Es importante que gentes con filosofías muy heterogéneas defiendan que “no vale todo”
Me han llamado la atención que en España, con motivo del debate sobre la maternidad subrogada, haya surgido una fuerte oposición por parte de grupos feministas vinculados a lo que, hasta ahora, se llamaba izquierda política. Se argumenta −con toda razón− que el cuerpo de la mujer no es una mercancía, que el alquiler de vientres lleva a la explotación de mujeres vulnerables y que el altruismo −en este campo− es una tapadera: se hace por dinero.
Esto me recuerda que hace unos años, con motivo del referéndum en Italia sobre la ley de reproducción asistida, apareció en la opinión pública un frente transversal feminista que se oponía a la fecundación artificial argumentando que suponía una humillación para la mujer y un serio riesgo para su salud (consecuencias del bombardeo hormonal, etc.). El resultado del referéndum fue una ley bastante sensata, si se tienen en cuenta la de otros países (una ley que los jueces, con sucesivas sentencias, se han ocupado de desmantelar: pero ese es otro tema).
Lo que me parece destacable es la perspectiva ecológica de estas argumentaciones, algo que podría ser un punto de encuentro entre personas de diversas sensibilidades, historias, preferencias, o lo que sea, pero que coinciden en defender la dignidad de las mujeres. Considero que desde el punto de vista de la cohesión social es importante que gentes con filosofías muy heterogéneas defiendan que “no vale todo” y que el mercado −porque de eso se trata− no lo justifica todo.