Durante la catequesis de este miércoles, el Papa ha dado varios consejos sobre cómo cultivar la esperanza “imaginando conversar con un joven o con cualquier persona dispuesta a aprender”
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy tratamos sobre el tema “educar a la esperanza”, por eso usaré el “tú”, imaginando conversar con un joven o con cualquier persona dispuesta a aprender.
¡Donde Dios te ha plantado, espera! No cedas al desánimo. Recuerda que el enemigo que tienes que derrotar está dentro de ti. Cree firmemente que este mundo es un milagro de Dios, que Él nos da la gracia de realizar nuevos prodigios, porque la fe y la esperanza caminan juntas. Confía en Dios Creador, que llevará su creación a cumplimiento definitivo, en el Espíritu Santo que guía todo el bien, en Cristo que nos espera al final de nuestra existencia.
Nunca pienses que has luchado en vano, que al final de la vida nos espera el naufragio. Dios no nos engaña, llevará a plenitud, como una eterna primavera, la esperanza que ha puesto en nuestro corazón.
No te quedes paralizado, levántate, camina, confía, Sueña. Sé constructor de paz y no de odio o división. Ama a tu prójimo, respeta el camino de cada uno, sé compasivo y justo. Sueña con un mundo nuevo. Pide a Dios la gracia de ser valiente. Recuerda que Jesús venció por nosotros al miedo, el enemigo más grande contra nuestra fe. Reconoce que por el Bautismo tu vida pertenece a Cristo y él vive en ti, y a través tuyo, con su mansedumbre, quiere someter a los enemigos del hombre: el pecado, el odio, el crimen, la violencia.
Recuerda que no eres superior a nadie y que, como cristiano, eres hermano de todos.
Cultiva ideales y sé fiel a ellos. Y si te equivocas, no dudes en levantarte siempre, pues no somos infalibles, y el Hijo de Dios ha venido para rescatarnos a todos. Vive, ama, cree, sueña. Dios es tu amigo, y con su gracia, nunca caigas en la desesperación.
Ayer un terrible terremoto ha asolado México −vi que hay muchos mexicanos hoy entre ustedes− causando numerosas víctimas y daños materiales.
En este momento de dolor, quiero manifestar mi cercanía y oración a toda la querida población mexicana. Elevemos todos juntos nuestra plegaria a Dios para que acoja en su seno a los que han perdido la vida y conforte a los heridos, sus familiares y a todos los damnificados. Pidamos también por todo el personal de servicio y de socorro que prestan su ayuda a todas las personas afectadas.
Que nuestra Madre la Virgen de Guadalupe con mucha ternura esté cerca de la querida nación mexicana.
Queridos hermanos y hermanas, buenos días. La catequesis de hoy tiene por tema: “educar en la esperanza”. Por eso la dirigiré directamente, con el “tú”, imaginando hablar como educador, como padre a un joven o a cualquier persona abierta a aprender.
Piensa, ahí donde Dios te ha plantado: ¡espera! Espera siempre. No te rindas a la noche: recuerda que el primer enemigo a someter no está fuera de ti: está dentro. Por tanto, no dejes sitio a los pensamientos amargos, oscuros. Este mundo es el primer milagro que hizo Dios, y Dios ha puesto en nuestras manos la gracia de nuevos prodigios. Fe y esperanza caminan juntas. Cree en la existencia de las verdades más altas y más hermosas. Confía en Dios Creador, en el Espíritu Santo que mueve todo hacia el bien, en el abrazo de Cristo que espera a cada hombre al final de su existencia; cree: ¡Él te espera! El mundo camina gracias a la mirada de tantos hombres que han abierto brecha, que han construido puentes, que han soñado y creído; incluso cuando a su alrededor escuchaban palabras de burla.
Nunca pienses que la lucha que llevas a cabo es inútil. Al final de la existencia no nos espera el naufragio: en nosotros late una semilla de absoluto. Dios no defrauda: si ha puesto una esperanza en nuestros corazones, no la quiere eliminar con continuas frustraciones. Todo nace para florecer en una eterna primavera. También Dios nos ha hecho para florecer. Recuerdo aquel diálogo, cuando el roble le pidió al almendro: “Háblame de Dios”. ¡Y el almendro floreció!
¡Donde quiera que estés, construye! ¡Si has caído, levántate! Nunca te quedes ahí tirado, levántate, déjate ayudar para estar de pie. ¡Si estás sentado, ponte en camino! ¡Si el aburrimiento te paraliza, échalo con tus buenas obras! Si te sientes vacío o desmoralizado, pide que el Espíritu Santo te llene de nuevo.
Haz la paz entre los hombres, y no escuches la voz de quien siembra odio y divisiones. No oigas esas voces. Los seres humanos, aunque sean distintos los unos de los otros, han sido creados para vivir juntos. En las diferencias, paciencia: un día descubrirás que cada uno es depositario de un fragmento de verdad.
Ama a las personas. Ámalas una a una. Respeta el camino de todos, por recto o torcido que sea, porque cada uno tiene su historia que contar. También cada uno de nosotros tiene su propia historia que contar. Cada niño que nace es la promesa de una vida que una vez más se demuestra más fuerte que la muerte. Todo amor que surge es una potencia de transformación que anhela la felicidad.
Jesús nos ha entregado una luz que brilla en las tinieblas: defiéndela, protégela. Esa única luz es la riqueza más grande confiada a tu vida.
Y, sobre todo, ¡sueña! No tengas miedo de soñar. ¡Sueña! Suena con un mundo que todavía no se ve, pero que con toda certeza llegará. La esperanza nos lleva a creer en la existencia de una creación que se extiende hasta su cumplimiento definitivo, cuando Dios sea todo en todos (1Cor 15,28). Los hombres capaces de imaginación han regalado al hombre descubrimientos científicos y tecnológicos. Han surcado océanos, han pisado tierras que nadie había pisado jamás. Los hombres que han cultivado esperanzas son también los que vencieron la esclavitud, y trajeron mejores condiciones de vida a esta tierra. Piensa en esos hombres.
Sé responsable de este mundo y de la vida de cada hombre. Piensa que toda injusticia contra un pobre es una herida abierta, y disminuye tu misma dignidad. La vida no se acaba con tu existencia, y a este mundo vendrán otras generaciones que sucederán a la nuestra, y muchas más. Y cada día pide a Dios el don de la valentía. Acuérdate de que Jesús venció por nosotros el miedo. ¡Él venció el miedo! Nuestra enemiga más infiel no puede nada contra la fe. Y cuando te encuentres temeroso ante cualquier dificultad de la vida, acuérdate de que no vives solo por ti mismo. En el Bautismo tu vida ya quedó inmersa en el misterio de la Trinidad y perteneces a Jesús. Y si un día te sorprende algún susto, o crees que el mal es demasiado grande como para desafiarlo, piensa simplemente que Jesús vive en ti. Y es Él quien, a través de ti, con su mansedumbre quiere someter a todos los enemigos del hombre: el pecado, el odio, el crimen, la violencia; todos nuestros enemigos.
Ten siempre el valor de la verdad, pero acuérdate: no eres superior a nadie. Acuérdate de esto: no eres superior a nadie. Aunque tú fueses el último en creer en la verdad, no rechaces por eso la compañía de los hombres. Aunque vivieses en el silencio de una ermita, lleva en el corazón los sufrimientos de toda criatura. Eres cristiano, y en la oración recondúcelo todo a Dios.
Y cultiva ideales. Vive por algo que supera al hombre. Y si un día esos ideales te pidiesen cuentas difíciles de pagar, nunca dejes de llevarlos en tu corazón. La fidelidad lo obtiene todo.
Si fallas, levántate: nada es más humano que cometer errores. Y esos mismos errores no deben ser para ti una prisión. No estés enjaulado en tus errores. El Hijo de Dios vino no para los sanos, sino para los enfermos: así que vino también por ti. Y si fallas en el futuro, no temas, ¡vuelve a levantarte! ¿Sabes por qué? Porque Dios es tu amigo.
Si te ataca la amargura, cree firmemente en todas las personas que todavía trabajan por el bien: en su humildad está la semilla de un mundo nuevo. Frecuenta las personas que han conservado el corazón como el de un niño. Aprende de la maravilla, cultiva el asombro.
Vive, ama, sueña, cree. Y, con la gracia de Dios, nunca desesperes.
Saludo cordialmente a los peregrinos franceses, en particular a los grupos de las Pontificias Obras Misioneras, acompañados por Monseñor Patrick Le Gal. ¡Dios no defrauda! Ha puesto una esperanza en nuestros corazones para hacerla prosperar, no para mortificarnos con continuas desilusiones. Renovemos nuestra adhesión y nuestra confianza en Jesús que vive en nuestros corazones para superar nuestras debilidades y atravesar nuestras pruebas. ¡Dios os bendiga!
Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en esta Audiencia, especialmente a los provenientes de Inglaterra, Escocia, Irlanda, Dinamarca, Noruega, Ghana, Nigeria, Uganda, Australia, India, Indonesia, Filipinas y Estados Unidos de América. Dirijo un saludo particular a los nuevos estudiantes del Venerable Colegio Inglés, asegurándoles mi oración por sus estudios para el sacerdocio. Saludo a los muchos médicos y agentes sanitarios presentes, mientras animo sus esfuerzos dirigidos a respetar y proteger el don de la vida ante los urgentes desafíos éticos de nuestro tiempo. Para vosotros y vuestras familias invoco la alegría y la paz de nuestro Señor Jesucristo.
Una cordial bienvenida a todos los peregrinos de lengua alemana. Dirijo un saludo especial a los estudiantes del Collegium Canisianum de Innsbruck y al gran grupo de estudiantes del Gymnasium Bad Essen. En particular a los numerosos jóvenes aquí presentes, pido, estando unidos con Jesús, que deis a todo el mundo un testimonio de la esperanza cristiana. Dios os bendiga a todos.
Queridos hermanos de lengua española, ayer un terrible terremoto ha asolado México −vi que hay muchos mexicanos hoy entre ustedes−, causando numerosas víctimas y daños materiales. En este momento de dolor, quiero manifestar mi cercanía y oración a toda la querida población mexicana. Elevemos todos juntos nuestra plegaria a Dios para que acoja en su seno a los que han perdido la vida y conforte a los heridos, sus familiares y a todos los damnificados. Pidamos también por todo el personal de servicio y de socorro que prestan su ayuda a todas las personas afectadas. Que nuestra Madre la Virgen de Guadalupe con mucha ternura esté cerca de la querida nación mexicana.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua portuguesa, en particular a los fieles brasileños y al grupo de benefactores, historiadores y editores de la obra literaria «Portugal católico», y los animo a buscar siempre la mirada de la Virgen que conforta a cuantos pasan alguna prueba y mantiene abierto el horizonte de la esperanza. Al encomendaros a vosotros y a vuestras familias a su protección, invoco para todos la Bendición de Dios.
Dirijo una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua árabe, en particular a los provenientes del Medio Oriente. Queridos hermanos y hermanas, no os rindáis a la noche. Trabajad por la paz entre los hombres y respetad el camino de todos, porque cada uno tiene su historia que contar. ¡Que el Señor os bendiga!
Saludo cordialmente a los peregrinos polacos. El lunes, en Polonia, habéis celebrado la memoria de San Estanislao de Kostka, patrono de los niños y de los jóvenes. Deseoso de dar un fin más alto a su vida, unido estrechamente a Dios, entró en los jesuitas contra la voluntad de sus padres. La continua oración, la confesión frecuente, la Santa Misa diaria, el trabajo espiritual sobre sí mismo, formó su santidad ya en edad juvenil. Que su ejemplo recuerde a los padres y a los jóvenes que la perspectiva de lograr una posición social no cierre los oídos a la llamada del Señor. ¡Sea alabado Jesucristo!
Dirijo una cordial bienvenida a los fieles de lengua eslovaca. En particular saludo a los participantes en la XII peregrinación del Ordinariato de las Fuerzas armadas y de los Cuerpos armados, presidido por el Ordinario militar, Monseñor František Rábek. Queridos hermanos y hermanas, os deseo que seáis valientes testigos de Cristo en el ambiente particular en que vivís y trabajáis. Os bendigo de todo corazón a vosotros, a vuestro servicio y a vuestros seres queridos en la Patria. ¡Sea alabado Jesucristo!
Dirijo una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana. Me alegra recibir a los seminaristas del Pontificio Colegio Internacional Maria Mater Ecclesiae de Roma, a los Misioneros de la Consolata, a las religiosas de la Compañía de María Nuestra Señora y a las Monjas Benedictinas de Vetralla. Saludo a los grupos parroquiales, a los numerosos devotos de San Charbel Maklouf, a las familias y dirigentes de las empresas que se han sumado a la iniciativa “Un Fiocco in Azienda” de Manageritalia, a la “Federación Italiana de Juegos Antiguos y Deportes de la Bandera”, a los miembros de la Archicofradía María Santísima Asunta al Cielo de Terravecchia-Serra San Bruno. Que la visita a las Tumbas de los Apóstoles favorezca en todos el sentido de pertenencia a la familia eclesial e incentive un servicio cada vez más comprometido.
Saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Mañana es la Fiesta de San Mateo, Apóstol y Evangelista. Que su conversión sea ejemplo para vosotros, queridos jóvenes, para vivir la vida con los criterios de la fe; que su mansedumbre os sostenga a vosotros, queridos enfermos, cuando el sufrimiento parezca insoportable; y que su abandono de los cálculos del mundo recuerde a vosotros, queridos recién casados, la importancia de la lógica del amor en la vida matrimonial que habéis emprendido.
Fuente: vatican.va / romereports.com.
Traducción de Luis Montoya
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