Entrevista al recientemente nombrado miembro ordinario de la Academia Pontificia de la Vida
El profesor Jokin de Irala ha sido nombrado por el Papa Francisco miembro ordinario de la Academia Pontificia para la Vida. Esta, fundada por el Papa Juan Pablo II en 1994, tiene como objetivo promover el progreso de los estudios, la información y formación sobre los principales temas de la bioética y del derecho, relativos a la promoción y defensa de la vida.
Usted ya era miembro Correspondiente desde 2012. ¿Qué significa este nuevo nombramiento?
Los miembros Correspondientes son nombrados por el Consejo Directivo de la Academia, renovable durante un máximo de tres periodos de cinco años. Los miembros Ordinarios somos nombrados por el Santo Padre para periodos de cinco años, renovables hasta que cumplamos 80. Además, pueden formar parte del Consejo Directivo de la Academia.
Como profesor universitario, ¿qué se espera de usted en esta Academia?
Los miembros de la Academia tenemos un perfil muy diverso. Se espera que aportemos nuestros conocimientos y experiencia para mejorar la defensa de la vida desde diversas perspectivas científicas y formativas.
En mi caso, pondré a su servicio mi experiencia como investigador y profesor universitario durante 25 años. Por ejemplo, al haber trabajado tantos años transmitiendo y dando razones de grandes cuestiones relacionadas con el amor, la sexualidad y la vida humana a universitarios que son de la “generación digital”, se adquiere cierta experiencia para utilizar un lenguaje que conecte mejor con la generación de los millennials.
Háblenos un poco más acerca de algunos de sus estudios o trabajos que puedan servir a la Academia.
Desde que se inició el Instituto de Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad de Navarra en 2010, para promocionar la investigación multidisciplinar en Humanidades y Ciencias Sociales, hemos puesto en marcha varios proyectos que buscan entender mejor algunas cuestiones relacionadas con la preparación de los jóvenes para el amor. Es el caso del proyecto de Educación de la Afectividad y Sexualidad Humana.
Son estudios que valoran los factores que pueden ayudar a los jóvenes a mejorar sus relaciones románticas y sus futuros compromisos con un proyecto familiar propio. O estudios que buscan enriquecer la preparación de los adolescentes para que puedan convertirse en adultos que vivan su sexualidad de manera integrada, como vehículo de encuentro, entrega y amor.
Estos proyectos, con datos de miles de personas de diferentes países del mundo, se están realizando con financiación privada y pública. Además, se están publicando en revistas científicas de impacto. Los resultados de estos estudios forman parte de lo que la Academia Pontificia para la Vida busca a la hora de estudiar y promocionar mejor la cultura del encuentro y la vida en este siglo.
¿Cuáles son los retos con los que se encuentra la Academia para los años de trabajo que tienen ustedes por delante?
La Academia ha comenzado en octubre de 2016 una nueva andadura, con nuevos estatutos y nombramientos. En octubre de 2017, el Papa Francisco inaugurará la Asamblea General de este año con los nuevos miembros. Tiene por título: El acompañamiento de la vida. Nuevas responsabilidades en la era de la tecnología. Las líneas de trabajo para los próximos años quedarán probablemente perfiladas en esta asamblea.
Sorprende lo de “era de la tecnología” relacionado con la Academia.
Es un tema muy amplio, sí. Las nuevas tecnologías son herramientas con un gran potencial para obtener información con facilidad; para concienciar a millones de personas sobre problemas en nuestra sociedad; para mantenerse en contacto desde la distancia con seres queridos, para educar a muchas personas, etc.
Sin embargo también presentan riesgos y me parece un buen ejercicio intelectual valorar qué papel pueden desempeñar en los temas relacionados con la Academia Pontificia para la Vida. Por ejemplo, las nuevas tecnologías de comunicación social, las redes sociales, están conformando un tipo de afectividad inmediata, con menos contacto personal, sin enseñar a comunicarse mirando a alguien a la cara o a los ojos.
En un documento publicado en 2010 por la Mental Health Foundation, y citado en un informe del Parlamento Europeo, se afirma que Internet ha cambiado la manera en que nos comunicamos y algunos expertos señalan que las redes sociales como Facebook o Twitter pueden estar empeorando las habilidades sociales de los jóvenes y su capacidad para interpretar el lenguaje corporal.
Se plantea el nuevo reto de llegar a un equilibrio entre el buen uso de estas tecnologías, con el necesario aprendizaje desde el contacto directo con otros seres humanos, el trato personal entre los jóvenes. Esto está directamente relacionado con la tarea de la Academia de preocuparse por la educación afectiva de los jóvenes.
¿Qué más se puede hacer para esta preparación de los jóvenes para el amor?
Aún hay mucho que hacer en la educación de la afectividad, del carácter y de la sexualidad de los jóvenes. Por ejemplo, fomentar el diseño y producción de materiales pedagógicos buenos y culturalmente variados. Esto con el fin de que los colegios ayuden a los jóvenes a entender que su felicidad está en descubrir su vocación para el amor y prepararse para ello.
Estos materiales no solo deberían contar con padres y madres, basándose en los valores que quieren transmitir a sus hijos. Deberían también empoderar en la práctica a estos padres para que ellos mismos lideren esta tarea educativa. Es una de las tareas más apasionantes que tienen; es preciso apoyarles para que lo entiendan y lo vean así.
Hay trabajo pendiente para acompañar, dar fuerza y dar recursos prácticos a los jóvenes, para su día a día, de manera que alcancen esta madurez y vocación para el amor. Viven en sociedades y entornos complicados, que frecuentemente les incitan a dejarse llevar por sentimientos y deseos pasajeros. Cada vez hay más evidencia científica que muestra que muchas soluciones preventivas químicas o tecnológicas, planteadas desde la salud pública, no han logrado eliminar problemas serios como las infecciones de transmisión sexual, que siguen haciendo sufrir a muchos jóvenes y adultos.
Supongo que a la Academia le preocupa también que muchas mujeres pierdan la vida en manos de sus parejas.
Evidentemente sí. Es un problema serio y es preciso abordarlo desde todas las instancias que algo pudieran hacer para prevenir estas muertes. Desde la Salud Pública lo tenemos bastante claro; se intenta abordar todos los factores de riesgo de esta violencia. Pero también desempeñarían un papel importante las instancias educativas.
Por ejemplo, en los programas de educación para el amor que mencionaba antes, no deberíamos olvidarnos de la necesidad que tienen los jóvenes de crecer en madurez afectiva para poder vivir sus relaciones románticas sin ataduras, dependencias afectivas y desde la igualdad. Se evita así que sus relaciones sean inmaduras, controladoras, tóxicas, pudiendo resultar incluso en relaciones violentas ahora o en el futuro, siendo adultos. La prevención de esta violencia, atendiendo a todos los factores desencadenantes, debería formar parte de un buen programa de educación sexual.
¿Se ha hecho ya todo lo posible en el tema del aborto?
En el campo del aborto aún podemos transmitir mejor todo lo que sabemos sobre la belleza del comienzo de la vida en la fecundación. Explicar que un día fuimos ese embrión en la trompa y útero de nuestra madre y así hacer más visible, “humanizar”, dicho período de nuestras vidas.
Queda pendiente un mayor esfuerzo para hacernos cargo del sufrimiento de toda mujer que se queda embarazada de manera imprevista. Muchas veces, sobre todo las menores de edad, se quedan aisladas de sus seres queridos y de su pareja, y sienten que sus vidas personales están amenazadas. Por ello se sienten obligadas por el ambiente y por la falta de alternativas a recurrir a un aborto que en el fondo no desean. Podemos hacer más para preparar a los varones a que respondan con más valentía y coherencia ante las posibles consecuencias de su sexualidad.
Hay cabida también para un mayor entendimiento, para la búsqueda de puntos de encuentro entre personas de diferentes ideologías, partidos políticos o convicciones personales en torno a preocupaciones que quizás comparten. Por ejemplo, ante preocupaciones comunes frente al debate de los vientres de alquiler o frente al aborto selectivo de niñas, discriminadas ante la vida solamente por el hecho de ser niñas.
Parece especialmente sensible el tema del aborto cuando se trata de un embarazo de un bebé cuya supervivencia es previsiblemente corta.
Los embarazos de bebés con malformaciones graves muchas veces son llamados “incompatibles con la vida”. Cabe la posibilidad de introducir el concepto de cuidados paliativos perinatales. De esta manera se enfoca el problema como uno de “discapacidad para la vida”, pero “compatible con el amor”; donde equipos multidisciplinares puedan ayudar a los padres a ejercer su paternidad y maternidad acompañando y cuidando a su hijo o hija aunque viva solamente unos días.
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