El Papa ha continuado con su catequesis, durante la Audiencia general de este miércoles, sobre el Bautismo, sacramento que nos arranca de las insidias del maligno
Audiencia general, 25.04.2018 – Vídeo completo (59’ 59’’)
Queridos hermanos:
Continuamos la catequesis sobre el bautismo, y lo hacemos a la luz del Evangelio, que tiene la fuerza de trasformar a quien lo acoge con fe, arrancándolo del dominio del maligno para que aprenda a servir al Señor con alegría. La Iglesia acompaña a los catecúmenos en este camino con la oración, como nos recuerdan las letanías que preceden al rito bautismal.
En los exorcismos de los candidatos adultos, el sacerdote suplica a Dios que los libre de todo lo que les separa de Cristo y les impide unirse a Él. Del mismo modo, se pide la liberación del pecado original de los niños que van a ser bautizados, para que puedan ser consagrados como templos del Espíritu Santo.
El bautismo es un don del Espíritu Santo que nos da la fuerza para combatir el mal. Esto se simboliza en el gesto de la unción, que evoca a los atletas que ungían su cuerpo para tonificar los músculos y para evitar ser presa fácil de los adversarios. El óleo bendecido por el obispo, nos asegura la fuerza del Resucitado y la cercanía de la Iglesia en este combate, de modo que podamos decir con san Pablo: «Todo lo puedo en aquel que me conforta».
Continuamos nuestra reflexión sobre el Bautismo, siempre a la luz de la Palabra de Dios. Es el Evangelio quien ilumina a los candidatos y suscita la adhesión de fe: «El Bautismo es de un modo particular “el sacramento de la fe” por ser la entrada sacramental en la vida de fe» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1236). Y la fe es la entrega de sí mismos al Señor Jesús, reconocido como «fuente de agua […] para la vida eterna» (Jn 4,14), «luz del mundo» (Jn 9,5), «vida y resurrección» (Jn 11,25), como enseña el itinerario recorrido, también hoy, por los catecúmenos ya próximos a recibir la iniciación cristiana. Educados por la escucha de Jesús, por su enseñanza y por sus obras, los catecúmenos reviven la experiencia de la mujer samaritana sedienta de agua viva, del ciego de nacimiento que abre los ojos a la luz, de Lázaro que sale del sepulcro. El Evangelio lleva consigo la fuerza de transformar a quien lo recibe con fe, arrancándolo del dominio del maligno para que aprenda a servir al Señor con alegría y novedad de vida.
A la fuente bautismal nunca se va solo, sino acompañados por la oración de toda la Iglesia, como recuerdan las letanías de los Santos que preceden la oración de exorcismo y la unción prebautismal con el óleo de los catecúmenos. Son gestos que, desde la antigüedad, aseguran a cuantos se aprestan a renacer como hijos de Dios que la oración de la Iglesia les asiste en la lucha contra el mal, les acompaña por el camino del bien, les ayuda a escapar del poder del pecado para pasar al reino de la gracia divina. La oración de la Iglesia. ¡La Iglesia reza, y reza por todos, por todos nosotros! Nosotros Iglesia, rezamos por los demás. Es bonito rezar por los demás. Cuántas veces no tenemos ninguna necesidad urgente y no rezamos. Debemos rezar, unidos a la Iglesia, por los demás: “Señor, yo te pido por los que pasan necesidad, por los que no tienen fe…”. No os olvidéis: la oración de la Iglesia siempre está en acto. Pero nosotros debemos entrar en esa oración y rezar por todo el pueblo de Dios y por los que necesitan oraciones. Por eso, el camino de los catecúmenos adultos está marcado por repetidos exorcismos pronunciados por el sacerdote (cfr. CCC, 1237), o sea por oraciones que invocan la liberación de todo lo que separa de Cristo e impide la íntima unión con Él. También para los niños se pide a Dios que los libere del pecado original y los consagre como morada del Espíritu Santo (cfr. Rito del Bautismo de niños, n. 56). Los niños. Rezar por los niños, por la salud espiritual y corporal. Es un modo de proteger a los niños con la oración. Como dan fe los Evangelios, Jesús mismo combatió y expulsó a los demonios para manifestar la venida del reino de Dios (cfr. Mt 12,28): su victoria sobre el poder del maligno deja libre espacio al señorío de Dios que alegra y reconcilia con la vida.
El Bautismo no es una fórmula mágica sino un don del Espíritu Santo que habilita a quien lo recibe «a luchar contra el espíritu del mal», creyendo que «Dios envió al mundo a su Hijo para destruir el poder de satanás y conducir al hombre de las tinieblas a su reino de luz infinita» (cfr. Rito del Bautismo de niños, n. 56). Sabemos por experiencia que la vida cristiana siempre está sujeta a la tentación, sobre todo a la tentación de separarse de Dios, de su querer, de la comunión con Él, para recaer en los lazos de las seducciones mundanas. Y el Bautismo nos prepara, nos da fuerza para esa lucha cotidiana, también para luchar contra el diablo que −como dice San Pedro−, como un león intenta devorarnos, destruirnos.
Además de la oración, está luego la unción en el pecho con el óleo de los catecúmenos, los cuales «reciben vigor para renunciar al diablo y al pecado, antes de acercarse a la fuente y renacer a vida nueva» (Bendición de los óleos, Premisas, n. 3). Por la propiedad del óleo de penetrar en los tejidos del cuerpo dando beneficio, los antiguos luchadores solían untarse de aceite para tonificar los músculos y para escapar más fácilmente de la presa del adversario. A la luz de este simbolismo, los cristianos de los primeros siglos adoptaron el uso de ungir el cuerpo de los candidatos al Bautismo con el óleo bendecido por el Obispo[1], con el fin de significar, mediante ese «signo de salvación», que el poder de Cristo Salvador fortifica para luchar contra el mal y vencerlo (cfr. Rito del Bautismo de niños, n. 105).
Es cansado combatir contra el mal, huir de sus engaños, retomar fuerza tras una lucha agotadora, pero debemos saber que toda la vida cristiana es un combate. Y también debemos saber que no estamos solos, que la Madre Iglesia reza para que sus hijos, regenerados en el Bautismo, no sucumban a las insidias del maligno, sino que las venzan por el poder de la Pascua de Cristo. Fortificados por el Señor Resucitado, que derrotó al príncipe de este mundo (cfr. Jn 12,31), también nosotros podemos repetir con la fe de san Pablo: «Todo lo puedo en aquel que me conforta» (Fil 4,13). Todos podemos vencer, vencerlo todo, pero con la fuerza que me viene de Jesús.
El viernes próximo, 27 de abril, en Panmunjeom se tendrá una Cumbre Inter-Coreana, en la que tomarán parte los líderes de las dos Coreas, el Señor Moon Jae-in y el Señor Kim Jong Un. Tal encuentro será una ocasión propicia para poner en marcha un diálogo transparente y un recorrido concreto de reconciliación y de recuperada fraternidad, con el fin de garantizar la paz en la Península Coreana y en el mundo entero. Al Pueblo Coreano, que desea ardientemente la paz, aseguro mi personal oración y la cercanía de toda la Iglesia. La Santa Sede acompaña, sostiene y anima toda iniciativa útil y sincera para construir un futuro mejor, en nombre del encuentro y la amistad entre los pueblos. A los que tienen responsabilidades políticas directas, pido que tengan el valor de la esperanza, haciéndose “artesanos” de paz, mientras les exhorto a proseguir con confianza el camino emprendido para el bien de todos. Y como Dios es Padre de todos y Padre de paz, os invito a rezar a nuestro Padre, Dios, Padre de todos, por el pueblo coreano, tanto los que Están en el Sur como los que están en el Norte: Padrenuestro…
Me alegra dar la bienvenida a los peregrinos francófonos, especialmente a los jóvenes; a los fieles de Lille, acompañados por Monseñor Hérouard; a los representantes de la enseñanza católica de Créteil, acompañados por Monseñor Santier; a los elegidos de Pévèle Carembault y a los seminaristas de Bélgica. En esta fiesta de San Marcos Evangelista, os invito a poner siempre la Palabra de Dios en el corazón de vuestras vidas. ¡Dios os bendiga!
Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en la Audiencia de hoy, especialmente a los provenientes de Inglaterra, Irlanda, Dinamarca, Finlandia, Nueva Zelanda, China, Indonesia, Filipinas, Canadá y Estados Unidos de América. Con la alegría de Cristo Resucitado, invoco sobre vosotros y vuestras familias el amor misericordioso de Dios nuestro Padre. ¡El Señor os bendiga!
Una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua alemana. En el bautismo, el Señor nos da la fuerza para vencer el mal. Os exhorto a todos: ¡No os canséis nunca de luchar contra el mal y de vivir el amor de Cristo! Que el Espíritu Santo os dé su gracia.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y América Latina. Los animo a perseverar en este combate, manteniéndose firmes en la fe en Jesucristo, vencedor del pecado y de la muerte, y constantes en la oración al Padre, pidiendo por todos los que se encuentran en peligro y sufren tribulación. Muchas gracias.
Saludo de corazón a los peregrinos de lengua portuguesa, en particular al grupo venido de Blumenau, a los fieles de la parroquia de Nogueira/Braga y a los miembros de la Obra de Santa Zita, animando a todos a vivir como bautizados, imitando a la mujer samaritana sedienta de agua viva, al ciego de nacimiento que abre los ojos a la luz y a Lázaro que sale del sepulcro. ¡No os dejéis robar vuestra identidad cristiana! Con estos deseos, invoco sobre vosotros y vuestras familias y comunidades la abundancia de las bendiciones del Cielo.
Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua árabe, en particular a los provenientes de Egipto, de Jordania y de Oriente Medio. La Palabra de Dios ilumina nuestra vida y nos da la fuerza para caminar según la voluntad de Dios. Es nuestro escudo en las tentaciones, nuestra espada afilada contra el maligno y sus siervos. Bebed cada día, sacando de la fuente inagotable de la Palabra de Dios. Que el Señor os bendiga a todos e ilumine vuestro camino con la luz de su Palabra y con la fuerza de su Espíritu Santo.
Doy la bienvenida a los peregrinos polacos. De modo particular saludo al Arzobispo de Lublin, al Colegio de Rectores, a los Profesores y Estudiantes de la Universidad Católica de Lublin, venidos aquí con ocasión del 100° aniversario de su fundación y del 70° aniversario de la pastoral estudiantil. Con vosotros doy gracias al Señor por cada bien espiritual que ha nacido en vuestra comunidad universitaria en este centenario. Os animo a continuar la búsqueda de los lazos existentes entre fe y razón, y al mismo tiempo a estudiar nuevos métodos de profundización de las ciencias humanas y naturales, para responder cada vez mejor a los desafíos que el mundo moderno pone ante el hombre y la sociedad. ¡Que os acompañe vuestro Profesor Karol Wojtyla -San Juan Pablo II! Os bendigo de corazón a vosotros y a todos los peregrinos aquí presentes. ¡Sea alabado Jesucristo!
Saludo con alegría a los peregrinos croatas, en particular a la Delegación del Ministerio de Defensa, del Ministerio del Interior y del Ministerio de los Veteranos de la República de Croacia, junto a los respectivos Señores Ministros y a los oficiales del Estado Mayor, de la Academia Militar y de la Policía de Estado, acompañados por el Obispos, Monseñor Jure Bogdan. Queridos amigos, habéis venido a Roma con ocasión del 20o Aniversario de la fundación del Ordinariato Militar en Croacia. La bendición de Dios esté siempre sobre vosotros y vuestras familias, para que con la misión que se os ha confiado, podáis llevar a la sociedad la esperanza y la paz. Saludo también a los peregrinos de la Eparquía de Križevci, junto al Eparca Nikola Kekić, y a los fieles de la Archidiócesis de Đakovo-Osijek. En vuestro compromiso cotidiano la misericordia di Dio sea vuestra fuerza. De corazón bendigo a todos. ¡Sean alabados Jesús y María!
Dirijo una cordial bienvenida a los fieles de lengua italiana. Me alegra recibir a los Misioneros Verbitas; a las Siervas de María Ministras de los Enfermos y a las Hermanas de San Pablo de Chartres. Animo a todos a ser fieles a Cristo para hacer brillar la alegría del Evangelio. Saludo a los Confirmados de la Diócesis de Treviso, acompañados por el Arzobispo, Monseñor Gianfranco Gardin; al peregrinaje de los Grupos del Evangelio de la Tienda del Magníficat; a los estudiantes; a las Parroquias; al Instituto bioquímico italiano; a la Banda de Casalbordino; a la Asociación Nueva Sociedad San Antonio de Sutri y a los Ex-alumnos Rogacionistas.
Doy un saludo especial a los jóvenes, a los ancianos, a los enfermos y a los recién casados. Hoy celebramos la fiesta de San Marcos Evangelista. Que su intercesión os sostenga en el camino de fe, para que, con su ejemplo, podáis ser ayuntes y anunciadores del Evangelio de Cristo, manifestándolo con la vida.
Fuente: vatican.va
Traducción de Luis Montoya.
[1] Esta es la oración de bendición, expresiva del significado de este óleo: «Señor Dios, fuerza y defensa de tu pueblo, que has hecho del aceite un símbolo de vigor, dígnate bendecir este óleo y concede tu fortaleza a los catecúmenos que han de ser ungidos con él, para que, al aumentar en ellos el conocimiento de las realidades divinas y la valentía en el combate de la fe, vivan más hondamente el Evangelio de Cristo, emprendan animosos la tarea cristiana, y, admitidos entre tus hijos de adopción, gocen de la alegría de sentirse renacidos y de formar parte de la Iglesia»: Bendición de los óleos, n. 21 (ndt).
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