A dos días de emprender su peregrinación al Santuario de Fátima, el Santo Padre envió un video mensaje al pueblo portugués
¡Querido pueblo portugués!
Faltan pocos días para mi peregrinación y la vuestra, juntos, a Nuestra Señora de Fátima, viviéndolos con la feliz expectativa de nuestro encuentro en la casa de la Madre. Sé bien que también me queréis en vuestras casas y comunidades, en vuestras aldeas y ciudades: ¡me llegó la invitación! ¡Huelga decir que me gustaría aceptarlo, pero no me es posible! Desde ahora agradezco la comprensión con que las diversas Autoridades recibirán mi decisión de circunscribir la visita a los momentos y actos propios de la peregrinación al Santuario de Fátima, dejando el encuentro con todos a los pies de la Virgen Madre.
De hecho, me presento ante Ella como Pastor universal, ofreciéndole el ramo de las más lindas «flores» que Jesús confió a mis cuidados (Jn 21,15-17), o sea, los hermanos y hermanas del mundo entero rescatados por su sangre, sin excluir a nadie. ¿Veis? Necesito teneros conmigo; necesito vuestra unión (física o espiritual, lo importante es que sea de corazón) para mi ramo de flores, mi «rosa de oro». Formando nosotros «un solo corazón y una sola alma» (cf. Hch 4,32), os entregaré a todos a la Virgen, pidiéndole que susurre a cada uno: «Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios» (Aparición de junio de 1917).
«Con María, peregrino en la esperanza y en la paz»: así reza el lema de esta peregrinación, siendo todo un programa de conversión. Para ese momento bendecido que culmina un centenario de momentos bendecidos, me alegra saber que os estáis preparando con intensa oración. Esto ensancha nuestro corazón y lo prepara para recibir los dones de Dios. Os agradezco las oraciones y sacrificios que diariamente ofrecéis por mí y que tanto necesito, pues soy un pecador entre pecadores, «un hombre de labios impuros, que vive en medio de un pueblo de labios impuros» (Is 6,5). La oración ilumina mis ojos para saber mirar a los demás como Dios los ve, para amar a los demás como Él los ama.
En su nombre vengo a vosotros con la alegría de compartir con todos el Evangelio de la esperanza y de la paz. Que el Señor os bendiga y la Virgen Madre os proteja.