Entrevista al vicario auxiliar de la Prelatura del Opus Dei: habla sobre el camino hacia el congreso electivo, que tendrá lugar el próximo mes de enero en Roma
El pasado 22 de diciembre, Mons. Fernando Ocáriz, vicario auxiliar del Opus Dei, convocó públicamente el congreso que elegirá al sucesor de Mons. Javier Echevarría al frente de la prelatura. A partir del 21 de enero se reunirá el pleno del Consejo para las mujeres de la prelatura, que debe presentar al congreso sus propuestas de candidatos. Las primeras votaciones del congreso electivo serán el 23 de enero.
¿Cómo se está viviendo en la prelatura del Opus Dei este periodo de preparación para la elección del nuevo prelado? Como vicario auxiliar, ¿cuáles son sus sentimientos en estos momentos?
Pienso que todos y todas en la Prelatura estamos recorriendo este periodo en actitud de oración, acudiendo especialmente al Espíritu Santo. El Congreso electivo comenzará precisamente con una Misa votiva del Espíritu Santo, para pedirle que guíe todos nuestros pasos. La fe nos da la seguridad de que el Señor conduce a su Iglesia y, por tanto, también a esta porción de su pueblo.
Además, este tiempo de Navidad nos permitirá preparar nuestro corazón para el Congreso electivo, dirigiendo la mirada hacia lo esencial: Jesucristo, el Niño-Dios, el rostro de la Misericordia del Padre. Al contemplar el misterio de Belén, encontraremos también a la Virgen María, Madre de la Iglesia, y nos acogeremos a su intercesión.
Vivimos estos días muy unidos al Santo Padre Francisco y toda la Iglesia, de la que el Opus Dei es una pequeña parte. Como es lógico, es fuerte el sentimiento de gratitud por el trabajo pastoral y el buen ejemplo que nos ha dejado Mons. Javier Echevarría.
Siguiendo las huellas de san Josemaría y el testimonio de sus dos primeros sucesores, estamos ponderando en el corazón la herencia que hemos recibido, que hemos de saber convertir en luz y consuelo para el mundo de hoy, como han tratado de hacer, durante los siglos, los discípulos de Cristo. Tengo el convencimiento de que nos uniremos de todo corazón al prelado que se elija, para ayudarle a guiar la prelatura en la sociedad actual.
En las dos elecciones anteriores, se ha elegido como prelado al número 2 del Opus Dei: en 1975, al beato Álvaro del Portillo, que durante años fue principal colaborador del fundador. Después, al fallecer Mons. Del Portillo, se eligió a quien había sido hasta entonces vicario general, Mons. Javier Echevarría. ¿Piensa que esta tendencia podría repetirse en las futuras elecciones?
En las elecciones anteriores se dio, efectivamente, esa circunstancia. Pienso que habrá sido en razón de las personalidades y biografías singulares de los dos primeros sucesores, que fueron formados directamente por san Josemaría. Los electores votaron en conciencia por esas personas. No fue un proceso automático. Les pareció que lo mejor era elegir a quienes habían trabajado más cerca del fundador.
Algunas circunstancias han cambiado desde entonces: el nuevo prelado ya no será una persona que haya trabajado de un modo tan directo con el fundador como lo habían hecho el beato Álvaro del Portillo y Mons. Javier Echevarría, aunque quizá lo haya podido conocer y tratar.
Para el Congreso electivo hay, en mi opinión, muchos candidatos válidos, buenos y prudentes, que podrían tomar el relevo. Los electores tienen la responsabilidad de votar libremente a quien, en conciencia, consideren más idóneo. Inmediatamente, el nombre de la persona que resulte elegida será transmitido al Papa Francisco, pues se requiere la confirmación del Romano Pontífice.
Cuando hay procesos de elección, la opinión pública suele hacer lecturas en clave política. Con frecuencia se habla de corrientes, tendencias, etc. ¿Cómo reacciona ante este tipo de razonamientos?
Son interpretaciones que resultan lejanas a quienes viven la elección desde una perspectiva espiritual y eclesial. Quien tiene la responsabilidad de una elección de este tipo pone su seguridad en la “corriente” del Espíritu Santo, como nos animaba a hacer el Papa Francisco hace unos días, cuando se le habló del futuro inmediato del Opus Dei.
A veces, como usted dice, se hacen lecturas parciales, en clave demasiado humana o política. Al poner el acento en estos aspectos, se presenta la variedad como un problema. A mi modo de ver, el pluralismo y la variedad son una gran riqueza. Los electores del Opus Dei −al igual que los demás fieles de la Prelatura− proceden de países de los cinco continentes, tienen modos de ser muy diversos, tendencias culturales variadas, gustos y estilos propios de su tierra y de su familia. Esa diversidad, tan fomentada por san Josemaría, es compatible con lo esencial: la fidelidad al carisma recibido del fundador y reconocido por la Iglesia. La fidelidad a esa herencia espiritual (con algunos rasgos tan marcados como el sentido de la filiación divina, la búsqueda de la santificación en las circunstancias ordinarias de cada día, la mentalidad laical y el alma sacerdotal, etc.) asegura una unidad de fondo entre todos.
Los dos prelados anteriores fueron colaboradores directos del fundador. Con la elección del tercer prelado, ¿empieza una nueva época para el Opus Dei?
Me vienen a la cabeza unas palabras que Mons. Echevarría nos decía con frecuencia: «El Opus Dei está en vuestras manos, en las de cada persona de la Obra». Es una realidad que en estos momentos recobra una nueva fuerza. Las actuales circunstancias son una llamada a la responsabilidad, pues cada uno de nosotros tendrá que estar más pendiente de encarnar el legado de san Josemaría en el mundo actual, ante la gente de hoy.
Sin duda, quien sea elegido prelado contará con la oración de los fieles del Opus Dei y de muchísimas otras personas. También podrá apoyarse en el equipo que forme, y trabajar con los demás: la colegialidad es otro rasgo principal del legado de san Josemaría.
¿Cuáles piensa que serán los principales retos que se encontrará el nuevo prelado del Opus Dei?
El reto principal es ayudar a que cada persona del Opus Dei sepa hacer la Iglesia en su lugar de trabajo, en su ambiente profesional, en el mundo de la cultura y de la familia. Con su testimonio cristiano, los fieles de la Prelatura pueden ayudar a encontrar a Cristo a la gente de hoy: en medio de la calle, en una sociedad cada día más plural. En este sentido, es necesario realizar una catequesis actual en el mundo de las profesiones, allí donde está la gente.
Otro desafío es dar alegría y esperanza al mundo de hoy. No a un mundo ideal sino a este mundo nuestro complejo, lleno de heridas, tan necesitado de la caridad. En otras palabras: santificar la vida ordinaria de hoy, llevando a Cristo a todas las periferias existenciales, como nos recuerda el Papa Francisco.
Con la gracia de Dios, se podrá formar a personas que intenten vivir con el corazón en Cristo y los pies en la tierra, conscientes de sus propias limitaciones. La alegría de vivir el mensaje cristiano, encarnado en su propia vida, podrá transmitirse entre sus iguales: de mecánico a mecánico, de enfermera a enfermera, de comercial a comercial, de periodista a periodista…
También se debe incentivar la iniciativa personal de millares de personas que, movidas por el amor a Cristo y a los demás, sepan poner en marcha iniciativas que respondan a los grandes retos de nuestro tiempo: la honradez y la ética profesional, la erradicación de la pobreza, la ayuda a los refugiados, la falta de trabajo, la promoción de la familia, etc. En resumen, ojalá contribuyamos a edificar la Iglesia como mundo reconciliado con Dios, según la frase de san Agustín.
Entrevista de Rodrigo Ayude.
Fuente: opusdei.es.
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