El Mensaje del Santo Padre invita a intervenir en la comunicación social no sólo a los profesionales de la prensa, radio y televisión, sino a todos para aportar ese alto grado de humanidad que necesita un mundo tan globalizado pero tan despersonalizado
Benedicto XVI dirige su Mensaje para esta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de 2012, que se celebra a finales de mayo. Y reflexiona sobre la palabra y el silencio, pues todos necesitamos hablar y escuchar, y quizá más pensar y comunicar.
El silencio y la palabra
Todavía recuerdo una fotografía en que cientos de personas caminaban apresurados a primera hora de la mañana en una gran urbe mientras todos hablan por sus móviles, a excepción de algún despistado ¿O quizá sean ellos los alienados? ¿Cuántos asuntos importantes dependían de esas conversaciones agitadas? Un sano escepticismo sobre la necesidad de tantas palabras callejeras nos acercará probablemente a la realidad.
Benedicto XVI desea compartir ahora algunas reflexiones sobre la comunicación y escoge como hilo conductor del Mensaje el silencio y la palabra, poniendo delante precisamente el silencio, sin el cual la palabra está vacía: «Se trata de la relación entre el silencio y la palabra: dos momentos de la comunicación que deben equilibrarse, alternarse e integrarse para obtener un auténtico diálogo y una profunda cercanía entre las personas».
Antropología Diaria
Acabo de leer un libro titulado "Antropología Diaria" que a primera vista parece un estudio académico sobre el ser humano, aunque en realidad es un conjunto de cartas y artículos en los medios de comunicación defendiendo valores muy necesarios hoy día. Así lo señalan los principales apartados que giran en torno a: la libertad y libertades; el matrimonio y la familia; la ejemplaridad cívica; laicidad sin laicismo; pensar con sentido cristiano, etc.[1].
El autor considera que «todos queremos influir en la opinión pública y configurar un ambiente más humano. Sin embargo no siempre sabemos escribir una carta al periódico, expresar una opinión por teléfono, e incluso participar en un coloquio en la universidad. Y esto también se puede aprender, cuando uno está convencido de que las ideas cristianas básicas enriquecen mucho la vida en sociedad».
El contexto vital de esos escritos a la opinión pública tiene en cuenta la secularización y el laicismo durante los últimos años, con intentos de negar a la fe su espacio en la vida social y en las instituciones.
Comunicar: tarea de todos
El Mensaje de Benedicto XVI invita a intervenir en la comunicación social no sólo a los profesionales de la prensa, radio y televisión, sino a todos para aportar ese alto grado de humanidad que necesita un mundo tan globalizado pero tan despersonalizado: «El hombre no puede quedar satisfecho con un sencillo y tolerante intercambio de opiniones escépticas y de experiencias de vida: todos buscamos la verdad y compartimos este profundo anhelo».
Ahora bien: para hablar es preciso pensar antes en un silencio interrogante como invita el Papa: «en el complejo y variado mundo de la comunicación emerge la preocupación de muchos hacia las preguntas últimas de la existencia humana: ¿quién soy yo?, ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué puedo esperar? Es importante acoger a las personas que se formulan estas preguntas, abriendo la posibilidad de un diálogo profundo, hecho de palabras, de intercambio, pero también de una invitación a la reflexión y al silencio».
Después de la Resurrección de Jesucristo no había modo de hacer callar a los testigos de la vida del Señor, ni con amenazas ni con la cárcel, pues ellos no tenían más remedio que comunicar aquello que han visto y oído, como narra el evangelio de Juan. Una tarea de siempre y más cuando disponemos de tantas plataformas y medios de comunicación.
Jesús Ortiz López
[1] J. ORTIGOSA, Antropología diaria. Eunsa. Pamplona, 2012
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