Como es tradicional, el Santo Padre rezó el ‘Regina Coeli’ del lunes de Pascua desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico
El Santo Padre en el "Lunes del Ángel" y antes de rezar el ‘Regina Coeli’, se centró en la fraternidad como fruto de la Pascua de Cristo que, mediante su muerte y resurrección, derrotó al pecado.
El lunes de Pascua es llamado “lunes del Ángel” según una tradición muy bonita que corresponde a las fuentes bíblicas sobre la Resurrección. De hecho, narran los Evangelios (cfr. Mt 28,1-10, Mc 16,1-7; Lc 24,1-12) que, cuando las mujeres fueron al Sepulcro, lo encontraron abierto. Temían no poder entrar porque la tumba había sido cerrada con una gran piedra. En cambio, estaba abierta; y desde dentro una voz les dice que Jesús no está allí, sino que ha resucitado.
Por primera vez se pronuncian las palabras: “Ha resucitado”. Los evangelistas refieren que este primer anuncio lo dieron los ángeles, es decir, mensajeros de Dios. Hay un significado en esta presencia angélica: igual que el anuncio de la Encarnación del Verbo lo hizo un ángel, Gabriel, así también para anunciar por primera vez la Resurrección no era suficiente una voz humana. Hacía falta un ser superior para comunicar una realidad tan portentosa, tan increíble, que quizá ningún hombre se habría atrevido a pronunciar. Tras este primer anuncio, la comunidad de los discípulos comienza a repetir: «El Señor ha resucitado realmente y se ha aparecido a Simón» (Lc 24,34). Es bonito este anuncio. Podemos decirlo todos juntos ahora: El Señor ha resucitado realmente. Ese primer anuncio −El Señor ha resucitado realmente− requería una inteligencia superior a la humana.
El de hoy es un día de fiesta[1] y de convivencia vivido habitualmente con la familia. Es una jornada de familia. Después de haber celebrado la Pascua se advierte la necesidad de reunirse de nuevo con los seres queridos y con los amigos para celebrarlo. Porque la fraternidad es el fruto de la Pascua de Cristo que, con su muerte y resurrección, ha derrotado el pecado que separaba al hombre de Dios, al hombre de sí mismo, al hombre de sus hermanos. Y sabemos que el pecado siempre separa, siempre crea enemistades. Jesús derribó el muro de división entre los hombres y restableció la paz, comenzando a tejer la red de una nueva fraternidad. Es tan importante en este tiempo nuestro redescubrir la fraternidad, como la vivían las primeras comunidades cristianas. Redescubrir cómo dejar sitio a Jesús que nunca separa, siempre une. No puede haber verdadera comunión ni compromiso por el bien común y la justicia social sin fraternidad y convivencia. Sin convivencia fraterna no se puede realizar una comunidad eclesial o civil: existe solo un conjunto de individuos movidos o reagrupados por sus propios intereses. Pero la fraternidad es una gracia que da Jesús.
La Pascua de Cristo también hizo explotar en el mundo otra cosa: la novedad del diálogo y de la relación, novedad que para los cristianos se ha hecho una responsabilidad. Pues Jesús dijo: «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor unos a otros» (Jn 13,35). Por eso no podamos encerrarnos en lo nuestro, en nuestro grupo, sino que estamos llamados a ocuparnos del bien común, a cuidar de los hermanos, especialmente de los más débiles y marginados. Solo la fraternidad puede garantizar una paz duradera, puede derrotar las pobrezas, puede apagar las tensiones y las guerras, puede extirpar la corrupción y la criminalidad. Que el ángel que nos dice “ha resucitado” nos ayude a vivir la fraternidad y la novedad del diálogo y de la relación, y la preocupación por el bien común.
Que la Virgen María, a la que en este tiempo pascual invocamos con el título de Reina del Cielo, nos sostenga con su oración, para que la fraternidad y la comunión que experimentamos en estos días de Pascua, puedan llegar a ser nuestro estilo de vida y el alma de nuestras relaciones.
Queridos hermanos y hermanas, en el clima pascual que caracteriza la jornada de hoy, os saludo cordialmente a todos, familias, grupos parroquiales, asociaciones y peregrinos, venidos de Italia y de varias partes del mundo.
A cada uno le deseo que transcurre con serenidad estos días de la Octava de Pascua, en los que se prolonga la alegría de la Resurrección de Cristo. Aprovechad toda buena ocasión para ser testigos de la paz del Señor resucitado especialmente respecto a las personas más frágiles y desfavorecidas. A este propósito, deseo asegurar una especial oración por el Día mundial de concienciación sobre el autismo, que se celebra hoy.
Invoquemos el don de la paz para todo el mundo, especialmente para las poblaciones que más sufren a causa de los conflictos actuales. Renuevo en particular mi llamamiento para que las personas secuestradas o injustamente privadas de libertad sean liberadas y puedan volver a sus casas.
¡Feliz Lunes del Ángel! Por favor, no olvidéis de rezar por mí. Buen provecho y hasta pronto, y: “El Señor ha resucitado realmente”.
Fuente: vatican.va / romereports.com.
Traducción de Luis Montoya.
[1] En Italia y en muchos otros países del mundo. En España (2018) es festivo en Baleares, Cataluña, Comunidad Valenciana, Navarra y País Vasco (ndt).
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