El Papa ha explicado en la Audiencia general qué significan los gestos y palabras de la liturgia bautismal para ayudar a comprender “el don que se recibe en este sacramento”
Queridos hermanos:
Los gestos y las palabras de la liturgia bautismal nos ayudan a comprender el don que se recibe en este sacramento y a renovar el compromiso de corresponder mejor a esta gracia.
“En el rito de acogida del bautismo, se pide el nombre del que va a ser bautizado. El nombre indica la identidad de una persona. Dios nos llama por nuestro nombre, nos ama personalmente. El bautismo despierta en nosotros la vocación a vivir como cristianos, lo que implica una respuesta personal por nuestra parte. Pero no termina ahí: a lo largo de los años, Dios sigue llamándonos por nuestro nombre, para que cada día nos parezcamos más a su Hijo Jesús.
A continuación, los catecúmenos adultos manifiestan su deseo de ser recibidos en la Iglesia, mientras que los niños son presentados por sus padres y padrinos, que piden para ellos el don del bautismo. El celebrante y los padres hacen después el signo de la cruz sobre la frente del niño, expresando así que está a punto de pertenecer a Cristo, que nos ha redimido con la cruz. Toda nuestra vida, palabras, pensamientos y acciones, están bajo el signo de la cruz, es decir, del amor de Cristo hasta el extremo. Cada vez que hacemos la señal de la cruz, como al despertarnos, antes de las comidas, ante un peligro o antes de dormir, expresamos nuestra pertenencia a Cristo.
Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.
Prosigamos, en este Tiempo de Pascua, las catequesis sobre el Bautismo. El significado del Bautismo destaca claramente por su celebración, por eso dirigimos a ella nuestra atención. Considerando los gestos y las palabras de la liturgia, podemos captar la gracia y el compromiso de este Sacramento, que siempre debemos redescubrir. Lo recordamos en la aspersión con el agua bendita que se puede hacer los domingos al inicio de la Misa, así como en la renovación de las promesas bautismales durante la Vigilia Pascual. Y es que cuanto sucede en la celebración del Bautismo suscita una dinámica espiritual que atraviesa toda la vida de los bautizados; es el comienzo de un proceso que permite vivir unidos a Cristo en la Iglesia. Por tanto, volver a la fuente de la vida cristiana nos lleva a comprender mejor el don recibido el día de nuestro Bautismo y a renovar el compromiso de corresponder en nuestra situación actual. Renovar el compromiso, comprender mejor ese don, que es el Bautismo, y recordar el día de nuestro Bautismo. El miércoles pasado pedí que cada uno hiciera la tarea en casa de recordar el día del Bautismo, qué día fue bautizado. Yo sé que algunos de vosotros lo saben, otros, no; los que no lo saben, que pregunten a sus parientes, a los padrinos, a las madrinas…, que pregunten: “¿Cuál es la fecha de mi bautismo?” Porque es un renacimiento el Bautismo, y es como si fuese el segundo cumpleaños. ¿Entendido? Hacer esa tarea en casa, preguntar: “¿Cuál es la fecha de mi bautismo?”.
En primer lugar, en el rito de acogida, se pregunta el nombre del candidato, porque el nombre indica la identidad de una persona. Cuando nos presentamos decimos en seguida nuestro nombre: “Yo me llamo así”, para salir del anonimato −el anónimo es el que no tiene nombre−. Para salir del anonimato inmediatamente decimos nuestro nombre. Sin nombre somos unos desconocidos, sin derechos ni deberes. Dios llama a cada uno por su nombre, amándonos singularmente, en lo concreto de nuestra historia. El Bautismo enciende la vocación personal a vivir como cristianos, que se desarrollará toda la vida. E implica una respuesta personal y no prestada, de “corta y pega”. La vida cristiana está entretejida por una serie de llamadas y respuestas: Dios sigue pronunciando nuestro nombre en el curso de los años, haciendo sonar de mil modos su llamada a conformarnos a su Hijo Jesús. ¡El nombre es importante! ¡Es muy importante! Los padres piensan en el nombre que van a poner al hijo antes del nacimiento: y eso también forma parte de la espera de un hijo que, en su nombre propio, tendrá su identidad original, también para la vida cristiana unida a Dios.
Claro que ser cristianos es un don que viene de lo alto (cfr. Jn 3,3-8). La fe no se puede comprar, pero sí pedir y recibir como don. “Señor, regálame el don de la fe”, es una bonita oración. “Que yo tenga fe”, es una bonita oración. Pedirla como don, pero no se puede comprar, se pide. Pues, «el Bautismo es el sacramento de aquella fe, con la cual los hombres, iluminados por la gracia del Espíritu Santo, responden al Evangelio de Cristo» (Rito del Bautismo de Niños, Introducción general, n. 3). A suscitar y despertar una fe sincera en respuesta al Evangelio tienden la formación de los catecúmenos y la preparación de los padres, como la escucha de la Palabra de Dios en la misma celebración del Bautismo.
Si los catecúmenos adultos manifiestan en primera persona lo que desean recibir como don de la Iglesia, los niños son presentados por sus padres, con los padrinos. El diálogo con ellos les permite expresar la voluntad de que los pequeños reciban el Bautismo y a la Iglesia la intención de celebrarlo. «Expresión de todo esto es la señal de la cruz, que el celebrante y los padres trazan sobre la frente de los niños» (Rito del Bautismo de Niños, Introducción., n. 16). «La señal de la cruz, al comienzo de la celebración, señala la impronta de Cristo sobre el que le va a pertenecer y significa la gracia de la redención que Cristo nos ha adquirido por su cruz» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1235). En la ceremonia hacemos sobre los niños la señal de la cruz. Pero me gustaría volver a un tema del que ya os he hablado. ¿Nuestros niños saben hacer bien la señal de la cruz? Muchas veces he visto niños que no saben hacer la señal de la cruz. Y vosotros, padres, madre, abuelos, abuelas, padrinos, madrinas, debéis enseñar a hacer bien la señal de la cruz porque es repetir lo que se hizo en el Bautismo. ¿Lo habéis entendido bien? Enseñar a los niños a hacer bien la señal de la cruz. Si lo aprenden de niños lo harán bien después, de grandes.
La cruz es el distintivo que manifiesta quiénes somos: nuestro hablar, pensar, mirar, hacer… está bajo la señal de la cruz, o sea bajo la señal del amor de Jesús hasta el fin. Los niños son signados en la frente. Los catecúmenos adultos son signados también en los sentidos, con estas palabras: «Recibid la señal de la cruz en los oídos para escuchar la voz del Señor»; «en los ojos para ver el esplendor del rostro de Dios»; «en la boca, para responder a la palabra de Dios»; «en el pecho, para que Cristo habite por medio de la fe en vuestros corazones»; «en los hombros, para sostener el yugo suave de Cristo» (Rito de la iniciación cristiana de adultos, n. 85). Nos hacemos cristianos en la medida en que la cruz se imprime en nosotros como una marca “pascual” (cfr. Ap 14,1; 22,4), haciendo visible, también exteriormente, el modo cristiano de afrontar la vida. Hacer la señal de la cruz cuando nos despertamos, antes de comer, ante un peligro, como defensa contra el mal, por la noche antes de dormir, significa decirnos a nosotros mismos y a los demás a quién pertenecemos, quién queremos ser. Por eso es tan importante enseñar a los niños a hacer bien la señal de la cruz. Y, como lo hacemos al entrar en la iglesia, podemos hacerlo también en casa, conservando en un pequeño vaso adecuado un poco de agua bendita. Algunas familias lo hacen: así, cada vez que entran o salen, haciendo la señal de la cruz con esa agua recordamos que estamos bautizados. No olvidarlo, repito: enseñar a los niños a hacer la señal de la cruz.
Saludo cordialmente a los peregrinos francófonos, en concreto a los jóvenes franceses y a la delegación del Colegio Teológico de la Apostoliki Diakonia de la Iglesia de Grecia, guiada por su Obispo Agathanghelos. Hermanos y hermanas, haciendo la señal de la cruz: cuando nos despertamos, antes de las comidas, ante el peligro, para protegernos del mal y por la noche antes de dormir, expresamos, tanto a nosotros mismos como a los demás, a quién pertenecemos y quién queremos ser. Os invito por tanto a hacer la señal de la cruz frecuentemente durante el día. ¡Dios os bendiga!
Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente a los provenientes de Irlanda, Países Bajos, Suecia, Australia, Indonesia, Malasia y Estados Unidos de América. Dirijo un saludo particular al grupo de benefactores irlandeses, agradecido por su ayuda para el próximo Encuentro Mundial de las Familias en Dublín. Con la alegría de Cristo Resucitado, invoco sobre vosotros y vuestras familias el amor misericordioso de Dios nuestro Padre. ¡El Señor os bendiga!
Con afecto saludo a los peregrinos de lengua alemana y de lengua neerlandesa. Una particular bienvenida a la Fundación Pro Oriente, a la Delegación de la Ciudad de Homburg y al grupo de la radiotelevisión católica KRO de los Países Bajos. Que el Espíritu Santo nos ayude a vivir cada día la gracia del Bautismo y hacer visible a nuestros vecinos el amor de Cristo muerto y resucitado por nosotros. Que el Señor os bendiga a todos.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española provenientes de España y América Latina. En este tiempo de pascua, pidamos a la Virgen María que nos ayude a renovar la gracia del bautismo que hemos recibido, para vivir cada día más unidos a Cristo como miembros de la Iglesia. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.
Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua portuguesa, en concreto a los grupos venidos de las diócesis de Cascavel, Natal, São José do Rio Preto y São José dos Campos, animando a todos a ser testigos del amor que Jesús nos ha demostrado con su sacrificio en la Cruz. Que la cruz sea la señal de una vida de entrega alegre al prójimo. ¡Con gusto, os bendigo a vosotros y a vuestros seres queridos!
Dirijo un cordial saludo a las personas de lengua árabe, en particular a las provenientes de Siria, Líbano y Oriente Medio. El Bautismo nos da la gracia de recibir al Espíritu Santo que siembra en nuestros corazones la semilla de la fe. Es nuestra la responsabilidad de hacerlo crecer a través de la Palabra de Dios, los Sacramentos, la oración y las obras de caridad. ¡Que el Señor os bendiga a todos y os proteja del maligno!
Saludo cordialmente a los peregrinos polacos. En estos días, en Polonia se está desarrollando la X Semana Bíblica, cuyo lema es: “Estamos llenos del Espíritu Santo”. Procurad pues cada día, individualmente o en familia, encontrar un poco de tiempo para leer y meditar la Sagrada Escritura, para que podáis lograr de Ella la fuerza necesaria para la vida cristiana. Que este sea vuestro compromiso. Compartid con valentía la Palabra de Dios con los demás, vivid de Ella cada día, manifestando la fidelidad a Cristo y a su Evangelio. Sea alabado Jesucristo.
Saludo de corazón a los peregrinos croatas, entre los cuales a los fieles de la Archidiócesis de Vrhbósna, en Bosnia y Herzegovina, acompañados por su Pastor, el Cardenal Vínko Púljić. Queridos amigos, el encuentro diario y el camino con el Señor resucitado haga arder vuestros corazones para que, con entusiasmo, podáis dar testimonio de la fe y proclamar las grandes obras de Dios. ¡Sean alabados Jesús y María!
Dirijo una cordial bienvenida a los fieles de lengua italiana. Me alegra recibir a los participantes en el Seminario promovido por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma y a los del Convenio promovido por el Movimiento Focolar; a los Miembros de la Comisión Presbiteral Italiana y a los Diáconos de la Archidiócesis de Milán. Espero de corazón que vuestra peregrinación a la tumba de Pedro os haga cada vez más generosos en el testimonio de fe. Saludo a los peregrinos de la Orden de la Madre de Dios, en el 80° aniversario de la canonización del Fundador: San Juan Leonardi; a las Parroquias; a los Institutos escolares, en particular a los Institutos Highlands de Roma; a los Abanderados y Músicos de Asti; a la Asociación “Música bien común” de Roma.
Un pensamiento especial a los jóvenes, a los ancianos, a los enfermos y a los recién casados. Invito a todos a ver en Jesús Resucitado, vivo y presente entre nosotros, el verdadero maestro de vida; que su intercesión os obtenga la serenidad y la paz y su enseñanza os sirva de ánimo en el camino diario hacia la santidad.
(Washington, 21 de abril de 2018)
El próximo sábado tendrán lugar en Washington las Reuniones primaverales de la Banca Mundial. Animo los esfuerzos que, mediante la inclusión financiera, intentan promover la vida de los más pobres, favoreciendo un auténtico desarrollo integral y respetuoso de la dignidad humana.
Llamo la atención de nuevo sobre Vincent Lambert y el pequeño Alfie Evans, y quisiera repetir y fuertemente confirmar que el único dueño de la vida, desde el inicio hasta el final natural, es Dios. Y nuestro deber, nuestro deber es hacer todo lo posible para proteger la vida. Pensemos en silencio y recemos para que sea respetada la vida de todas las personas y especialmente de estos dos hermanos nuestros. Recemos en silencio.
Fuente: vatican.va / romereports.com.
Traducción de Luis Montoya.
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