La ideología de género promete felicidad a cambio de elegir la realización de cualquier deseo, de dar prioridad a uno mismo en vez de la construcción de un legado humano fundado en la realidad. Y socavando la familia
El gender que se enseña en algunas escuelas no es tanto una teoría como una ideología; mejor dicho, una ideología utópica parecida a aquellas que en el siglo XX prometían la realización del paraíso en la tierra solo si se alcanzaba una verdadera igualdad entre los seres humanos. También la ideología de género promete felicidad si se cancela la diferencia entre hombre y mujer, con un gran desprecio por la realidad biológica y por la maternidad, entendida no solo como procreación, sino como creación de una relación humana única desde la concepción. En sustancia, esta ideología promete felicidad −gracias a esta igualdad− a cambio de elegir la realización de cualquier deseo, de dar prioridad a uno mismo en vez de la construcción de un legado humano fundado en la realidad. Y socavando la familia.
Francisco ha explicado con gran claridad que se puede amar y acoger a los homosexuales y transexuales sin recurrir a este atajo ideológico y, de este modo, ha expuesto los objetivos de esta ideología: romper la familia y no tanto ayudar a los homosexuales a ser acogidos como iguales. Con las palabras del Papa, la Iglesia, una vez más, se revela impermeable a las utopías de la igualdad, aunque fue el cristianismo quien trajo al mundo por primera vez el principio de igualdad de todos los seres humanos.
Pero la igualdad predicada y practicada por el cristianismo se funda en que todos los seres humanos comparten la condición de hijos de Dios. Es entonces un concepto flexible, abierto a la presencia de diferencias en su interior, que no significan −mejor, no debieran significar− desigualdades. Al contrario, el concepto de igualdad que está hoy en boga es muy frágil. De ahí los intentos de crear la igualdad: por ejemplo, eliminando la propiedad privada (comunismo), la enfermedad (eugenesia), y hoy la diferencia sexual (ideología de género). Las palabras del Papa confirman que el punto de vista católico constituye un ineludible y libre pensamiento crítico para hacer frente a esta ideología pasivamente aceptada.
Lucetta Scaraffia Historiadora y periodista Coordinadora del suplemento femenino de L’Osservatore Romano