Seguramente es ahora, el momento propicio para avanzar hacia una unidad efectiva, que normalice de una vez por todas la situación de los católicos en China
Se ha hablado mucho sobre las relaciones entre la Santa Sede y el gobierno chino. En las últimas fechas, una serie de artículos publicados por la agencia de noticias Asianews relatan algunos acontecimientos ocurridos en China que revelarían unas complejas negociaciones entre la Santa Sede y el gobierno de la República popular.
Según estas informaciones, el Vaticano estaría dispuesto a reconocer el nombramiento de algunos obispos de la iglesia oficial −conocida como la “Iglesia patriótica”−, que, hasta el día de hoy eran considerados ilegítimos y que no están en comunión con la Iglesia Católica. Por su parte, el gobierno chino podría reconocer algunos obispos de la iglesia clandestina, que hasta la fecha han sufrido la persecución del régimen.
La situación actual del episcopado chino es la siguiente: 54 obispos son reconocidos tanto por Pekín como por Roma, se calcula que otros 17 son considerados “clandestinos” (reconocidos por Roma) y no cuentan con el beneplácito de la República Popular. Además hay 7 obispos ilegítimos (ordenados sin mandato pontificio) que son reconocidos sólo por las autoridades de Pekín.
Un estudio de 2010, publicado por Pew Research, recoge que China contaría con 68 millones de cristianos (9 millones de católicos), si bien el gobierno habla de unos 24 millones (18 millones, protestantes; y 6 millones, católicos).
Leticia Sánchez de León
Para intentar arrojar un poco de luz sobre este asunto, hay que remontarse al pasado 22 de enero. Ese día, la agencia Asianews, publicaba una noticia sobre la supuesta petición de renuncia que un prelado vaticano habría hecho al obispo de la diócesis de Shantou, Mons. Pedro Zhuang Jianjian (88 años). Según esta agencia, el representante vaticano habría pedido al obispo que dimitiera y dejara su puesto a un obispo ilegítimo, de la iglesia reconocida por el gobierno, excomulgado en 2011 al ser ordenado obispo sin el necesario mandato pontificio. En la misma nota se informa de una petición similar realizada a Mons. José Guo Xijin, ordinario de la diócesis de Mindong, de la iglesia clandestina, al que se le habría solicitado que pasara a ser auxiliar o el coadjutor de otro de los obispos ilegítimos de la iglesia reconocida por el gobierno.
El artículo de AsiaNews explica que “el obispo extranjero” confesó a Mons. Zhuang el objetivo de su viaje a China: “hacer algo para lograr un acuerdo con el gobierno chino, y lograr que Mons. Huang, el obispo ilegítimo, pasase a ser el obispo ordinario de la diócesis”.
La misma agencia aclaraba que “para la Santa Sede, el reconocimiento de siete obispos ilícitos es una parte espinosa de las negociaciones entre China y el Vaticano” pero “a cambio de ello, China debiera reconocer a cerca de 20 candidatos al episcopado para la comunidad oficial, nombrados por la Santa Sede en los últimos años; algunos ya fueron ordenados en secreto; en total, Beijing debiera aceptar a unos 40 obispos de la comunidad subterránea”.
El 29 de enero, el cardenal emérito de Hong Kong, Joseph Zen, confirmó en su blog los hechos narrados en el artículo del 22 de enero. Dirigió una carta a la agencia Asianews, donde relata cómo, a raíz de los acontecimientos de finales de año (el viaje del prelado del Vaticano y las consiguientes peticiones a los dos obispos de Shantou y Mindong) decidió viajar a Roma para entrevistarse con el papa Francisco. En la audiencia general del miércoles 10 de enero, pudo entregar al papa “una carta de Mons. Zhuang”, señala en el comunicado de Asianews. El 12 de enero, el cardenal emérito Zen fue recibido en audiencia privada. Según Joseph Zen, el papa habría asegurado estar al corriente de la situación y habría pedido a sus colaboradores [la comisión vaticana de negociación] que no crearan otro caso Mindszenty.
El cardenal Josef Mindszenty, arzobispo de Budapest y cardenal primado de Hungría bajo la persecución comunista, es considerado en china un héroe de la fe. Estuvo en la cárcel durante varios años y una vez liberado, tuvo que permanecer escondido en la Embajada de los Estados Unidos por un tiempo. Bajo la presión del gobierno, la Santa Sede le pidió que abandonara el país y tuvo que nombrar a su sucesor teniendo en cuenta el parecer del gobierno comunista.
Siguiendo el orden de los acontecimientos, el 30 de enero de 2018, ante la incertidumbre suscitada en los medios por los artículos de Asianews, la Sala de Prensa del Vaticano difundió una nota firmada por el director, Greg Burke, donde se afirma que no hay razón alguna para creer que las negociaciones actuales con China se estén llevando a cabo a espaldas del Papa por parte de sus colaboradores, dado que el Santo Padre sigue de cerca la situación de los católicos del país, siendo fiel y puntualmente informado por sus colaboradores de la Secretaría de Estado.
Al día siguiente, el 31 de enero de 2018, el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, concedió una entrevista a Vatican Insider para matizar algunas afirmaciones efectuadas por el cardenal Zen. Pietro Parolin señalaba que la Santa Sede ha mantenido siempre una perspectiva exclusivamente pastoral en sus relaciones con China, y que se ha mostrado en todo momento “disponible a un diálogo respetuoso y constructivo con las autoridades civiles”. El secretario de Estado explicaba que el objetivo final del diálogo es “salvaguardar la comunión en la Iglesia” y por ello, las dos comunidades de fieles que existen en China (la iglesia oficial y la clandestina) “están llamadas a emprender un camino progresivo de reconciliación hacia la unidad”.
En cuanto a la actitud de la Santa Sede con las autoridades chinas, Parolin comentaba que el Vaticano persigue una finalidad sólo espiritual: “Ser y sentirse plenamente católicos y, al mismo tiempo, auténticamente chinos. Con honestidad y realismo, la Iglesia únicamente busca que (en China) se pueda profesar la propia fe con más serenidad, cerrando definitivamente un largo periodo de confrontaciones, (…).” En este sentido, añadía que si “a alguien se le pide un sacrificio, pequeño o grande, debe quedarles claro a todos que éste no es el precio de un intercambio político, sino que forma parte de la perspectiva evangélica de un bien mayor, el bien de la Iglesia de Cristo. Lo que se espera es llegar, cuando Dios quiera, a no tener ya que hablar de obispos “legítimos” e “ilegítimos”, “clandestinos” y “oficiales” en la Iglesia en China, sino a encontrarse entre hermanos, aprendiendo nuevamente el lenguaje de la colaboración y de la comunicación”.
Además, el Secretario de Estado citaba la carta que el papa emérito Benedicto XVI dirigió en 2007 a la Iglesia en China: “No puede buscarse la solución de los problemas existentes a través de un conflicto permanente con las autoridades civiles legítimas”. Parolin añadió que, durante el Pontificado de Francisco, las negociaciones se seguían moviendo según esa misma línea, con una “apertura constructiva al diálogo y fidelidad a la genuina tradición de la Iglesia”.
Tras la nota de la Sala de Prensa y la entrevista de Pietro Parolin, el 6 de febrero de 2018, el cardenal emérito Joseph Zen volvió a hacerse eco en su blog (publicado por Asianews) de su desazón por el modo en que se están llevando a cabo las negociaciones como por las explicaciones que el Vaticano dio al respecto. En la opinión de Zen, cuando el cardenal Parolin se refiere a la carta que Benedicto XVI dirigió a los católicos chinos, no cita de modo completo el párrafo referido al conflicto con las autoridades civiles: “No puede buscarse la solución de los problemas existentes a través de un conflicto permanente con las autoridades civiles legítimas”. “Pero, −seguiría la frase− al mismo tiempo, no es aceptable un rendirse a las mismas cuando ellas interfieren indebidamente en materias que se refieren a la fe y a la disciplina de la Iglesia”.
Sobre el futuro de las relaciones hay otros puntos de vista, como el que sostiene el cardenal de Hong Kong, John Tong Hon. En una carta que publicó el 7 de febrero del año pasado, el cardenal expresaba su alegría por el avance en las negociaciones e informaba de algunos aspectos relevantes para el acuerdo.
“Durante el año pasado [2016] −explicaba John Tong− hubo contactos frecuentes entre China y la Santa Sede. Se creó un grupo de trabajo para resolver los problemas. Después de varias rondas de diálogo, se ha llegado a un consenso preliminar que conducirá a un acuerdo sobre el problema central, que es el relacionado con el nombramiento de obispos”. “El diálogo entre China y la Santa Sede implica que ya se han producido cambios en la política de Pekín sobre la Iglesia Católica. Ahora permitirá que el Papa desempeñe un papel en la nominación y ordenación de los obispos chinos. Beijing también reconocerá el derecho de veto del Papa y que el Papa es la máxima autoridad para decidir sobre los candidatos a obispos en China. Por lo tanto, el acuerdo sino-vaticano permitirá que el principio de ‘autonominación y autoordenación’ pase a la historia”, aclaraba el cardenal.
Sobre los 7 obispos ordenados sin mandato pontificio, el cardenal de Hong Kong opina que “desde la perspectiva del Vaticano, las dificultades para aceptarlos son que su ordenación ilícita constituye una violación grave de la ley de la iglesia. Algunos también son acusados de mala conducta moral”. Tong Hon consideraba que hay elementos para la esperanza: “Se rumorea que el Vaticano y Beijing acordaron tratar las problemáticas de los siete obispos por separado: primero, el problema de la consagración ilícita y, en segundo lugar, otros posibles delitos. Como precondición para perdonar a un obispo ilícito, se necesita una muestra de arrepentimiento”. “Según información fiable, los siete obispos ordenados ilegítimamente ya enviaron cartas al Papa. Han expresado su voluntad de someterse al Papa incondicionalmente y han suplicado el perdón”, por lo que, “si se cumplen todos los requisitos, serán absueltos, aceptados y probablemente tendrán el poder de gobernar las diócesis”, apuntaba el prelado.
En cuanto a los obispos no reconocidos por las autoridades de la República Popular China, Mons. Tong considera que es una temática que China y la Santa Sede “tratarán de manera diferente en términos de su urgencia”: “El gobierno chino está preocupado por los problemas en el nivel político, mientras que para la Santa Sede, los problemas están en los niveles religioso y pastoral”, explicaba. Sin embargo, apuntaba el cardenal, “la clave para resolver el problema de los obispos no oficiales es la confianza entre estos mismos obispos y el gobierno. Pekín quizás les pida que declaren explícitamente sus posiciones sobre la Constitución de China, sus leyes y políticas. Mientras el gobierno ya no requiera una “Iglesia independiente, autónoma y autogestionada”, así como la ‘autonominación y autoordenación’ de los obispos, todos estos no son problemas para ellos, ya que todos los obispos de las comunidades no oficiales de la Iglesia son ciudadanos buenos y patrióticos”, afirmaba.
No ha habido, hasta la fecha actual, nuevas declaraciones por parte de la Santa Sede al respecto, como tampoco, ha habido nuevas publicaciones por parte del cardenal emérito de Hong Kong. Sin embargo, a pesar de las primeras reacciones, este nuevo acercamiento por parte del Vaticano hacia China se empieza a ver de modo esperanzador:
Fuente: iglesiaendirecto.com.
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