mayo: “Con mucha ilusión porque es algo que vas madurando en el tiempo”. La noche anterior se sentía con “una especie de vértigo interior: es como vestir una ropa que te va muy grande, como un regalo inmenso y totalmente inmerecido”. Unas horas después, durante la celebración, le llenaba la acción de gracias: “Repetía mucho Jesús en ti confío. Gracias Señor y Tú verás lo que haces”.
Jorge Segarra describe su ordenación como un “cambio muy potente: con mis manos tocaré a Dios que se hace presente sobre el altar”. Su primera misa la celebró en la iglesia de la prelatura del Opus Dei, Santa María de la Paz, donde está enterrado el fundador, San Josemaría Escrivá. “Fue a las cinco de la tarde del domingo. Fue muy emocionante, en especial en el momento de la consagración. Repetir las palabras Este es mi cuerpo, mi sangre… Estoy diciendo mía… Y recordaba lo que nos repetía el Cardenal Sarah antes de la ordenación: Seréis uno con Cristo en el altar”.
Estar cerca de Dios y de la gente
Sus planes inmediatos es acabar el doctorado y, si Dios quiere, en septiembre tiene previsto venir a Castellón. Como programa sacerdotal, tiene muy presente la recomendación del Papa Francisco: Estar muy cerca de Dios y de la gente. “La gente espera del sacerdote lo que solo él puede dar: que enseñe a hablar con Dios, que celebre la Misa, que perdone los pecados… Y a la vez que esté muy cerca de las personas. Cuando uno está cerca de la gente y de Dios es cuando puede ayudar de verdad a los demás. Como también dice el Papa, si te notas lejos de Dios, acércate a la gente porque te llevará a Dios; y si estás lejos de la gente, acércate a Dios porque te llevará a la gente”.